Clásico del cine italiano, rodado prácticamente al tiempo que finalizaba la Segunda Guerra Mundial, y que tiene como protagonistas a un grupo de ciudadanos de Roma, los cuales son cercanos a un líder de la resistencia que trata de escapar de los nazis. El argumento, visto así, es sencillo, pero lo que hace Roberto Rossellini es más complejo: lo que podría haber sido un thriller convencional (convencional en el sentido de «las fuerzas del bien» tratando de escapar de «las fuerzas del mal») se convierte en algo mucho más complejo. En efecto, «Roma Città Aperta» gira más en torno a las miserias de sus personajes y esfuerzos por sobrevivir, que en una narrativa convencional. Y aún así, la película es capaz de fusionar de manera convincente ambas líneas, desde la historia del prófugo (Marcello Paglieri), a la de la viuda (Anna Magnani) que, embarazada, quiere casarse de nuevo, al párroco (Aldo Fabrizi) que trata de ayudar a todos estos personajes, o los italianos colaboracionistas con los nazis. El resultado es por tanto un gran clásico del cine, que además, es o fue un gran ejemplo de cine valiente y comprometido, porque describe a personajes ficticios, según se nos informa, resulta evidente que estaban basados en hechos y personajes justo de ese momento histórico.

El director de fotografía fue Ubaldo Arata, nacido en 1895 y fallecido poco después del rodaje del presente título, en 1947. Fue la única película que fotografió para el director Roberto Rossellini. En su carrera trabajó con Max Öphuls en «La Signora di Tutti» (1934), con Carl och y Jean Renoir en «Tosca» (1941) o, con Gregory Ratoff y Orson Welles, en «Cagliostro» (1949), si bien es un director de fotografía muy desconocido, del que no parece que siquiera muchas películas hayan sobrevivido.

La fotografía en blanco y negro de «Roma Cittá Aperta», a pesar de las indudables virtudes de la película, no es una de ellas. De un lado, algunas fuentes indican que los cineastas tuvieron que recurrir a diferentes tipos de negativos disponibles, algunos mejores y otros peores, lo cual no es extraño debido al momento en el que Roberto Rossellini rodó su película. Tampoco las lentes eran óptimas: en exteriores, a diafragmas cerrados, rinden de forma adecuada, pero en el momento en el que nos traslados a interiores y los diafragmas son mucho más abiertos, se aprecia una curvatura de foco muy pronunciada que hace que únicamente esté enfocado el centro de la pantalla, además que los desenfoques poseen un efecto «petzval» muy pronunciado. Pero más allá de eso, aunque algunos exteriores poseen cierto aspecto crudo, de cine casi documental rodado en la calle, técnicamente se aprecian limitaciones serías, además de una carestía de medios, que hacen que el film resulte pobre en este aspecto.

Los interiores, que aparentan estar rodados en estudio, al menos en parte, quizá sean los que más sufren. Precisamente, en secuencias como en la nocturna que el líder de la resistencia acude a casa de su amante para esconderse, lo que se observa es una teatralidad que juega en contra de lo que se nos está contando en pantalla: es decir, Rossellini intenta, dentro de su línea dramática, ilustrar la vida cotidiana de personajes como la viuda o el párraco, que le interesan tanto o más como la historia del líder de la resistencia, pero la fotografía de Ubaldo Arata es demasiado teatral como para que esas escenas cotidianas resulten tan directas y tan frescas como era necesario. Por ello únicamente se consigue transmitir ese mensaje, visualmente, de forma desigual.

Los resultados, por consiguiente, son mejorables, de un lado por técnicamente se trata de una producción que iba muy justa, incluso para los estándares de la época, pero es que además, las elecciones de Ubaldo Arata, fueran por decisión propia o fruto de dichas limitaciones, tampoco colaboran a que la película resulte todo lo realista que debiera. Ello es especialmente evidente en todos esos interiores fotografiados con luz dura de una manera muy clásica, sin interés, pretensiones o, desde luego, resultados realistas (atención a la luz sobre los oficiales nazis en la celebrada secuencia de la tortura), si bien tampoco conviene olvidar que escenas como aquélla en que los alemanes acuden a casa de los protagonistas a hacer una redada, ofrecen, al menos cuando se utiliza la luz real del sol, imágenes imborrables y sin duda, influyentes, como pilar del neorrealismo italiano.
Título en España: Roma, Ciudad Abierta
Año de Producción: 1945
Director: Roberto Rossellini
Director de Fotografía: Ubaldo Arata
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.37:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2025.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]