Adaptación de una novela de Robert Marasco, escrita para la pantalla por el director Dan Curtis y uno de los dos autores de la novela de «Logan’s Run», William F. Nolan. El argumento gira en torno a una familia (una pareja, Karen Black y Oliver Reed, Bette Davis, la tía del marido, así como un niño) que alquila a un precio muy bajo una mansión en el campo para pasar el verano juntos y en tranquilidad. Sin embargo, la casa, arrendada por dos hermanos (Eileen Heckart y Burguess Meredith) esconde algún extraño secreto relacionado con la anciana madre de los dueños, la cual vive en la casa sin salir de su habitación y debe permanecer en la misma durante el período de alquiler. Se trata de una película muy irregular, con esforzadas interpretaciones de una pareja ya de por sí tan extraña como la formada por Karen Black y el británico Oliver Reed, pero que desaprovecha algunas buenas ideas y un desarrollo que no está exento de interés en gran parte por la torpe dirección de Dan Curtis, un realizador que demuestra unas enormes limitaciones especialmente en lo relativo a la puesta en escena y que, mediada la proyección, pierde claramente el control sobre el relato.
Rodada íntegramente en localizaciones naturales durante 30 días durante el verano de 1975, el director de fotografía Jacques R. Marquette fue el encargado de filmarla. Se trata de un operador bastante desconocido, que estuvo activo durante algo más de tres décadas, desde mediados de los años 50, hasta finales de los años 80. Gran parte de su trabajo fue televisivo y no tiene títulos populares en cine, hasta el punto que el más conocido de todos ellos precisamente es «Burnt Offerings». En TV, en cambio, participó en series como «The Alfred Hitchcock Hour», así como «The Great American Hero» o «North and South» ya en los 80. Después del crédito de Marquette, la película lleva un crédito completo de fotografía adicional para Stevan Larner [ASC], lo cual parece indicar que Larner sustituyó a Marquette en algún punto del rodaje y que alguien en la producción así quiso dejarlo explícito, pues cuando suceden este tipo de sustituciones, lo normal es que el operador que termina el rodaje posea un pequeño crédito al final de la proyección. Larner es un operador más conocido, que además de ser un reconocido profesor de cinematografía, se encargó de terminar también «Badlands» (Terrence Malick 1973), así como de películas como «Gray Lady Down» (1978) o un segmento de «Twilight Zone: The Movie».
Sin conocer ningún tipo de detalle de la producción siempre es dificil aventurar qué operador se hizo cargo de cada parte, pero en este caso disponemos de varias pistas que parecen indicar que Marquette se hizo cargo de gran parte de los exteriores y de algunos interiores, siendo obra de Larner la otra mitad de estos últimos. Ello se debe a que normalmente este tipo de producciones comienzan rodando los exteriores para tener la posibilidad de rodar interiores y cubrirse en el caso que el clima no sea propicio, lo que indicaría que el operador original, Marquette, habría rodado las escenas en los jardines y la piscina. Ello además encaja porque dichas escenas poseen el rasgo que caracteriza a todos los exteriores y parte de los interiores del film: el uso de un filtro de niebla (tipo Fog o Double Fog) de gran intensidad (2 o 3, al menos) que hace que todas estas escenas estén envueltas en un fortísimo aspecto nebuloso, con las altas luces creando notables halos, negros lavados y una resolución que ciertamente es pobre. Es cierto que este tipo de aspecto era el que estaba de moda en la época, pero aquí el uso no solo es exagerado sino que jamás está justificado y perjudica mucho a la imagen de la película, que simplemente por este hecho, aunque tiene muchos otros problemas, ya luce tremendamente desfasada.
Como indicábamos, parte de los interiores también adolecen de este defecto, el uso de un filtro tipo Fog muy denso que emborrona la imagen por completo. Pero sin embargo, misteriosamente o no, otras escenas parecen rodadas sin ningún tipo de filtro o, quizá, con uno en un grado de densidad mínima. Estando la película firmada por dos directores de fotografía diferentes, es muy probable por lo tanto que Marquette sea responsable de unos dos tercios del material y Larner del resto, rodado sin filtros y de forma mucho menos molesta y directa. Sin embargo, aunque Larner era un buen operador, el estilo de todo el film es parecido y también luce anticuado por su uso de luces duras, sin difuminar en absoluto y sin justificación alguna, en todo momento. Es decir, adoptando un estilo que en 1976 ya estaba desfasado, Marquette obvia cualquier tipo de consideración respecto a cuáles serían las fuentes naturales de luz de cada localización y plantea una luz típica del Hollywood de los años 50, pero ejecutado a la manera televisiva, con un rodaje rápido y un estilo plano, acartonado y absolutamente carente de interés, excepto el que suscita pensar en qué estarían pensando (valga la redundancia) los cineastas al filtrar las imágenes de esa forma. Larner, si nuestra teoría es la correcta, poco puede hacer ante esto, seguramente corrigiendo como indicábamos el grave problema del filtraje, pero manteniendo las luces duras seguramente porque tras ver los «dailies» del operador anterior, tuviera que seguir su estilo en cierto modo.
Para terminar de arreglar las cosas, el realizador Dan Curtis renuncia por completo a mover la cámara en travellings y utiliza el zoom (seguramente el Angenieux 20-120mm T2.9) durante absolutamente toda la película, siendo absolutamente frecuentes los zooms de aproximación o alejamiento en muchísimas tomas de la película, cuando en realidad ese tipo de correcciones o movimientos deberían de ser de traslación de la cámara y no de ampliación de la imagen. Curiosamente además, este tipo de planos y de puesta en escena están presentes en todo el metraje, de modo que solo cabe achacárselos al director y no a ninguno de los dos directores de fotografía involucrados en la producción.
El resultado por ello es muy pobre, de un nivel muy, muy bajo, entre lo erróneo del planteamiento estético con ese tipo de filtraje y la imagen creada a base de luces duras, que hace que el aspecto sea ya impropio de la época en que fue rodado el film y que haya envejecido mucho peor de lo que debiera. Y ello es una pena, puesto que es una película que en otras manos podría haber dado bastante de sí, siendo prueba de ello que incluso en las de Curtis y en las de Marquette el argumento y los actores sostienen el film al menos hasta la mitad del metraje, aunque posteriormente el asunto se agote y quede resuelto de la manera más previsible posible.
Título en España: Pesadilla Diabólica
Año de Producción: 1976
Director: Dan Curtis
Director de Fotografía: Jacques Marquette
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: fotografía adicional de Stevan Larner, ASC
Vista en HDTV