Excepcional recreación de los acontecimientos que tuvieron lugar en Argel (Argelia) entre 1954 y 1957, en la época de la dominación francesa, cuando un grupo denominado Frente de Liberación Nacional inició una guerra de guerrillas y una serie de actos terroristas contra los franceses, que desembocaron en una espiral de violencia en la que cada parte (guerrilleros y franceses) tomaba represalias sobre la otra de forma cada vez más violenta, hasta que los franceses enviaron tropas especializadas a Argel con el fin de acabar directamente con los líderes del Frente de Liberación Nacional. El film acaba con los acontecimientos que en 1962 dieron lugar a la independencia de Argelia, y fue precisamente el nuevo gobierno de país norteafricano el que tomó la iniciativa para realizar este film, basándolo en las memorias de uno de los cabecillas de la rebelión –que por cierto, interpretó un papel en el film- y contactando directamente con el cineasta italiano Gillo Pontecorvo para que lo dirigiese. A pesar de ello, lo cierto es que “La Battaglia Di Algeri” es una cinta que toma un punto de vista relativamente objetivo –aunque más favorable siempre respecto a los argelinos-, mostrando las acciones de ambos lados desde un prisma muy parecido y con una realización y aproximación al material de corte absolutamente documental, con actores no profesionales –con la excepción de Jean Martin como el jefe de los paracaidistas franceses- que traslada al espectador directamente al lugar del conflicto y que detalla tanto el “modus operandi” de los guerrilleros que el film es una absoluta cima del cine sobre terroristas.
El director de fotografía fue el italiano Marcello Gatti [AIC], un operador de la generación de los más conocidos Tonino Delli Colli, Pasqualino de Santis o Armando Nannuzzi, cuyos títulos más destacados, precisamente, son el que nos ocupa, así como sus otros dos trabajos para el realizador Gillo Pontecorvo, “Queimada” (1969) y “Ogro” (1969), además de algún título de Sergio Corbucci, Enrico Maria Salerno, Damiano Damiani o el debut de George P. Cosmatos en la dirección, “Massacre in Rome”. En cualquier caso, a pesar que Gatti no fuera un operador de primera línea, si por algún trabajo ha pasado a la historia del cine, precisamente es por el presente.
La imagen de “La Battaglia Di Algeri” destaca, sin ningún género de dudas, por el aproximamiento absolutamente realista y documental que Pontecorvo y Gatti buscaron en todo momento para sus imágenes en blanco y negro. Para ello, no sólo rodaron en los lugares de la capital argelina en los que realmente sucedieron los acontecimientos que el espectador ve en pantalla, sino que, además, llevaron a cabo un estilo de filmación muy directo, en el que la cámara rara vez permanece estática y la acción es captada mediante continuos movimientos de cámara, con movimientos arriba, abajo, a un lado, al otro, e incluso con frecuentes cambios de focal durante las tomas, con notables movimientos de zoom in o zoom out que centran la atención en un detalle o personaje o, por el contrario, parten de uno y lo disuelven en un plano más amplio. No hay que confundir estas técnicas con la cámara al hombro, que no se utiliza o se utiliza de forma muy esporádica, sino que parece que Gatti utiliza la cámara sobre trípodes para realizar paneos o sobre monópodes de fotógrafo para que el film carezca del típico aspecto sobrio y, casi solemne, del cine de estudio de la época.
Pero no sólo se trata de un trabajo de cámara absolutamente móvil y directo, pues aunque gran parte de la acción parece improvisada e incluso rodada con actores que no son tales, sino habitantes del centro de Argel que ejercían de meros extras o de intérpretes para la ocasión, lo mejor de todo es cómo todas y cada una de las acciones están coreografiadas de manera milimétrica, pues a cada nuevo giro de la cámara, a cada nuevo paneo o a cada nuevo accionamiento del mando del zoom, los personajes y la cámara conforman nuevas composiciones de imagen que parecen cualquier cosa menos improvisadas, con todos los personajes perfectamente distribuidos por el encuadre, sin solapamiento alguno, incluso en las escenas en que aparecen varias decenas de personajes en interiores. Y por supuesto, en los exteriores, no solo durante las escenas de acción, sino durante cualquier instante del film, la dirección de extras es absolutamente sublime y un punto fundamental para entender el éxito y verosimilitud de la propuesta.
La iluminación de Gatti es algo más convencional, aunque en casi todo momento se aprecia que su interés primordial es no ser intrusiva ni con la narrativa ni con el trabajo de cámara, para permitir que Pontecorvo pueda realizar amplios movimientos de cámara también en sus interiores. Lógicamente juega con el serio handicap de utilizar una lente zoom tan poco práctica como el primitivo Angenieux 10:1 que puso de moda el Spaghetti-Western, el cual obligaba a utilizar un diafragma mínimo de T/3.9 bajo toda circunstancia y produce numerosos fueras de foco durante la proyección, pero Gatti solventa bastantes de estas las situaciones con mucha luz rebotada en los techos en sus interiores (en otros casos, sí recurre a luz dura) y haciendo uso de la luz disponible –siempre que puede- en casi todos los exteriores, dejando que sean la cámara y el aspecto de las localizaciones –que se supone que debían de encontrarse en un estado muy similar al de la época en que sucedieron los hechos narrados en pantalla- los que creasen la atmósfera necesaria.
El conjunto, como se ha expuesto, es magnífico, con un fuerte contraste en blanco y negro y una textura granulada –que se vuelve aún más granulada cuando el film recurre a efectos ópticos- que la convierte en una de las puestas en escena y fotografías más veraces que se recuerdan en una pantalla de cine, hasta el punto que, por lo visto, cuando fue exhibida en algunos países, se acompañó a la película de un texto indicando que en su elaboración no había sido empleado ningún tipo de material de archivo, por el cual, desde luego, el grueso del metraje captado por la cámara de Pontecorvo podría pasar sin ningún problema.
Título en España: La Batalla de Argel
Año de Producción: 1966
Director: Gillo Pontecorvo
Director de Fotografía: Marcello Gatti [AIC]
Ópticas: Angenieux 25-250mm
Emulsión: Kodak 5222 (200 ASA)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.