Killing Them Softly
897
post-template-default,single,single-post,postid-897,single-format-standard,bridge-core-3.3.2,qi-blocks-1.3.4,qodef-gutenberg--no-touch,qode-optimizer-1.0.4,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,vertical_menu_enabled,qode-title-hidden,qode-smooth-scroll-enabled,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-30.8.3,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-8.0,vc_responsive

Adaptación de una novela de George V. Higgins, cuyo argumento es muy tradicional: un par de ladrones de poca monta reciben el encargo de robar a los participantes de una partida de póker, lo que desencadena que un matón (Brad Pitt) deba acabar con sus vidas. Ray Liotta, James Gandolfini, Ben Mendelsohn, Richard Jenkins, Scoot McNairy y Sam Shepard en un breve cameo completan el reparto de la tercera película del neozelandés Andrew Dominik, que resulta casi tan estilizada como su anterior “The Assasination of Jesse James by the Coward Robert Ford” y, aunque no esté tan estirada como aquélla y posea grandes momentos aislados, tampoco resulta satisfactoria por completo por su tono discursivo y un exceso de subrayados que lastran la propuesta.

En esta ocasión, el director de fotografía es el australiano Greig Fraser, el cual, tras haber despuntado en cintas como “The Boys Are Back” o “Bright Star”, comenzó su carrera en EEUU con su estupenda fotografía para “Let Me In”, remake de “Låt den Rätte Komma In/Let the Right One In” o su posterior trabajo en “Snow White and the Huntsman”, en la que su estilo, simple y natural, desgraciadamente nunca terminaba de encajar. En el caso de “Killing Them Softly”, sucede exactamente lo contrario y, acompañado de un cineasta como Dominik, con un notabilísimo interés visual, podría decirse que Fraser da lo mejor de sí mismo con un trabajo que podrían haber firmado, con sus pequeñas diferencias de estilo, nombres de la talla de Lance Acord, Harris Savides o Darius Khondji.

“Killing Them Softly” se caracteriza por su imagen suave, poco contrastada, de negros no profundos y aspecto global cremoso, en el que la utilización del formato panorámico anamórfico a grandes aperturas de diafragma (T/2.0-2.8) para casi toda la película, incluyendo los exteriores diurnos, juega un papel fundamental. Gran parte del film está rodado utilizando la vieja serie de objetivos Super High Speed, de modo que las distorsiones en los fondos, destellos muy característicos o inconsistencia en la nitidez dotan de un estilo muy crudo y aleatorio a la propuesta, muy diferenciado del de una película rodada en formato esférico -sea HD o fotoquímico- con ópticas de última generación tipo Master Prime, Cooke S4 o 5/i. Además, el diseño de producción y de vestuario, así como las localizaciones escogidas en Nueva Orleans, con sus colores grisáceos y marrones a lo largo de toda la proyección, contribuyen aún más –con su aspecto monocromático- a ensuciar una imagen que resulta muy reminiscente de la del thriller de los años 70, por su particular textura y restricción del color.

Lumínicamente, Fraser realiza un trabajo de una apariencia realmente simple, en la que gran parte de las escenas utilizan niveles de luz escasos o muy pocas fuentes o, incluso, a veces una única fuente de luz justificada en las ventanas de las estancias, independientemente de que ésta incida o no en el ángulo óptimo a los actores. En sus exteriores, por ejemplo durante los encuentros entre Jenkins y Pitt en el coche del primero, Fraser parece más preocupado en eliminar luz mediante relleno negativo que en poner luz sobre los actores; en muchos interiores, como en la escena de cierre o durante el atraco, resuelve la situación con unas simples fuentes cenitales integradas en las tomas y, durante las escenas exteriores nocturnas, suele introducir una única fuente grande, difusa y muy alejada de la acción, complementada por algunas más pequeñas en las tomas que imitan la temperatura de color de las farolas o las fuentes existentes en las localizaciones. El resultado de este aproximamiento sencillo y directo es una imagen muy natural, creíble y agradable para el espectador, que posiblemente crea presenciar una película sin iluminación artificial o “no iluminada” (en este aspecto, el único elemento disonante es el primer plano de Brad Pitt en su encuentro con Gandolfini en la cafetería, con una luz natural muy evidente).

Dominik, por supuesto, introduce algunos elementos de estilización de la puesta en escena que llaman bastante más la atención, como algunos encuadres poco ortodoxos en el primer encuentro entre Pitt y Jenkins (hecho disculpable porque se aprecia un interés en cubrir cada una de sus tres escenas en coches de una forma diferente), pero no resulta tan exitoso en un asesinato a cámara lenta que al final se hace demasiado largo, la alteración de la velocidad de obturación durante una tortura o, especialmente en una escena en que uno de sus personajes se droga y la cámara comienza a imitar los efectos de la heroína sobre el personaje, puesto que son recursos que, dentro de lo minimalista que resulta la estética, son demasiado llamativos y distraen al espectador.

Pero quitando estos momentos que parecen propios de otr0 tipo de película, visualmente “Killing Them Softly” es una obra estupenda, de una simplicidad extraordinaria, con un gusto exquisito en su diseño, textura y soberbio trabajo de iluminación en casi todo el metraje, que confirman a Greig Fraser no sólo como uno de los operadores más interesantes de su generación, sino del panorama actual del cine mundial.

Título en España: Mátalos Suavemente
Año de Producción: 2012
Director: Andrew Dominik
Director de Fotografía: Greig Fraser
Ópticas: G-Series y Super High Speed de Panavision
Emulsión: Kodak 5201 (50D), 5207 (250D) y 5230 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: Cámara lenta rodada en Phantom HD. 2K Digital Intermediate

Vista en DCP

© Ignacio Aguilar, 2012.



Language / Idioma