2016 julio
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Versión libre de la novela del mismo título de James Fenimore Cooper, basada también en el guión de Philip Dunne para la versión de 1936 protagonizada por Randolph Scott, ambientada en 1757, durante el tercer año de la guerra entre Inglaterra y Francia por la posesión de Norteamérica. Tres hombres (Daniel Day-Lewis, Russell Means y Eric Schweig), los últimos de un pueblo en extinción, ayudan a escapar a unos soldados ingleses y la hijas de un coronel, que acaban de ser atacadas por una tribu de nativos. Tras conseguir entrar en uno de los fuertes en posesión de los ingleses, pero cercano por las tropas francesas, los nativos y los colonos se debaten entre apoyar a uno u otro bando en la contienda, o volver a sus casas para proteger a sus familias, mientras el líder de la tribu que preparó la emboscada (Wes Studi), busca venganza y redención matando al coronel y sus hijas. “The Last of the Mohicans” fue la vuelta de Michael Mann al mundo del cine, tras haber dedicado unos años a la televisión con la exitosa serie de “Miami Vice” desde mitad de los 80. Fue una producción llena de problemas y el corte final evidencia, especialmente en su primer tercio, la desaparición de muchas escenas en la sala de montaje. Aún así, una vez superado este punto, supone un entretenimiento de primer nivel, rodado con un gusto enorme por el detalle y muy bien interpretado, especialmente por el casi siempre estupendo Daniel Day-Lewis, en un atípico papel de héroe. Muy notable es también, por supuesto, la famosa banda sonora, a cargo de Trevor Jones y Randy Edelman.

Último episodio de la trilogía original de películas del aventurero interpretado por Harrison Ford, que en esta ocasión ha de encontrar el Santo Grial acompañado de su padre (Sean Connery), en una aventura que le llevará a Venecia, Alemania y a Oriente, nuevamente enfrentándose a unos nazis por el camino. Aunque el tono es igual de distendido y ameno que en la película anterior, en esta ocasión el guión resulta algo más elaborado e inteligente, lo cual se hubiera agradecido en numerosos momentos de la segunda entrega. De esta forma, a pesar de contener innumerables secuencias de acción, la película es algo más reposada y no tiene la aparatosidad de aquélla, aproximándose más a los resultados de la primera película gracias también, en parte, a la estupenda química entre Ford y Connery (quien por edad, era un imposible padre para Indy, pero debido a que el modelo en el que Lucas y Spielberg basaron el personaje de éste era precisamente el James Bond encarnado por el actor escocés, se trataba de una elección casi obligatoria).

Primera secuela de Steven Spielberg como director, en la que retoma al personaje principal de “Raiders of the Lost Ark” en una nueva aventura que se ambienta principalmente en la India. En ella, el personaje encarnado por Harrison Ford ayuda a unos aldeanos a recuperar unas piedras mágicas que les han sido robadas con la ayuda de una mujer (Kate Capshaw), cantante de un club de Shangai, y un niño chino (Ke Huy Quan). Lawrence Kasdan fue sustituido en las labores de guión por la pareja formada por Willard Huyck y Gloria Katz (“American Graffiti”), que variaron el tono de la narración por uno algo más ligero que en la película original, dando primacía al humor y al encadenamiento de las secuencias de acción, pero también introduciendo elementos muy oscuros que supusieron la calificación del film como “R”, lo que en los EEUU supone que los menores de 17 años deben entrar al cine acompañados (posteriormente, el film fue recalificado con la novedosa PG-13). El film es inferior al original en casi todos los aspectos, pero no deja de ser una montaña rusa que funciona a las mil maravillas como entretenimiento puro y muestra a un Steven Spielberg en plena forma tras la cámara.

Producción netamente veraniega, que tiene como protagonista absoluta a Nancy, una chica (Blake Lively) que acude a una desierta playa mexicana para hacer surf. Pero tras disfrutar de unas cuentas olas, es atacada por un tiburón y queda cercada por el mismo. Solo tiene la posibilidad de refugiarse en unas rocas que quedan fuera o dentro del agua en función de la marea, mientras el tiburón parece acecharla pacientemente sin que nadie acuda a socorrer a Nancy. El escaso argumento, mucho más sencillo incluso que los de las secuelas de “Jaws”, no impide que el cineasta español afincando en EEUU Jaume Collet-Serra lleve a cabo, en la mayor parte del metraje, un entretenido ejercicio de estilo y puesta en escena, que se mantiene en pie en principio gracias a su punto de partida, moderadamente verosímil. A medida que la acción avanza, lo que vemos en pantalla se va haciendo menos y menos creíble, siendo especialmente fallida en este aspecto la resolución del film. Aún así, como vehículo de acción y suspense con pocas pretensiones, “The Shallows” cumple perfectamente su cometido, pero decepcionará a quienes busquen una película de una mayor elaboración.

Producción de Lucasfilm con la que seguramente George Lucas devolviera a Francis Ford Coppola parte de los favores que el segundo de ellos le hizo al primero en la primera etapa de su carrera, antes del monumental éxito de “Star Wars”. El realizador de “The Godfather”, en esta época, venía encadenando trabajos por encargo debido al fracaso de “One From The Heart” (1981), que supuso el fin de su propio sueño de construir un estudio alternativo en Hollywood. Y de eso, precisamente, trata “Tucker: The Man and His Dream”, de la historia de un hombre (Jeff Bridges), soñador e idealista que, tras la Segunda Guerra Mundial, se adentra en la aventura de fabricar un modelo de coche muy avanzado como alternativa a gigantes como Ford y la General Motors. Sin embargo, a pesar de que la reconstrucción de época es muy elaborada y a los grandes esfuerzos de Jeff Bridges en el papel principal, “Tucker” es una película excesivamente plana y sin demasiado interés, excepto, claro está, que se realice su lectura en clave de autobiografía encubierta por parte del propio Coppola.

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