La primera película norteamericana del cineasta francopolaco Roman Polanski fue esta adaptación de la novela de Ira Levin, que tiene como protagonista a una joven pareja (Mia Farrow y John Cassavetes) que se muda a un viejo edificio de apartamentos de Nueva York en el que tienen como vecinos a una extraña pareja de ancianos (Ruth Gordon y Sidney Blackmer). Al poco tiempo, la mujer se queda embarazada, al mismo tiempo que por una serie de coincidencias, la carrera de actor de su marido comienza a despuntar considerablemente. Todo ello, unido a los problemas con el embarazo y los rumores que relacionan el lugar con la brujería comienzan a hacer que la mujer sospeche que todos a su alrededor forman parte de un plan para arrebatarle a su pequeño. “Rosemary’s Baby” es un film memorable en todos los aspectos, no sólo del género fantástico o de terror, sino del séptimo arte en general y seguramente, junto a “Chinatown”, la obra maestra de su director.
El director de fotografía fue el norteamericano William A. Fraker [ASC], que se encontraba en el inicio de su fulgurante carrera en un año en el que también firmaba, nada menos, la fotografía de “Bullitt”. A través de sus películas venideras, firmadas por realizadores como Mike Nichols, Richard Brooks, Steven Spielberg, John Boorman, John Badham, Martin Ritt, John Carpenter, John Frankenheimer o William Friedkin, Fraker obtuvo un total de seis candidaturas candidaturas al Oscar, siendo siempre film al estilo del Hollywood clásico en el que se había formado, según el cual el aspecto de los actores y las localizaciones siempre debía de ser óptimo, aunque cuando la ocasión lo requería, también era capaz de ofrecer ramalazos de modernidad y una enorme solvencia técnica.
Visualmente, por consiguiente, “Rosemary’s Baby”, de un lado, ofrece al espectador la concisa puesta en escena de Polanski, caracterizada como siempre por la utilización en exclusiva de dos focales angulares a lo largo de la película (con la excepción de la toma con zoom que abre y cierra el film en los exteriores del edificio Dakota en Nueva York): un 18mm para todas las tomas estáticas, así como un 25mm para las tomas en las que una nerviosa cámara al hombro introduce un elemento de tensión y suspense en el espectador. Rodada en estupendos decorados interiores diseñados por Richard Sylbert, “Rosemary’s Baby” sitúa siempre de esta forma al espectador dentro del apartamento de la pareja protagonista y, más concretamente, narra la acción desde el punto de vista de su protagonista, pues la audiencia lo ve todo exclusivamente a través de ésta.
A nivel lumímico, la película muestra una vez más el estilo híbrido de Fraker; por un lado, a pesar que la utilización de angulares le permitía trabajar con aperturas de diafragma mayores sin problemas de profundidad de campo, la escasa sensibilidad (50 ASA) de la emulsión de la época seguía obligando a utilizar niveles de luz muy altos, con frecuente empleo de luces directas y dirigidas sobre los actores para exponer correctamente el negativo. Sin embargo, se aprecia un intento de huir del estilo del Hollywood clásico no sólo por la utilización de filtros difusores que reducen el contraste, crean halos en torno a las fuentes de luz y suavizan las imágenes (seguramente, se trata de filtros Low-Con y/o Fog combinados con difusión Mitchell y puede que un ligero flasheado), sino que también existe un claro intento de justificar la procedencia de la luz, no sólo a través de las ventanas en los interiores diurnos, sino también introduciendo luces y lámparas integradas en el decorado en gran parte de las secuencias nocturnas, puesto que resultaba esencial que el espectador creyera que los decorados construidos en Hollywood eran un edificio real que atrapaba a la protagonista.
Tanto el trabajo de cámara, con sus estupendas composiciones de imagen y perspectivas deformadas propias de los angulares, como la iluminación contribuyen decisivamente en la opresiva atmósfera de la película, que por supuesto eclosiona en su famosa escena final –la única en la que Fraker parece deshacerse por completo de la difusión- pero también contiene imágenes brillantes en cada una de las representaciones de los sueños de Rosemary, con un notable trabajo de cámara al hombro e inquietantes imágenes oscuras y oníricas. Por ello, se trata de una combinación perfecta que, más allá de las limitaciones técnicas de la época, consigue sus propósitos a la perfección.
Título en España: La Semilla del Diablo
Año de Producción: 1968
Director: Roman Polanski
Director de Fotografía: William A. Fraker, ASC
Emulsión: Kodak 5251 (50T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: Efectos fotográficos de Farciot Edouart, ASC
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.