Una de las primeras y exitosas producciones del cineasta francés Luc Besson, rodada entre “Le Grand Bleu” (1988) y “Léon” (1994), que tiene como protagonista a una joven conflictiva (Anne Parillaud) que, tras ser arrestada por un asesinato cometido durante el robo de una farmacia, es reclutada por un servicio secreto francés como asesina, para encargarse de las más dificiles y peligrosas misiones. Sin embargo, terminado su largo período de entrenamiento, una vez está de nuevo en la calle y con otra identidad, comienza una relación que hace que su nuevo oficio peligre. Lo mejor de este film son sin duda algunas de sus set-pieces y secuencias de acción, además de la esforzada labor de Parillaud para interpretar todos los reversos del complicado personaje principal, puesto que el guión contiene demasiados giros y elipsis que nunca están bien explicados por el director (a veces parece como si faltase metraje en la película), que hacen que lo que podría haber sido un sólido e interesante thriller se quede simplemente en uno tan interesante como irregular. Atención a la aparición de Jean Reno en un rol similar al futuro “señor Lobo” de “Pulp Fiction”. Tcheky Karyo, Jeanne Moreau y Jean-Hugues Anglade son los secundarios principales de la trama.
El director de fotografía fue el también francés Thierry Arbogast [AFC], en la primera de sus catorce colaboraciones (por el momento) con el realizador Luc Besson; es decir, toda la carrera del cineasta como director, excepto “Le Grand Bleu” (1988) y las dos películas anteriores de Besson, de las que se hizo cargo Carlo Varini. Por consiguiente, la carrera de Arbogast está absolutamente ligada a títulos como la citada “Léon”, “The Fifth Element”, “Joan of Arc” o “Lucy”, que son algunos de los títulos más populares de Besson. Fuera de su trabajo con este director, Arbogast ha colaborado con Emir Kusturica (“Black Cat, White Cat”, 1998), con Patrice Leconte (“Ridicule”, 1996), con el norteamericano Brian de Palma, seguramente admirador de estos primeros thrillers de Besson, en “Femme Fatale”, así como con McG, más recientemente, en “Three Days to Kill” (2014). Además del premio César a la mejor fotografía que obtuvo por “The Fifth Element”, también ha ganado dicho premio en dos ocasiones más: “Le Hussard Sur Le Toit” (1995) y por “Bon Voyage” (2003), ambas a las órdenes de Jean-Paul Reppeneau.
La fotografía de “Nikita” destaca, como también la de “Léon”, por el uso del formato panorámico anamórfico que lleva a cabo Luc Besson, un cineasta que curiosamente, después de haberlo empleado siempre en sus primeras películas, lo desterró por completo desde “The Fifth Element” y únicamente ha vuelto a emplearlo de manera ocasional desde aquél momento. En esta ocasión, las lentes empleadas no fueron las habituales Panavision, sino que la producción recurrió al formato Technovision, originalmente creado por Henryk Chroscicki para “L’Innocente” (Luchino Visconti, 1976) y “Apocalypse Now” (Francis Coppola, 1979), sobre la base de añadir un elemento anamorfizador frontal a series de lentes Cooke Speed Panchro. Aunque Technovision posteriormente adaptó otras series de Zeiss al anamórfico, lo cierto es que por el tipo de imagen que proporcionan las lentes de “Nikita”, incluyendo sus flares blancos en lugar de azulados, es probable que se tratase de una de esas primeras series empleadas por Vittorio Storaro en Filipinas. Y la película destaca por el anamórfico no solo por los llamativos movimientos de cámara que diseña Besson, sino sobre todo, por el empleo de angulares, a veces extremos (entre un 25mm y un 32mm en anamórfico, que equivalen a un 12mm y un 16mm en esférico y con el ancho 2.4:1), que tienen un efecto todavía mayor porque estas lentes Technovision poseían o poseen una distorsión de barril bastante más llamativa que las focales equivalentes en las series “C” o “E” de Panavision, que serían sus equivalentes en el fabricante norteamericano.
A pesar que el film comienza con una secuencia nocturna con una luz azul muy intensa, que da pie a pensar que nos vamos a encontrar ante una imagen tremendamente estilizada y poco enraizada con la realidad, lo cierto es que dicha sección es más bien un espejismo, ya que posteriormente el trabajo de Arbogast no sigue esa línea, ni mucho menos. De hecho, durante las largas secuencias que muestran como Parillaud es educada o entrenada como asesina, la iluminación es tipo industrial, con fluorescentes o pantallas cenitales que hacen que el aspecto sea incluso un poco plano, excepto cuando en los primeros planos Arbogast añade algo de relleno negativo o un poco de luz lateral sobre los personajes. Por supuesto, hay algunas escenas en las que estos fluorescentes muestran algo de color (tipo Daylight en una emulsión de tungsteno), pero no es una película en la que el operador busque un lucimiento especial con su luz. En las escenas que tienen lugar en localizaciones o construcciones de plató (más bien) con aspecto más mundano, Arbogast emplea una mezcla de luz suave, con papel difusor en unas ventanas a través de las cuales nunca podemos ver, con aparatos que hacen que entre luz dura por esas mismas ventanas, creando efectos solares que consiguen que los decorados lleguen a parecer lo que no son: localizaciones reales.
Arbogast también pone especial énfasis en retratar bien a Anne Parillaud, en este caso la protagonista absoluta de la película, con una luz que muestra bien su transformación desde la vulgar delicuente inicial, hasta la asesina sofisticada en que llega a convertirse, en una labor en la que el departamento de maquillaje y el cambio en el estilismo también juegan un rol importante. El resultado es que el espectador sí que llega a creer ese cambio o transformación, esencial para el éxito del film, aunque la luz en general siempre parece que está en un segundo lugar para los cineastas, que prestan más atención a la cámara y sus movimientos que a crear ambientes o escenas de un interés estético a través de la iluminación. Claro que con angulares tan extremos (el 40mm anamórfico quizá sea la focal más habitual del film), Arbogast tampoco lo tenía fácil, pero en esencia, realiza una labor lumínica suficiente pero en la que siempre va uno o incluso dos pasos por detrás de lo que hace el director con su cámara. De modo que los resultados, siendo interesantes y modernos, podrían ser mejores, en el caso de que la balanza cámara/luz hubiera estado algo más equilibrada en lugar de inclinarse de forma tan clara hacia la primera de ellas.
Título en España: Nikita, Dura de Matar
Año de Producción: 1990
Director: Luc Besson
Director de Fotografía: Thierry Arbogast, AFC
Ópticas: Technovision
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Technovision), 2.4:1
Vista en HDTV