Adaptación cinematográfica de una novela de Marvin H. Albert, con producción de los estudios Universal, que seguramente, de forma nada casual, sigue los pasos y esquemas de “The Godfather” pero con infinitamente menos éxito que la película de Francis Ford Coppola. El argumento gira en torno a la muerte de un jefe mafioso y cómo, tras la misma, los clanes de la ciudad se reparten amistosamente el negocio, incluyendo que el violento hijo del difunto (Robert Forster), que quiere entrar en el negocio de la droga, herede la parte que le corresponde a uno de sus rivales (Anthony Quinn) a su fallecimiento. Sin embargo, la entrada en escena de una mujer (Angel Tomkins) desbarata todos esos planes y los clanes, así como una pareja de hermanos que trabajan como mercenarios (Al Lettieri y Fred Forrest, quien en principio reniega de su forma de vida), entran en una guerra para quedarse en exclusiva con el mercado. Richard Fleischer seguramente fuera consciente de que el material que poseía entre manos era de segunda clase y opta por dar prioridad a las escenas de acción y de muertes, que están bien resueltas, pero la vertiente dramática de la historia y especialmente, todo lo que tiene ecos del film de Coppola, es manifiestamente mejorable en una película no demasiado destacable.
El director de fotografía fue Richard H. Kline [ASC], habitual del cine de Fleischer, con un total de cinco colaboraciones, siendo “The Boston Strangler” (1968) la primera y mejor de todas ellas. Además, Kline filmó ese mismo año “Soylent Green” para el realizador, además de “Mr. Majestyk” y “Mandingo” durante los dos años siguientes. Surgido de la televisión, en donde empezó a ejercer la posición de director de fotografía después de haber sido durante años ayudante de cámara y posteriormente operador (de clásicos como Burnett Guffey o Philip Lathrop, entre otros), Kline fue nominado al Oscar con su debut en cine (el musical “Camelot”, Joshua Logan, 1967) y, posteriormente, obtuvo una segunda candidatura por el primer remake de “King Kong” (John Guillermin, 1976). Entre tanto, además de sus trabajos con Fleischer, hasta primeros de los 80 dejó una buena serie de trabajos, dos de ellos para Robert Wise (“The Andromeda Strain” en 1971 y “Star Trek: The Motion Picture” en 1979) y otro más para Brian de Palma (“The Fury”, 1978). En 1981 filmó el debut de Lawrence Kasdan en la dirección (“Body Heat”) y en los 80 va optando a películas cada vez menos interesantes, como “Breathless” (Jim McBride, 1983), “Howard, The Duck” (Willard Huyck, 1986) o “My Stepmother is an Alien” (Richard Benjamin, 1989), que ponen de manifiesto que sus mejores tiempos ya habían pasado.
Si la película propiamente dicha no aguanta la comparación (ni de lejos) con la película de Francis Coppola, lo mismo puede decirse de la fotografía de Richard H. Kline, aunque en este caso, no es por demérito del director de fotografía, sino más bien porque el trabajo de Gordon Willis únicamente puede aguantar la comparación consigo mismo, en “The Godfather: Part II” (1974). Kline siempre se ha dicho que fue un operador híbrido entre la vieja escuela y las nuevas tendencias de Hollywood heredadas de Europa; era capaz de fotografiar una escena con luces duras, puntuales, como sus maestros y la siguiente con luz rebotada, subexponiendo. A veces ello crea problemas de estilo en sus largometrajes, pero no es el caso de “The Don is Dead”. El estilo está llevado con continuidad y tiene más de clásico que de moderno, con esas luces puntuales para los actores estén donde estén y se muevan donde se muevan del decorado, en lugar del estilo de luz suave que comenzaba a propugnarse.
La buena noticia es que los niveles de luz de relleno son bajos, de modo que aún con esas luces puntuales, no hay una apariencia de sobreiluminación y el film luce razonablemente oscuro. Pero todo, como indicábamos, es teatral, ya que, por ejemplo, Kline emplea grandes fuentes integradas en los decorados (a la manera de Willis) pero en lugar de emplear su propia luz cenital, lo que hace Kline es suplementar esas fuentes con aparatos desde la altura de los personajes, creando un aspecto mucho más convencional que el de la película de Coppola. Donde normalmente solía sobresalir mucho Richard Fleischer era en la composiciones de imagen y, en ese aspecto, “The Don is Dead” no es una excepción. No hay nada demasiado inspirado, pero al menos el realizador, cuando tiene escenas con varios personajes (lo que ocurre con bastante frecuencia en este film), sabe cómo y donde repartirlos por el encuadre tanto para emplear el fotograma en toda su amplitud como para conseguir profundidad. La renuncia al formato panorámico anamórfico le permite a Kline emplear lentes zoom (seguramente el Angenieux 20-120mm T3, con cámaras Mitchell) para todo o casi todo el film, por ser éstas más luminosas en formato esférico. Generalmente están empleadas como focal variable, pero también hay algunos zooms aquí y allá, a lo largo de la proyección, como era típico en la época. Ello implica que seguramente el operador recurriera al revelado forzado para poder iluminar en torno a 50 candelas o footcandles de intensidad de luz, un nivel razonable para la época, aunque puede que se recurriera a lentes más luminosas para algunos exteriores nocturnos fuera de las comodidades del plató de la Universal.
Lo malo o, mejor dicho, lo peor de todo es ese aroma a imitación que posee toda la producción, en el que incluso determinadas escenas lucen baratas y rodadas en plató (especialmente los exteriores nocturnos que se ve claramente que no son localizaciones reales) y siempre la sombra de Willis y Coppola recae como una losa sobre Kline y Fleischer. Evidentemente, comparando una película cualquiera con uno de los títulos más importantes de la historia del séptimo arte la primera casi siempre va a salir muy mal parada, pero ¿cómo abstraerse de tantas similitudes argumentales entre películas del mismo género, que incluso comparten algún actor, estrenadas con apenas un año de diferencia entre una y otra?
Título en España: El Don Ha Muerto
Año de Producción: 1973
Director: Richard Fleischer
Director de Fotografía: Richard H. Kline, ASC
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en HDTV