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Extravagante adaptación cinematográfica de la obra musical de Alan Jey Lerner, llevada a la pantalla por Joshua Logan (“South Pacific”, “Camelot”) al final de la época de éxito de este tipo de películas (“Paint Your Wagon”, como “Star!”, fueron grandes producciones que fracasaron en taquilla). El argumento tiene como protagonistas a dos hombres (Lee Marvin y Clint Eastwood) que se asocian tras encontrar casualmente oro en un rincón del oeste americano. El descubrimiento da lugar al asentamiento de una ciudad a la que ni siquiera ponen nombre, en la que todos los habitantes son hombres… hasta que aparece un mormón con dos mujeres y Ben Rumson (Marvin) le compra a una de ellas (Jean Seberg), lo que dará lugar a nuevos problemas. Por supuesto, con tal argumento, el film no podría ser otra cosa que una estrafalaria comedia en la que se cantan canciones, pero el mismo se desarrolla con un elevado grado de encanto y desenfado, especialmente en todo lo relativo al personaje del propio Lee Marvin, que además canta el recordado número “Wandr’in Star”. Pero “Paint Your Wagon” posee también un elevado número de detractores, eso sí, precisamente en parte por las pocas habilidades para el canto de Marvin, Eastwood y Seberg (que fue doblada, además de tener un personaje muy desdibujado) y por el derroche de la producción, con un presupuesto que rondó los veinte millones de dólares de la época. Harve Presnell y Ray Walston, entre otros, poseen personajes secundarios.

Emblemática y polémica adaptación de la novela de Anthony Burgess, escrita, producida y dirigida por Stanley Kubrick, que narra un futuro distópico (¿quizá finales de los años 80?) en el que el joven Alex (Malcolm McDowell) es el líder de un grupo de jóvenes que dedican sus noches a llevar a cabo todo tipo de disturbios ultraviolentos: desde peleas contra otros grupos, palizas a ancianos e incluso asaltos a domicilios y violaciones. Alex, que vive con sus padres, también practica el sexo libre durante el día, aunque siempre aduce cualquier motivo de salud para no acudir a la escuela. Tras ser encerrado y condenado a prisión por uno de sus crímenes, Alex se apunta voluntariamente al “tratamiento Ludovico”, un nuevo proceso médico que le asegurará la libertad en muy poco tiempo, convirtiéndole en un ciudadano ejemplar, anulándole los instintos criminales. “A Clockwork Orange” es todo un monumento cinematográfico en tanto que Stanley Kubrick muestra un dominio aplastante de todos los recursos cinematográficos, desde la puesta en escena, el uso -nunca mejor dicho- de unos actores absolutamente entregados, al empleo de la música y el sonido como elementos para perturbar al espectador. Los resultados son tan potentes como conscientemente desagradables, moviéndose en una peligrosa línea entre la comedia negra y la exaltación de la violencia, algo que, de siempre, ha hecho que “A Clockwork Orange”, sea uno de los films más polarizantes de su autor. Patrick McGee, Michael Bates, Warren Clark, Adrienne Corri, David Prowse, Philip Stone, Steven Berkoff o Anthony Sharp, entre otros, completan el reparto de la película.

Primera adaptación cinematográfica de la novela de Thomas Hardy (el autor de "Tess", adaptada al cine por Roman Polanski en 1979), que está centrada en una mujer (Julie Christie) de la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra, que es cortejada sucesivamente por tres hombres: el granjero fiel y trabajador (Alan Bates), un vecino maduro, con tierras (Peter Finch) y un sargento del ejército (Terence Stamp). Y en esas relaciones, o en las decisiones que va tomando el personaje central, casi siempre se aprecia cómo va cayendo en sucesivos errores derivados de la inconsciencia del amor. Quizá con este film la Metro-Goldwyn-Mayer quiso emular el éxito de "Doctor Zhivago" uniendo a la protagonista femenina del film de David Lean con el realizador que, en el mismo año, le hizo ganar el Oscar a la mejor actriz por "Darling" (1965), el británico John Schlesinger. Pero lo cierto es que los resultados dejan bastante que desear, con unos cuantos giros en la trama que quizá estén bien explicados en la novela de Hardy, pero que en esta adaptación a cargo de Frederic Raphael ("Two For the Road", "Eyes Wide Shut") nunca terminan de estar bien hilvanados, lo que hace que el film se vea con cierta perplejidad. Prunella Ransome y Freddie Jones tienen papeles secundarios en el film.

