The Pianist
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The Pianist

Adaptación del libro autobiográfico de Wladyslaw Szpilman, el pianista polaco y judío que sufrió en primera persona las consecuencias de la invasión nazi de Polonia y la Segunda Guerra Mundial. Primero, al ser confinado, junto a su familia, en el ghetto de Varsovia y, después, porque tras evitar que le enviaran a los campos de concentración, tuvo que vivir escondido durante años en la ciudad y posteriormente en las ruinas de esta, pasando hambre, miedo y todo tipo de penurias. Roman Polanski, que había sufrido el holocausto en primera persona, fue el cineasta encargado de trasladar a la pantalla el libro de Szpilman y, como siempre, eligió un aproximamiento en primera persona hacia los acontecimientos, que están narrados siempre bajo el punto de visto del protagonista (Adrien Brody, ganador del Oscar), cuyo deterioro físico y mental está muy bien medido a lo largo de la proyección. El resto de apartados de esta producción europea estuvieron a la altura de las circunstancias y, por ello, una de las mejores películas del realizador franco-polaco obtuvo premios como los del Festival de Cannes, los Premios César en Francia, o el Oscar al mejor director de la Academia de Hollywood, que Polanski no pudo ir a recoger en persona como consecuencia de sus problemas con la justicia norteamericana.

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El director de fotografía fue el polaco Pawel Edelman [PSC], con el que Polanski inició una colaboración que se ha mantenido en sus siguientes películas (“Oliver Twist”, “The Ghost Writer”, “Carnage” y “Venus in Fur”). La colaboración con Edelman llegó después de que el realizador contara con Darius Khondji en la fallida “The Ninth Gate” y de que dos de los operadores que había usado en sus películas anteriores, Witold Sobocinski y Tonino Delli Colli, se hubieran retirado ya del cine por razones de edad. Tras el éxito de “The Pianist”, la carrera de Edelman, que hasta entonces se había desarrollado exclusivamente en su país natal, pareció despegar en los EEUU con títulos como “Ray” (Taylor Hackford, 2004) –con nominación de la American Society of Cinematographers– o “All The King’s Men” (Steven Zaillan, 2006), pero lo cierto es que desde entonces, apenas ha trabajado fuera de Polonia si no ha sido para el propio Polanski.

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“The Pianist” fue rodada en Polonia y Alemania con diseño de producción de Allan Starski (“The Schindler’s List”), lo que da una idea del rigor con el que Polanski decidió rodar su propia película sobre el Holocausto. Los diseños y localizaciones escogidas, con la ayuda de algunos efectos digitales creados por ordenador, trasladan muy bien al período 1939-1945, que es el que abarca la producción. La fotografía de Edelman tiene como principal cometido trasladar al espectador al mismo período y que éste lo interprete como auténtico y veraz; la sombra del enorme trabajo de Janusz Kaminski en la película de Steven Spielberg era alargada y, por supuesto, evitaba que la película de Polanski fuera rodada en blanco y negro, medio que los espectadores, debido a su asociación con las imágenes verdaderas del conflicto, automáticamente interpretan como más real. Así pues, Edelman realiza un trabajo en color, pero el color de “The Pianist” está muy reducido por su diseño de producción y de vestuario, con una gran preponderancia de tonos grises, marrones y verdes, que crean una paleta muy restringida y más cruda a medida que avanza la proyección.

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Los interiores de Edelman tienen una aparente inspiración naturalista y utilizan grandes fuentes de iluminación a través de las ventanas siempre que le es posible. A lo largo del film, son muchas las ocasiones en las que se proyectan haces de luz a través de las mismas y algo de humo en el interior sirve para remarcar los efectos de los mismos. Incluso en bastantes momentos, Edelman hace que estas luces tengan un cierto tono cálido que simula en los interiores que en el exterior hay un día soleado. Sin embargo, Edelman no hace que sus ventanas sean una única fuente de luz, sino que a lo largo de todo el film se muestra muy obsesionado en que todos los personajes estén muy modelados por su luz, de modo que dentro de las propias localizaciones o de los decorados construidos para la ocasión, introduce múltiples fuentes de luz que coinciden en temperatura de color con la de las ventanas, pero no obedecen a ninguna lógica naturalista, sino al deseo de Edelman de hacer que los actores y la película luzcan bien (véase al respecto la escena inicial en casa de Szpilman, entre éste y su familia).

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Como consecuencia, la película peca en general de un exceso de luz, como si el operador estuviera excesivamente pendiente de iluminar a los actores en lugar del decorado; este exceso no se manifiesta en el sentido de que las imágenes sean planas o que tengan un excesivo relleno (ya que el contraste sigue siendo alto en muchas ocasiones), sino que las múltiples fuentes de luz son muy obvias a lo largo de la proyección y restan crudeza y naturalismo a la imagen, que rara vez adquiere la fuerza que se le presupone como consecuencia de esto. Edelman, además, tiene una notable tendencia a dejar que sus noches queden muy luminosas, lo que es evidente en sus escenas en las calles, rodadas con HMIs de gran potencia situados siempre a contraluz como luz dura, especialmente durante las escenas entre Adrien Brody y Thomas Kretschmann, cuya luminosidad es tan alta en interiores y exteriores que fácilmente podrían confundirse con escenas diurnas (no hablamos del rayo de luz proyectado sobre Szpilman mientras toca el piano, por tratarse de un efecto evidentemente teatral). No obstante, la enorme luminosidad de las noches podría tratarse de un defecto de la copia en HDTV, puesto que el autor de estas líneas no recuerda este defecto en su pase en 35mm.

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La puesta en escena de Polanski no sólo es típica del realizador en tanto que sigue siempre en primera persona al protagonista, sino que como es habitual en él, utiliza focales angulares prácticamente en exclusiva. Así pues, la totalidad o casi la totalidad de “The Pianist” parece rodada con focales en torno al 24mm y 28mm, incluyendo los primeros planos, lo que hace que los rostros se deformen un poco y que los actores y los personajes tengan una presencia más cercana en pantalla, especialmente cuando la cámara de Polanski se sitúa muy cerca de los mismos. A pesar de la renuncia al formato panorámico, las composiciones de imagen son muy acertadas, tanto en las secuencias que siguen a Brody exclusivamente como en las que incluyen un mayor número de extras, y la presencia del ojo de Polanski para el encuadre siempre es perceptible tras las cámaras. Transcurrida más de una década desde su estreno, el aspecto visual de “The Pianist” no sale excesivamente bien parado por los problemas indicados en el aproximamiento lumínico de Pawel Edelman, e incluso su reconocimiento en los premios de aquélla temporada (con candidaturas a los más importantes) parece exagerado y quizá, justificado en el arrollador éxito que tuvo la propia película entre público y crítica, a pesar que el realizador polaco ofrece algunos momentos de gran interés visual que su director de fotografía rara vez explota al máximo.

Título en España: El Pianista
Año de Producción: 2002
Director: Roman Polanski
Director de Fotografía: Pawel Edelman, PSC
Ópticas: Zeiss Ultra Prime
Emulsión: Kodak 5277 (320T) & 5279 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: 2K Digital Intermediate
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom), American Society of Cinematographers (nom), British Society of Cinematographers (nom), BAFTA (nom)

Vista en 35mm & HDTV

© Ignacio Aguilar, 2015.



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