2020 mayo
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Adaptación de una novela de Fletcher Knebel y Charles W. Bailey II, escrita para la pantalla ni más ni menos que por Rod Serling y dirigida por John Frankenheimer en el glorioso inicio de su carrera cineatográfica, en el que proporcionó consecutivamente clásicos como “The Birdman of Alcatraz”, “The Manchurian Candidate”, “The Train” o “Seconds”, además del presente, que está a la altura de los mejores. Ambientada en un futuro cercano (se dice que hacia 1970), el argumento gira en torno a un momento de la Guerra Fría en el que EEUU y la URSS se encuentran cercanas a firmar un documento que ponga fin a la escalada nuclear y en el que se acuerde la destrucción del armamento nuclear. El Presidente de los EEUU (Fredic March, fenomenal en su rol) está por la labor de firmarlo, pero el General del ejército James Scott (Burt Lancaster) conspira para dar un golpe de estado y derrocarlo para evitar caer en la trampa soviética. Sin embargo, un Coronel (Kirk Douglas) que trabaja con el General, se percata de lo que está ocurriendo y alerta al Presidente. Con un magnífico elenco actoral (que incluye además a Ava Gardner, Edmond O’Brien o Martin Balsam, entre otros) y un soberbio guión, Frankenheimer plasma en pantalla un fenomenal thriller político de corte demócrata, de enorme sencillez, pero tremendamente efectivo.

Magnífico ejercicio de estilo cinematográfico, basado en un artículo periodístico de Marie Brenner, en el que Michael Mann narra la historia real de Jeffrey Wigand (Russell Crowe), un alto ejecutivo de una tabacalera estadounidense que, tras ser despedido de su empleo se enfrenta a un dilema moral: respetar las cláusulas de confidencialidad de su rescisión de contrato y obtener con ello un buen subsidio para sostener a su familia o, por el contrario, confesar ante la sociedad, con la ayuda de un periodista de un importante programa de TV (Al Pacino), las mentiras de industria para la que trabajaba y los verdaderos riesgos de la adicción al tabaco, con la posibilidad de perder todo lo que tiene incluída su propia familia. Y en paralelo, el propio periodista tiene que enfrentarse a su propia cadena televisiva, la CBS, que ante la amenaza de un posible pleito millonario por parte de la tabacalera Brown & Williamson, duda acerca de la propia conveniencia de emitir la entrevista por la que Wigand ha puesto en riesgo toda su vida. “The Insider” no sólo ofrece un portentoso trabajo de Russell Crowe en el papel principal, que también es el mejor trabajo del cineasta Michael Mann, en el que muestra mejor que nunca sus elevadas dotes para la puesta en escena, planificación, montaje y olfato para plasmar un tema polémico de una manera inteligente y nada maniquea, en la línea de “All The President’s Men” (Alan J. Pakula, 1976), con menos periodismo, pero con una descarga emocional aún más importante y un elenco de actores, con secundarios como Christopher Plummer, Diane Venora, Philip Baker Hall, Bruce McGill, en estado de gracia.

Producción de Michael Powell y Emeric Pressburger, ambientada en el mundo del ballet, que tiene como protagonista a una joven bailarina (Moira Shearer) que se une a la famosa compañía de Borís Lérmontov (Anton Walbrook) y que, bajo la partitura de un nuevo director de orquesta (Marius Goring), consigue un gran éxito con una adaptación de la obra de Hans Christian Andersen “The Red Shoes”, en la que también está lejanamente inspirada la propia película. Sin embargo, una vez en la cima del éxito, este trío creador de la obra de ballet se rompe cuando la bailarina y el director de orquesta se enamoran. Rodada un año después de “Black Narcissus”, “The Red Shoes” es uno de los títulos más famosos del dúo de realizadores formado por Powell y Pressburger, rodado con una enorme solvencia de medios y con una magnífica coreografía bajo la espléndida luz de Jack Cardiff.

Típica producción de Ray Stark sobre un guión de Neil Simon, que como la anterior “Murder By Death”, está protagonizada por Peter Falk, en el rol que titula a la película, realizando una nueva imitación de los detectives de cine negro de Humphrey Bogart. Protagonizada también por un conocido elenco de secundarios que incluye a Madeline Kahn, Stockard Channing, Marsha Mason, Ann-Margret, Louise Fletcher, Eileen Brenner, John Houseman, Nicol Williamson, James Cromwell así como comediantes como James Coco, Dom DeLuise o Sid Caesar, lo cierto es que el argumento es demasiado alocado como para pretender comprenderlo, de modo que la película es más bien un antecedente más del estilo de los hermanos Zucker y Jim Abrahams en “Airplane!” (1980), solo que en esta ocasión aplicado a “Casablanca” y el cine negro de los años 40. Los resultados son más bien discretos, sin que apenas nada de lo que ocurre en pantalla resulte genuinamente ingenioso salvo contadas excepciones, aunque lo cierto es que el resultado global, teniendo en cuenta los muy elevados valores de producción, es agradable.

Notable docudrama sobre los hechos reales acaecidos en la ciudad norteamericana de Boston en 1963, cuando un asesino en serie atemorizó a toda la comunidad con un total de once terribles muertes. Narrada de forma muy inteligente por Richard Fleischer, el film trata de ser muy fiel a la realidad en todo momento, mostrando la investigación desde sus inicios y el pánico que se generó sobre todo entre las mujeres que vivían solas en la ciudad, hasta el momento en que aparece el asesino y se produce el vuelco en la investigación. La segunda mitad de la narración, con el estrangulador ya atrapado y puesto a buen recaudo, es una original aunque quizá no tan interesante investigación sobre la mente del asesino, en la que destaca la labor de Tony Curtis en la piel del verdadero Albert Desalvo. Henry Fonda, como el líder de las investigaciones, así como George Kennedy, Murray Hamilton o Mike Kellin, como algunos de los policías, forman el reparto principal de la primera de las dos películas que realizó Fleischer sobre asesinos en serie.

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