Producción de la 20th Century Fox, rodada en espectaculares localizaciones en la Costa de Armor de la Bretaña francesa, que adapta una novela de Phillys Hastings, la cual tiene como protagonista a Agnes (Patricia Gozzi), una problemática joven adolescente que vive junto a su padre (Melvyn Douglas) y su ama de llaves (Gunnel Lindblom) en una casa junto a la costa, a la que el padre se ha marchado a vivir tras retirarse como juez. Tras la boda de la hermana mayor, en un día de tormenta, aparece en la casa un fugitivo (Dean Stockwell), que altera el orden y la convivencia. Cuando menos se sepa de “Rapture” antes de verla, mejor: se trata de una rarísima joya desconocida, cruce del cine de la nueva ola francesa con ecos de Ingmar Bergman, que aunque toca varios géneros, es sobre todo un drama de tremenda vitalidad (con una deslumbrante interpretación de Gozzi en el rol protagonista), no exento de lírica y romanticismo, en una extraña -pero portentosa- incursión del director francobritánico John Guillermin (“The Blue Max”, “The Towering Inferno”, “King Kong”, “Death on the Nile”) en el cine de autor. Georges Delerue proporcionó la melancólica y excelente banda sonora de un film claramente a reivindicar.

Recreación de la historia real de la creación del Proyecto Manhattan y de la construcción de las dos primeras bombas nucleares, las cuales fueron lanzadas sobre Japón en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. La historia sigue al General Groves (Paul Newman) y al científico J. Robert Oppenheimer (Dwight Schultz), el cual lideró a un grupo de científicos aislados durante dieciocho meses en Los Álamos (Nuevo México), que son los que consiguieron el desarrollo tecnológico nuclear con fines armamentísticos. Sin embargo, en manos del director británico Roland Joffé, que acumulaba mucha fama tras sus éxitos consecutivos con “The Killing Fields” (1984) y “The Mission” (1986), “Fat Man and Little Boy” fue un relativo fracaso que además tuvo que cambiar su título originales por el de “Shadow Makers” para tratar de recuperar la inversión. Ello se debe a que lo que aquí se cuenta es muy interesante, pero muy poco dramático, con muchos personajes que, a excepción del interpretado por Paul Newman, entran y salen de la narración muy desdibujados, sin que los intentos de los cineastas por crear suspense tengan excesivos frutos. John Cusack, Laura Dern, Natasha Richardson y Bonnie Bedelia completan el reparto de un film que también tuvo a un equipo de primera tras las cámaras, como la montadora Françoise Bonnot o el músico Ennio Morricone.

Clásico del cine francés, escrito a cuatro manos por el realizador Jacques Deray y Jean-Claude Carrière, que está ambientado a comienzos de verano en una villa cercana a Saint Tropez, la cual le ha sido prestada por unos amigos a la pareja formada por Marianne (Romy Schneider) y Jean-Paul (Alain Delon), que disfrutan plácidamente de la misma y emplean su tiempo en tomar el sol y bañarse en la piscina. Pero las circunstancias cambian cuando aparece por sorpresa Harry, otro “bon vivant”, amigo de él y ex amante de ella, que viaja junto a su atractiva hija de dieciocho años (Jane Birkin), desatando celos y deseos cruzados. “La Piscine” fue un gran éxito, quizá sobre todo por su erotismo y la apariencia física de sus cuatro protagonistas, aunque a nadie se escapa la influencia de “Plein Soleil”, que es superior, principalmente porque “La Piscine” es un film de un desarrollo muy lento, en el que Jacques Deray se recrea más en los aspectos de la vida de los protagonistas que en el drama y no digamos ya en el thriller, que queda relegado a un tercio final que tampoco es demasiado interesante y no está particularmente bien resuelto ni desde el guión ni desde la dirección de la película.

Díptico de películas escritas y dirigidas por Quentin Tarantino (que originalmente iban a haber sido una única película), protagonizadas por Uma Thurman en su papel de “La Novia”: una mujer que, durante los preparativos de su boda, estando embarazada, es tiroteada junto al resto de los presentes por los miembros de una banda criminal liderada por Bill (David Carradine). Ello la deja en coma durante varios años, pero al despertar, La Novia decide ir a por todos y cada uno de esos miembros de la banda de Bill, para matarlos, hasta llegar hasta el mismísimo jefe y líder. En estas dos películas, Quentin Tarantino rinde un amplio homenaje al cine de artes marciales, a las películas de venganza y hasta al Spaghetti-Western, aunque toda la película no es sino un “fan service” destinado a proporcionar a la audiencia exactamente lo que quiere ver, sean peleas, entrenamientos, muertes o sangre en pantalla. Pero los resultados se ven seriamente deslucidos tanto por dicha complacencia, como, sobre todo, porque lo que originalmente debería de haber sido una única película de tres horas de duración se convirtió en dos de casi cuatro si las sumamos. Por ello, las situaciones están muy estiradas, con escenas que apenas hacen avanzar la trama, y un ritmo lento que, más allá de los homenajes, referencias y explosiones de violencia, que da lejos de las grandes obras de su autor.

