Uno de los grandes éxitos del cine italiano de finales de la década de los 90, co-escrita, dirigida y protagonizada por Roberto Benigni, en el papel principal: Guido, un camarero judío del norte de Italia, consigue el amor de una mujer (Nicoletta Braschi) poco antes del estallido de la segunda guerra mundial. Cuando esto ocurre, tanto Guido como su hijo de cinco años, Giosué (Giorgio Cantarini) son hechos prisioneros y trasladados a un campo de concentración. Pero Guido pone todo el esfuerzo del mundo en que el niño no se de cuenta de la gravedad de la situación haciéndole creer que todo es un juego del que son participantes y aspirantes al premio de ganar un tanque. Vista con la perspectiva del tiempo, es complicado entender cómo “La Vita é Bella” pudo tener un éxito tan rotundo (quizá surtió efecto una de las famosas campañas publicitarias de Miramax), pues es una película de valores cinematográficos algo justos y que, dentro de su ambientación de comedia dramática, quizá banalice demasiado algo tan serio como el holocausto. Pero en cualquier caso, ello no le impidió a Benigni ganar el Oscar al mejor actor, que la propia película se alzase con el premio a la mejor película extranjera y que la adecuada música de Nicola Piovani completase el trío de premios de la Academia para este film que fue también candidato en categorías como mejor película, director, guión y montaje.
El director de fotografía fue el veteranísimo Tonino Delli Colli [AIC], que a sus 74 años de edad, se despidió del cine con esta obra. Lógicamente, Delli Colli es conocido sobre todo por su asociación con su compatriota Sergio Leone en tres películas, quizá las más importantes de la filmografía del director: “The Good, The Bad and the Ugly” (1966), “Once Upon a Time in the West” (1968) y, por supuesto, “Once Upon a Time in America” (1984), el último film de Leone antes de su prematuro fallecimiento. Delli Colli, asimismo, también es conocido internacionalmente por películas como “The Name of the Rose” (Jean Jacques Annaud, 1986) o sus dos obras, quizá algo tardías, para Roman Polanski: “Bitter Moon” (1992) y “The Death and the Maiden” (1994). En España, rodó ni más ni menos que “El Verdugo” (Luis García Berlanga, 1963), en Francia, “Lacombe Lucien” para Louis Malle en 1974 y en Italia, fue colaborador de Pier Paolo Pasolini en películas como “Accatone” (1961), “Mamma Roma” (1962), “Il Vangelo secondo Matteo” (1964), de Roberto Rosselini (“Dov’è la libertá…?”, 1954) o de Federico Fellini (“Ginger e Fred”, 1986), entre muchos otros, dentro de una filmografía en la que llevó a cabo casi 150 películas como director de fotografía.
La imagen de “La Vita é Bella” tiene dos mitades tan claramente diferenciadas como la propia narrativa establecida por Roberto Benigni y su co-guionista Vincenzo Cerami, todo ello bajo el diseño de producción de Danilo Donati (“Amarcord”, “Flash Gordon”); la primera mitad, rodada en la ciudad de Arezzo y en algunos otros lugares de la Toscana italiana, es luminosa y alegre, con una paleta de color amplia y saturada, mientras que la segunda mitad del film, cuando Guido y su familia se encuentran en el campo de concentración, posee mucho menos color y uno tono que, deliberadamente es mucho más apagado que el del primer segmento. Tonino Delli Colli, por su edad y por su obra, podía considerarse obviamente como un director de fotografía clásico en el momento en que afrontó esta película, incluso a pesar que durante la década de los 80 y de los 90 especialmente había sido sensible a los adelantos tecnológicos y las nuevas tendencias de la imagen cinematográfica. Pero en este film, decidió dejarlos de lado por completo y volver a la esencia del cine en el que se formó y en el que comenzó a trabajar. “La Vita è Bella” es por lo tanto un film iluminado muy a a la antigua usanza, con un aspecto de fotografía en color de la década de los años 50, con mucha luz dura a lo largo de todo su metraje, pero ello es todavía más evidente en la primera mitad del film.
En lugar de emplear la luz rebotada o difusa, Delli Colli no tiene ningún tipo de problema en hacer que la película esté rodada con grandes aparatos directos y dirigidos hacia los intérpretes, creando los habituales cortes cuando es necesario y sombras muy profundas y definidas que deben ser contrarrestadas con la utilización de algo de luz de relleno para evitar que dichas sombras sean excesivamente oscuras. También, por supuesto, hay algo de contraluz, pues el esquema general es el clásico de las tres fuentes de luz. Sin embargo, no es una película de un gran contraste, algo que puede suceder rodando con luz dura si no se controlan las sombras de la manera que sí lo hace Delli Colli y, además, parece que había una clara predisposición por parte del director de fotografía para que las paredes y los fondos de los decorados de Danilo Donati se vieran a la perfección durante todo el metraje, lo que también hace que la apariencia de contraste sea menor. El hecho de emplear luz dura, con emulsiones modernas y lentes como los Panavision Primo esféricos, hace que el aspecto sea muy nítido y tridimensional en cambio, más de lo habitual en el cine de época que se referencia, lo cual lleva a Delli Colli a tener que emplear algo de difusión en cámara para los primeros planos de Nicoletta Braschi, además de una luz especial, más suave y frontal, para tratar de favorecer al máximo el aspecto de la que además era la esposa del director y actor protagonista.
En la segunda parte, en el campo de concentración, Delli Colli además hace uso de algo de luz azulada y de humo en los fondos, también en un estilo absolutamente clásico que recuerda a su forma de tratar los decorados nocturnos de sus películas con Sergio Leone, mientras que son los interiores los que resultan especialmente más restringidos en el uso del color: el gris dentro de la barraca en la que se encuentran los prisioneros y una escala de verdes y marrones para la zona de los alemanes. El resultado, por parte de Delli Colli, muestra mucho oficio y conocimiento de las formas del cine clásico, pero no trasciende lo suficiente como para mostrarse brillante, a pesar de que el intento de referenciar el estilo cinematográfico de una era próxima a los acontecimientos ficticios que se ven en pantalla es muy alabable. Sin embargo, la puesta en escena, ordinaria en el sentido de que no ofrece absolutamente nada más que ilustrar los intercambios de diálogo de los actores, limita mucho las opciones del director de fotografía, que con un director tan limitado como Roberto Benigni poco más que lo que hace podía llegar a hacer.
Título en España: La Vida es Bella
Año de Producción: 1997
Director: Roberto Benigni
Director de Fotografía: Tonino Delli Colli, AIC
Ópticas: Panavision Primo
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2022.