Producción ambientada en los años 70, que tiene como protagonistas principales al director y los periodistas del mismo periódico que poco tiempo después destapó el escándalo Watergate que acabó costándole la presidencia de los EEUU a Richard Nixon. Pre-producida, rodada y estrenada en un tiempo de solo nueve meses, en la misma Steven Spielberg narra un caso anterior, cuando la filtración de unos informes encargados por el entonces Secretario de Defensa Robert McNamara revelaban que los EEUU habían sabido desde los tiempos de Kennedy que la de Vietnam era una guerra imposible de ganar, a pesar de lo cual, todos los gobiernos sucesivos, incluyendo el de Nixon en aquél momento, habían seguido enviando armas y soldados y mintiendo a la opinión pública. Tom Hanks interpreta a Ben Bradlee, el director del periódico, el mismo rol por el que Jason Robards ganó un Oscar en “All The President’s Men”, mientras que Meryl Streep es su jefa, la hija del fundador, que se enfrenta al dilema de publicar una noticia que puede destruir el periódico. Los resultados globales son satisfactorios, con algunos ratos de buen cine (esa llamada a varias bandas), pero por lo general el film funciona mejor cuando Spielberg se centra en Hanks o la búsqueda de informaciones que en Streep, cuyos dilemas y problemas familiares tienen escaso interés.
El director de fotografía es otra vez el polaco Janusz Kaminski, que ha filmado todas las películas de Steven Spielberg desde que lo fichara para rodar “Schindler’s List” en 1993, por la que ganó el primero de sus dos Oscar (el segundo sería por “Saving Private Ryan” en 1998). Kaminski trabaja casi en exclusiva para Spielberg, ya que desde que comenzaron su relación profesional las ocasiones en que ha trabajado para otros directores en cine se pueden contar con los dedos de una mano. Es un director de fotografía capaz de lo mejor y de lo peor, en el sentido más amplio y extenso de la expresión, e incluso es capaz de lo mejor y de lo peor dentro de una misma película. Tendente muchas veces al exceso (de humos, de filtros, de reflejos, de infinitos colores pastel, etc.), tocó fondo con el desastre de “Indiana Jones and The Kingdom of Crystal Skull” (2008), con la que demostró un increíble egoismo al intentar llevarse el legado de Douglas Slocombe en la trilogía original a su propia visión de cualquier película (humo, filtros, reflejos, colores pastel, etc). Si en aquél momento Spielberg no decidió prescindir de él es muy posible que nunca jamás veamos otra película del cineasta judío sin el molesto polaco a su lado.
En el caso de “The Post”, se trata de la vuelta de Spielberg y Kaminski al formato convencional esférico 1.85:1 (aunque en este caso rodando en tres perforaciones en Super 35), algo que no llevaban a cabo desde “War of the Worlds” en 2005. Ello seguramente tenga su explicación en que Spielberg, como ha declarado en varias ocasiones, siente que las relaciones de aspecto panorámicas, bien en esférico o bien en anamórfico, requieren de algo más de tiempo para componer en las mismas como es debido, por lo que siendo “The Post” un film cuya producción global ha sido tan acelerada (hasta el punto que el anterior film de Spielberg, “Ready Player One”, se ha estrenado después, ya entrado 2018), no sería de extrañar que ésta fuera la explicación respecto de la elección del formato. En cualquier caso, es un film en el que el director, aunque sea con cuentagotas y de forma esporádica al mostrarse bastante contenido, muestra su habitual dominio de la cámara y las composiciones de imagen en algunas escenas, algo que muchas veces es independiente de si se compone en formato convencional o para pantalla ancha.
