Adaptación de un libro de Dick Lehr y Gerard O’Neill, que narra la verdadera historia de James “Whitey” Bulger (Johnny Depp), un mafioso del sur de Boston que, desde la segunda mitad de la década de los 70 hasta bien entrados los 90, fue confidente del FBI, situación que aprovechó para ser también ser protegido por los agentes federales y crear a su alrededor un imperio criminal. “Black Mass” es la tercera película de Scott Cooper, en la que se ha rodeado de un reparto que incluye a Joel Edgerton, Benedict Cumberbatch, Dakota Johnson, Kevin Bacon o Peter Sarsgaard y ha contado, además, con el apoyo de una importante producción para realizar un más que adecuado trabajo de época. La narrativa de Cooper es muy precisa, aunque quizá esté demasiado inspirada en el montaje y uso de la música de Thelma Schoonmaker junto a Martin Scorsese, aunque para muchos esto suponga un plus y no un problema. El mayor pero del film, por lo demás un retrato al uso de la ascensión y caída de un criminal, quizá sea el maquillaje y la caracterización de Depp, demasiado intrusiva y forzada, así como el personaje de Edgerton y la propia interpretación del actor, que quizá sean lo más flojo del film.
El director de fotografía es el japonés Masanobu Takayanagi [ASC], el cual estudió en el American Film Institute (AFI) y se introdujo en el mundo del cine norteamericano a través de películas independientes y de bajo presupuesto. También, asimismo, Takayanagi ha rodado múltiples segundas unidades para otros directores de fotografía, como Rodrigo Prieto en “Babel” (2005) y “State of Play” (2007), Robert Richardson en “Eat, Pray, Love” (2010) o Anthony Dod Mantle en “The Eagle” (2011). Entre sus trabajos propios, ya como director de fotografía de primera unidad, destacan “The Grey” (Joe Carnahan, 2011), “Warrior” (Gavin Connor, 2011), “Silver Linings Playbook” (David O. Russell, 2012), o “Spotlight” (Tom McCarthy, 2015), además de “Out of the Furnace” (2013), la segunda y anterior película de Scott Cooper. Su estilo y la muy buena progresión de su carrera le auguran desde luego un futuro más que prometedor, si continúa fotografiando proyectos con tan buena acogida crítica y comercial.
Quizá porque se trata de una película de época, quizá porque ya lo emplearon en su anterior película, pero a buen seguro también porque el trabajo prostético y de caracterización de Johnny Depp también lo demandaba, “Black Mass” ha sido rodada por Takayanagi y Cooper no solo en formato panorámico anamórfico, sino que además, haciendo uso de película negativa Kodak de 35mm. Haciendo uso exclusivo de la Kodak 5219 (500T) para todo el metraje y lentes G-Series de Panavision (complementado con teleobjetivos de la serie E, un Angenieux HR 25-250mm modificado para formato anamórfico y un zoom ATZ 70-200mm), Takayanagi forzó todo el material exterior nocturno y todos los interiores, por lo que la película posee una estructura de grano muy aparente y visible que indudablemente no esconde su origen fotoquímico, que a la postre es lo mejor de una fotografía que, como la propia película, es muy sólida e interesante, a pesar de que le falte el puntito justo de inspiración que la hubiera hecho memorable.
Inspirándose en clásicos de los 70 como “The Godfather: Part II” (Francis Coppola, 1974), “All The President’s Men” (Alan J. Pakula, 1976) –ambas fotografiadas por Gordon Willis– o “The Conversation” (Francis Coppola, 1974), Takayanagi ofrece una fotografía urbana que no siempre es exactamente fiel a la época que retrata –en opinión de quien suscribe estas líneas, sus imágenes poseen un excesivo color, especialmente en las que retratan la década de los 70- pero que le queda muy bien en el conjunto. Bajo un principio evidente de rodar la película sin grandes trucos, artificios, movimientos de cámara especialmente complejos o montajes de iluminación excesivamente elaborados, Takayanagi ofrece una buena imitación de la luz de sodio procedente de las farolas para sus exteriores nocturnos, mientras que a través del forzado y de emplear sus lentes a grandes aperturas de diafragma en esos exteriores consigue que las luces integradas en pantalla luzcan lo suficientemente intensas en cada momento. En los interiores nocturnos, un tono cálido también tiende a dominar sus escenas, con la habitual integración de fuentes en pantalla, pero generalmente complementadas por luz suave fuera de cuadro para exponer correctamente el negativo.
Los exteriores diurnos, que a veces usan las focales más largas a disposición de los cineastas, poseen un cierto tono azulado que no está completamente corregido y que muestra el paisaje frío y desangelado del barrio de Boston en el que se desarrolla la historia, un poco en la línea de “The Town” (Ben Affleck, 2010), con una estética muy natural y cercana, que simplemente con el rodaje en celuloide prácticamente lleva por sí sola al ambiente de época. Sin embargo, quizá el planteamiento que más se repite es el de los interiores diurnos, en los que Takayanagi apuesta por un elevado nivel de contraste y oscuridad, con mucha luz suave –como en toda la película- pero fuertemente direccional y justificada en las ventanas de sus decorados o localizaciones. A veces, Takayanagi ofrece buenas referencias a la estética de Willis, como cuando emplea una suave luz cenital sobre los actores, o bien una única fuente de iluminación integrada en el plano (atención al momento, casi final, de Benedict Cumberbatch hablando por teléfono desde la cocina), momentos que quizá sean los más interesantes a nivel estético y que incluso apoyan a la narrativa.
Los resultados, como decíamos, son muy sólidos y muy buenos a lo largo de largos segmentos de la proyección. La película consigue una estética de época muy coherente y, a pesar de los saltos temporales que se producen a medida que avanza la misma, el estilo que Takayanagi aplica es muy unitario y creíble, al contrario que ocurre en otras películas en las que diferentes épocas están retratadas con diferentes técnicas y ello provoca ciertas inconsistencias en el material. Así pues, quizá el mayor defecto que quepa mencionar sobre esta fotografía sea la falta de una voz propia; a pesar de que todo luce muy bien y está muy bien hecho, parece que el director de fotografía japonés todavía puede dar incluso más de sí, si decide asumir riesgos aún mayores e ir por una línea todavía más definida que la que aquí muestra, algo que a tenor de lo que parece que es capaz, es muy probable que pueda hacer en un futuro inmediato.
Título en España: Black Mass
Año de Producción: 2015
Director: Scott Cooper
Director de Fotografía: Masanobu Takayanagi, ASC
Ópticas: G-Series, E-Series & ATZ de Panavision, Angenieux HR
Emulsión: Kodak 5279 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2015.