Adaptación del libro autobiográfico de Solomon Northup, un músico del estado de Nueva York que, en 1841, fue secuestrado y vendido como esclavo en el sur de los Estados Unidos. El film narra por tanto el cautiverio de Northup, sus penurias y describe una época en que no todos los hombres eran libres en Norteamérica. El cineasta británico Steve McQueen firma así su tercer trabajo cinematográfico, tras la aclamada “Hunger” (2008) y la muy fallida “Shame” (2011) y, contra todo pronóstico (pues el material podría haber dado pie a un producto absolutamente demagógico y/o lacrimógeno), consigue salir airoso con un film bastante sólido y que, aunque dista mucho de ser perfecto, mantiene el interés y juega muy bien sus bazas y equilibrio entre denuncia y academicismo, pues se trata del típico producto ideado para triunfar en los premios Oscar. Chiwetel Ejiofor interpreta el estoico personaje principal, mientras que Michael Fassbender (que recibe el papel peor escrito del relato), Lupita Nyongo’o, Benedict Cumberbacht, Paul Dano, Paul Giamatti y Brad Pitt –también productor de la cinta- se encargan de los roles secundarios.
El director de fotografía es el norteamericano Sean Bobbitt [BSC], un hombre cuya carrera profesional, más allá de los estudios, se ha desarrollado principalmente en Inglaterra, en el campo de los anuncios publicitarios y la televisión. A pesar de ser ya un veterano (55 años), su verdadera oportunidad en el mundo del cine, más allá de segundas unidades o tomas sueltas de algunas películas como “United 93” (Paul Greengrass, 2006), le llegó precisamente de la mano de Steve McQueen, con quien ya había colaborado anteriormente en sus cortometrajes y vídeos experimentales, con las mencionadas “Hunger” y “Shame”. Como aquéllas, “12 Years a Slave” se distingue por su imagen natural, que en este caso, como casi siempre, se ve reforzada al tratarse de un trabajo de época.
Rodada en localizaciones del estado de Louisiana, “12 Years a Slave” es una película que transcurre mayoritariamente en exteriores diurnos, en los que se aprecia un serio intento de captar los mismos de la manera más bella posible, quizá para contrastar de esta forma los terribles hechos que se muestran en pantalla. Ninguno de ellos parece rodado mediando grandes artificios, sino que una cuidada selección de las horas del día en que la luz tiene mayor calidad, algo de relleno negativo para aumentar el contraste o bien algún reflector para rebotar la luz parecen las armas principales de Bobbitt a lo largo de casi todo el film, contando, claro está, con la extraordinaria latitud de exposición de las emulsiones Kodak equilibradas para luz diurna, que permiten constantemente exponer para las sombras y, aún así, mantener unas altas luces muy ricas de detalle y de un aspecto totalmente natural.
Los interiores diurnos, escasos, responden plenamente a la filosofía de Bobbitt en sus dos anteriores trabajos cinematográficos para McQueen, con la utilización de una única fuente de luz lateral suave y puede que incluso, en algún instante, la propia luz disponible en las mismas, que en el resto de circunstancias está nuevamente muy bien recreada por el operador, creando un aspecto de alto contraste en el que los interiores muestran un elevado grado de penumbra en comparación con la luz que se puede discernir a través de las ventanas. Este efecto es especialmente notable en la secuencia que da inicio al cautiverio del protagonista, en la que el contraste es elevadísimo por la intensidad de la luz del exterior y la total ausencia de luz de relleno en un lugar cuyas paredes son oscuras.
Pero en todo film de época, y más aún cuando éste transcurre en la época anterior a la aparición de la luz eléctrica, resulta muy interesante el trabajo de interiores y exteriores nocturnos; empezando por estos últimos, escasos, Bobbitt intenta recrear la luz de la luna con leves toques de luz que nunca son intrusivos y, si bien retienen el aspecto teatral típico de este tipo de secuencias, resultan sin lugar a duda mucho más naturales que las noches de Robert Richardson [ASC] en la infinitamente más estilizada “Django Unchained” (2012). Los interiores nocturnos también se diferencian de los de la película de Tarantino porque Bobbitt lleva a cabo un intento mucho más serio y efectivo a la hora de emplear las fuentes de luz (velas, farolillos, candelabros) en el fotograma, logrando que éstos sean la fuente principal de iluminación (se utilizaron lámparas chinas fuera de cuadro para aumentar los niveles de luz, empleando la técnica clásica del francés Philippe Rousselot [ASC, AFC]). Por supuesto, Bobbitt puede hacerlo –en gran medida- porque no estaba utilizando el formato anamórfico que empleó Richardson en “Django”, sino ópticas Cooke S4 abiertas de diafragma (T/2.0) y forzando la emulsión hasta los 1000 ASA, circunstancia que sí que repercute en una densidad de negros algo pobre, bastante grano y en una merma general de la calidad de imagen.
Calidad que, por otra parte, durante el resto del metraje, es extraordinaria, debido a las características de estas ópticas británicas cuya apariencia de suavidad es mayor que en las de otros fabricantes, a pesar que son capaces de resolver los detalles más mínimos en cuestiones de nitidez. A ello colabora mucho también, por supuesto, el empleo de emulsiones de menor sensibilidad en los exteriores y que McQueen y Bobbitt hayan prescindido del formato de dos perforaciones por fotograma que emplearon en sus obras anteriores, sustituyéndolo por el tradicional Super 35 compuesto para un formato panorámico, que incrementa el área de negativo que se utiliza para la proyección. De esta forma, también las tomas sostenidas de McQueen aguantan mejor en la gran pantalla, aunque ello no pueda evitar que la consistencia de focales sea escasa (se pasa de angulares a teleobjetivos, y viceversa, de manera constante) y que algunas decisiones de encuadre –como la de cortar las cabezas por la frente con mucha frecuencia- sigan siendo muy discutibles.
Con todo, es un trabajo realizado con bastante buen gusto y sin demasiados artificios, que a pesar de algún problema de índole técnico –los relativos al revelado forzado- luce muy bien en la gran pantalla y, sin ningún tipo de dudas, al tratarse de la imagen de uno de los platos fuertes de la temporada de premios, ello hará que Bobbitt también sea candidato a muchos de ellos.
Título en España: 12 Años de Esclavitud
Año de Producción: 2013
Director: Steve McQueen
Director de Fotografía: Sean Bobbitt, BSC
Ópticas: Cooke S4, Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5203 (50D), 5207 (250D) & 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: Digital Intermediate
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2014.