Evidentemente, ya que el grueso de la acción está ambientado en 1972, podríamos pensar que además de la consiguiente ambientación de época, Spielberg y Kaminski iban a optar por tratar de conseguir una imagen reminiscente de los films de la época (época en la que por cierto Spielberg ya rodaba sus primeras películas). Pero Kaminski, infinitamente lejos del Gordon Willis que retrató la misma redacción del “Post” en la citada “All The President’s Men”, se cita más bien así mismo en “Munich”, que es el film con el que quizá la imagen de “The Post” tenga más que ver. Son frecuentes aquí, excepto en la redacción, en la que por suerte está atado de pies y manos, los habituales haces de luz del polaco, con el humo (por una vez) justificado en el extendido tabaquismo de los protagonistas y, cuando no hay humo, hay filtros tipo “Classic Soft”, “Black Frost” o “Pro Mist” haciendo acto de presencia para recordarnos quién es el autor de las imágenes. Hay una diferenciación principal y es que las escenas del periódico tienen un color algo azulado (como si estuvieran iluminadas con fluorescentes “daylight” en lugar de los “cool white” –verdosos- de la época), mientras que las escenas de Meryl Streep son las que por lo general tienen el ambiente cálido.
Acostumbrados a lo que es Kaminski –el cual es evidente que tiene carta blanca y hace absolutamente lo que le da la gana en cada producción de Spielberg-, es decir, dentro de los estándares del polaco, la fotografía es bastante pasable en casi todo momento, incluyendo los consabidos momentos en que los personajes están junto a ventanas y tienen fuertes contraluces que los dejan silueteados frente a las fuentes de luz. Incluso tiene cierto cuidado con la apariencia de Meryl Streep (que vuelve a parecer Margaret Thatcher en la película, aunque la culpa es más del estilismo que del director de fotografía) y aunque tiene fallos de raccord inaceptables, hemos de reconocer que se los hemos visto más groseros en el operador polaco. Pero Kaminski cae en varias situaciones que son absolutamente grotescas: la primera de ellas, cuando el personaje de Streep va a visitar al antiguo Secretario McNamara, en la que un aparato de luz se mete entero en plano y a nadie parece importarle (imposible no verlo en el set, imposible no verlo en montaje). Esta situación se repite en la escena final, aunque seguramente el argumento de defensa sea que crea un efecto “bonito” y por eso se ha quedado ahí pretendiendo ser el sol, aunque para casi cualquier espectador que repare en ello es una lámpara en mitad del encuadre. Y finalmente, la fachada del Times en Nueva York está abrasada por HMIs creando sombras infames; estos mismos aparatos crean un inaudito contraluz en la escena en que los personajes acuden al Tribunal Supremo.
Los resultados, aún así, como decíamos y dentro de su irregularidad, son aceptables para los estándares a los que nos tiene acostumbrados el egoismo de Janusz Kaminski, un director de fotografía que no deja lugar a duda que trabaja con total libertad y que hace lo que a él le parece bien y lo que le gusta, sin importarle lo más mínimo ni el género de la película que está rodando ni si lo que a él le parece bien y le gusta apoya a la narrativa del director. Por ello, puesto que es reincidente y muy conocido, el culpable de sus desaguisados (la citada “Indiana Jones” o “War Horse” tienen momentos más trágicos que “The Post”) no es el propio Kaminski, sino Steven Spielberg, que para eso es quien le contrata y se lo permite. Y si lleva haciendo ambas cosas desde hace un cuarto de siglo está claro que es que debe de gustarle mucho lo que hace el polaco o ser muy amigo suyo, ya que su trabajo habitual, salvo excepciones muy localizadas y bien identificadas por la Academia de Hollywood, se encuentra por lo general muy lejos del de los Vilmos Zsigmond, Bill Butler, William Fraker, Douglas Slocombe o Allen Daviau sobre los que el realizador cimentó su éxito e imperio cinematográfico.
Título en España: Los Papeles del Pentágono
Año de Producción: 2017
Director: Steven Spielberg
Director de Fotografía: Janusz Kaminski
Ópticas: Panavision Primo, PVintage & Primo Compact Zooms
Emulsión: Kodak 5213 (200T) & 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 3-Perf Super 35, 1.85:1
Otros: 4K Digital Intermediate
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2018.