Séptimo largometraje de Quentin Tarantino, ambientado en la Francia ocupada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Con una estructura de episodios diferentes que van presentando a un nutrido grupo de personajes (un coronel de las SS especializado en cazar judíos, un grupo de paramilitares americanos especializados en cazar nazis, una chica judía que vive bajo una identidad falsa en París, un famosa actriz alemana, un teniente británico de orígenes alemanes… y hasta Joseph Goebbels y Adolf Hitler en persona), Tarantino propone un fresco audaz, violento, rodado en cuatro idiomas (francés, alemán, ingles y hasta italiano), con gloriosos diálogos y un estupendo montaje a cargo de Sally Menke, que dilata o acelera el tiempo a la pura conveniencia del director, cuya mezcla de referentes cinematográficos -a veces no ya de serie B, sino Z- curiosamente forman un cóctel explosivo de primer nivel -quizá el más alto de su autor, junto a “Pulp Fiction” y “Once Upon a Time… in Hollywood”- deliciosamente interpretado además por Brad Pitt, Christoph Waltz, Diane Kruger, Michael Fassbender, Melanie Laurent, Denis Minochet, Daniel Brühl, Eli Roth, Til Schweiger, Mike Myers, Rod Taylor o August Diehl, entre otros.

Adaptación de un libro de Marcel Pagnol, que a su vez era la adaptación de su propia película "Manon Des Sources" (1952), escrita ya que, al parecer, el distribuidor habría cortado abundante metraje de su película, de manera que el cineasta se decidió a contar su historia íntegra a través de una novela. En este caso, el director y productor francés Claude Berri, también guionista junto a Gérard Brach, ideó el proyecto como dos películas a rodar en 30 semanas: "Jean de Florette", como primera parte, así como "Manon Des Sources", como la segunda. El argumento, ambientado en la región francesa de Provenza, poco después de la Primera Guerra Mundial, tiene como protagonistas a Papet (Yves Montand) y Ugolin (Daniel Auteuil), tío y sobrino, que avariciosamente aspiran a quedarse con el terreno de su vecino a su fallecimiento, ya que desean plantar allí claveles para venderlos. Pero cuando aparece un heredero (Gérard Depardieu), un jorobado, junto a su esposa e hija, el tío y el sobrino deciden bloquear el manantial que pasa por el terreno para evitar que su granja prospere, obligando al jorobado a vendérsela a ellos. Con un tono que oscila siempre entre el drama y la sátira, se trata de un díptico muy elaborado a nivel formal -fue la producción francesa más cara de la historia- y logrado a todos los niveles, incluyendo por supuesto el actoral, que incluye a una joven Emmanuelle Beart en un relevante papel en la segunda parte. Quizá la primera parte, "Jean de Florette", sea más sorprendente, incisiva y original que la segunda, "Manon des Sources", más convencional, pero que aún así funciona muy bien en pantalla.

Brillante y a ratos fascinante adaptación de la novela de John Le Carré, adaptada previamente en una mini-serie de la BBC en 1979 con Alec Guiness en el papel principal, que tiene como protagonista a un agente de los servicios de inteligencia británicos, que sale de su semi-retiro para investigar la posible infiltración de un espía pro-soviético en el alto mando, con el objetivo final de conseguir, a través de los ingleses, la información de los servicios norteamericanos. Ambientada en plena guerra fría, hacia 1973-74, en esta ocasión Gary Oldman recoge el testigo de Guiness, muy bien secundado por John Hurt, Colin Firth, Toby Jones, Mark Strong, Tom Hardy o Ciarán Hinds, entre otros. Se trata de un film sombrío, que no ofrece demasiadas concesiones al espectador, pero cuyo conjunto funciona realmente bien y ofrece una trama y un desarrollo inteligentes. El guión, la música de Alberto Iglesias y la interpretación de Gary Oldman en el papel principal, fueron candidatos al Oscar.

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