2021 junio
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Tercera entrega de una especie de trilogía de películas del realizador británico Edgar Wright, formada inicialmente por "Shaun of the Dead" (2004) y "Hot Fuzz" (2007), en la que Simon Pegg y Nick Frost vuelven una vez más a los papeles protagonistas. En esta ocasión, lo que inicialmente parece una comedia sobre unos amigos que, rondando los cuarenta años de edad, se reunen de nuevo para realizar una loca gira por los bares del pueblo en el que vivían cuando eran adolescentes, toma un giro de ciento ochenta grados y se convierte rápidamente en una parodia del cine sci-fi del estilo de "The Invasion of the Body Snatchers" en sus diferentes versiones, cuando los amigos descubren que el pueblo está tomado por unos robots extraterrestres que han sustituido a los verdaderos habitantes del mismo. Los resultados son simpáticos, pero muy irregulares, ya que cuanto más estruendosa se vuelve la narrativa, peor funciona, siendo la química entre los intérpretes o algunos detalles de la puesta en escena de Wright lo mejor del film, y en dicho aspecto, funcionan mejor algunos de sus otros films.

Adaptación de una novela de Robert Marasco, escrita para la pantalla por el director Dan Curtis y uno de los dos autores de la novela de "Logan's Run", William F. Nolan. El argumento gira en torno a una familia (una pareja, Karen Black y Oliver Reed, Bette Davis, la tía del marido, así como un niño) que alquila a un precio muy bajo una mansión en el campo para pasar el verano juntos y en tranquilidad. Sin embargo, la casa, arrendada por dos hermanos (Eileen Heckart y Burguess Meredith) esconde algún extraño secreto relacionado con la anciana madre de los dueños, la cual vive en la casa sin salir de su habitación y debe permanecer en la misma durante el período de alquiler. Se trata de una película muy irregular, con esforzadas interpretaciones de una pareja ya de por sí tan extraña como la formada por Karen Black y el británico Oliver Reed, pero que desaprovecha algunas buenas ideas y un desarrollo que no está exento de interés en gran parte por la torpe dirección de Dan Curtis, un realizador que demuestra unas enormes limitaciones especialmente en lo relativo a la puesta en escena y que, mediada la proyección, pierde claramente el control sobre el relato.

Oscura adaptación de una obra de teatro de John Hopkins, escrita para la pantalla por el propio autor y filmada por el norteamericano Sidney Lumet en Inglaterra, en el mismo año en que estrenó otro clásico como "Serpico". En la cinta que nos ocupa, Sean Connery interpreta a un sargento de la policía, con veinte años de servicio a sus espaldas, que investiga el caso de un supuesto violador (Ian Bannen) de chicas jóvenes. Sin embargo, durante el interrogatorio, el personaje de Connery pierde los estribos y golpea al sospechoso en comisaría. "The Offence" tiene mucho más de película de análisis psicológico que de un thriller al uso, con una trama de investigación que interesa muy poco o nada a los cineastas, los cuales se centran en la violenta reacción del personaje de Connery a través de los diálogos con su esposa (Vivien Marchent) o uno de los altos cargos policiales (Trevor Howard). Los resultados son buenos, especialmente en lo relativo al capítulo interpretativo (como no podría ser de otra manera con Lumet, claro está), pero es una película que se separa poco de sus orígenes teatrales y con largas escenas de diálogos que a veces parecen demasiado estirados, de modo que no se encuentra entre lo mejor de su autor y mucho menos entre lo más conocido, ya que fue un fracaso de público.

Típica producción de Don Simpson y Jerry Bruckheimer, que de alguna manera, viene a trasladar el argumento de películas como “Rocky” (1976) al mundo de la danza: una joven (Jennifer Beals) trabaja durante el día en una fábrica como soldadora y por la noche baila en un club nocturno. Su sueño es convertirse en una bailarina profesional y acudir a una prestigiosa escuela de danza. Mientras tanto, inicia una relación con el dueño de la fábrica (Michael Nouri). El guión de “Flashdance” fue co-escrito por Joe Eszterhas (“Basic Instinct”) pero carece de cualquier tipo de progresión dramática, no siendo más que una mera excusa para proporcionar una increíble sucesión de números de baile o de danza que, de manera independiente, parecen videos musicales o incluso anuncios publicitarios, campo en el que el realizador británico Adrian Lyne, futuro director de “Nine and a Half Weeks” o “Fatal Attraction”, su mejor trabajo, era un consumado experto. Los resultados a nivel narrativo son, por lo tanto, más bien ínfimos, aunque algunas de las canciones o la banda sonora de Giorgio Moroder, puede que justifiquen el visionado de una película que anticipó el estilo de obras posteriores como “Top Gun” (Tony Scott, 1986) justo en la época en que se consolidó la MTV.

Adaptación cinematográfica de una novela de Judith Rossner, basada a su vez en la historia real acaecida en Nueva York en 1973. Escrita y dirigida por el veterano Richard Brooks, esta versión sigue los pasos de Theresa (Diane Keaton), una joven profesora de niños sordos que, durante la noche, acude sola a bares y ambientes nocturnos a fin de encontrar hombres con los que mantener relaciones. Pero éstas cada vez irán convirtiéndose en más y más extrañas y tortuosas, con un evidente proceso de degradación de su protagonista, que lucha con sus demonios interiores hasta llegar a un dramático desenlace. Se trata de un film polémico, por la temática que aborda y por la forma en que lo hace (por mucho que se base en un suceso real), que no resulta agradable ni reconfortante, y cuya falta de disponibilidad (nunca ha sido editado en condiciones mínimas de calidad por problemas de derechos sobre su banda sonora) le otorga un aura todavía más extraña. En cualquier caso, se trata de un film con una imponente composición del personaje principal por parte de Diane Keaton, lleno de sombras, traumas, miedos e inseguridades, que retrata muy bien los ambientes nocturnos en la época justo anterior a la aparición del SIDA y justo en el mismo año en que Keaton obtuvo el Oscar a la mejor actriz por “Annie Hall”. Muy bien secundada por Tuesday Weld, William Atherton, Richard Kiley, LeVar Burton, Alan Feinstein y por Richard Gere e incluso Tom Berenger en algunos de sus primeros papeles importantes, “Looking For Mr. Goodbar” desde luego que merece la pena ser vista a pesar de su irregular desarrollo (el montaje parece indicar que fue en origen un film mucho más largo que sus 130 minutos de metraje), aunque únicamente sea por su extraño tono incluso para el cine de Hollywood de los 70 o, desde luego, por su brutal conclusión, la misma de la novela o de la historia real, que fue rodada sin ningún tipo de concesión al espectador.

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