Adaptación televisiva de la novela de Stephen King, escrita por Paul Monash, quien ya se había encargado de llevar a la pantalla la primera adaptación de uno de los libros del escritor, al producir “Carrie” (Brian de Palma, 1976). La acción de “Salem’s Lot” tiene lugar en un pequeño pueblo de Nueva Inglaterra, al que se desplaza un escritor (David Soul) interesado en escribir sobre una siniestra mansión situada en lo alto del pueblo. La misma ha sido adquirida recientemente por un anticuario (James Mason), que resulta ser la mano derecha de un vampiro que habita en su sótano. Con la ayuda de algunos de los lugareños, el escritor tratará de desenmascarar a los vampiros. En manos del realizador Tobe Hooper (“The Texas Chainshaw Massacre”, “Poltergeist”), esta versión de “Salem’s Lot” (que fuera de EEUU fue estrenada en cines en un montaje recortado) es muy irregular, alternando algunas secuencias de terror efectivas con otras ridículas, así como bastantes secuencias de relleno para llegar a las tres horas del formato televisivo. De modo que es probable que la versión cinematográfica de algo menos de dos horas fuera más efectiva. Bonnie Bedelia, Geoffrey Lewis, George Dzundza, Lew Ayres y Lance Kerwin, entre otros, forman el reparto de secundarios.
El director de fotografía fue Jules Brenner, un operador poco conocido que trabajó desde finales de la década de los 60 hasta comienzos de los 90. En su filmografía hay tres películas que destacan mucho sobre el resto: una de ellas fue el único largometraje dirigido por el famoso guionista (y uno de los “Hollywood Ten” de la lista negra del senador McCarthy), Dalton Trumbo. Hablamos por supuesto de “Johnny Got His Gun” (1971), la famosa cinta acerca de un soldado amputado y sin habla en una cama de un hospital. La segunda de ellas es otro debut, en este caso, de un cineasta con mucha más trayectoria tras las cámaras, John Milius, con “Dillinger” (1973). Y la tercera, “The Return of the Living Dead” (1985), nuevamente otro debut tras las cámaras de otro guionista famoso, en este caso, Dan O’Bannon. El resto de la filmografía de Brenner son películas para televisión o para cine, pero desgraciadamente, de escaso interés.
Rodada de forma muy rápida para los estándares del cine americano de la época (al que trata de aproximarse, más incluso que al medio televisivo al que iba destinada la mini-serie), los cineastas dispusieron de casi ocho semanas de rodaje para rodar las tres horas de metraje, teniendo en cuenta que había secuencias con complicados efectos especiales y de maquillaje. Ello quizá redunde en que la fotografía también es muy irregular. Partimos de la base de que lógicamente, aunque la idea fuera estrenar en cines en Europa, el destino principal de la misma era la televisión, en donde a finales de los 70, primeros de los 80, era complicado emitir imágenes tan oscuras como es posible técnicamente en la actualidad. Por ello no es extraño, ni demasiado criticable, que muchas de las secuencias nocturnas empleen luces puntuales y creen claroscuros en los que es bastante sencillo poder ver bien la acción en las partes importantes de la imagen. La buena noticia es que este tipo de secuencias están bien hechas, de modo que contrastan mucho con algunas escenas más cotidianas en las que el estilo tiene mucho más que ver con las teleseries de la época (con altos niveles, luz dura y abundante relleno, con un estilo más plano) que con una buena fotografía de cine de finales de los 70.
Como era costumbre en la época, hay bastantes secuencias que recurren a filtros tipo Fog, tanto en exteriores nocturnos (en los que seguramente se usarían para contrarrestar los efectos del revelado forzado) con en algunos exteriores diurnos. A veces, cuando el efecto aparece sobre los faros de los coches, por la noche, despista bastante, pero en exteriores diurnos, cuando los cielos están nublados, a veces produce un aspecto suave y difuso que queda bastante bien y que produce tonos apastelados. El problema es que Brenner no termina de decidirse entre rodar con este tipo de filtros y rodar limpio, de modo que la imagen va dando pequeños saltos porque hay momentos en que no hay filtros, o bien éstos no son tan aparentes. Eso sí, el director de fotografía siempre emplea diafragmas generosos y ello produce un buen rendimiento óptico que complica mucho discernir el tipo de lentes. Algunas fotos de rodaje muestran cámaras ARRI BL, lo que seguramente, aunque sea por descarte, implique que las lentes eran Cooke Speed Panchro, ya que apenas hay planos con zoom en todo el metraje.
Así pues, dentro de un aspecto que es irregular, al menos las secuencias de terror puro, el plato fuerte de la función, están bastante bien resueltas, aunque sin demasiadas florituras. Más extraño se hace ver un producto de estas características en formato 4/3, por las lógicas limitaciones impuestas por la televisión, aunque lo cierto es que el film parece más bien compuesto para un ratio tipo 1.66:1, lo suficiente para tener un buen compromiso entre la televisión y la exhibición cinematográfica. Ello hace que los grandes angulares extremos en formato anamórfico de algunas de las películas de Hooper, como la citada “Poltergeist” o “Lifeforce”, brillen por su ausencia, siendo además la labor del realizador detrás de las cámaras bastante anónima y descafeinada. Por lo tanto, no es una miniserie especialmente destacable y ni siquiera el paso del tiempo la ha hecho envejecer demasiado bien, salvo en contados minutos de su amplísimo metraje.
Título en España: El Misterio de Salem’s Lot
Año de Producción: 1979
Director: Tobe Hooper
Director de Fotografía: Jules Brenner
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.33:1
Vista en Blu-ray