Adaptación de una novela de Walter Tevis, que tiene como protagonista a un joven viajante de comercio (Paul Newman), arrogante y de tendencia autodestructiva, cuya habilidad para jugar al billar americano hace que su único deseo en la vida sea derrotar a Minnesotta Fats (Jackie Gleason), considerado el mejor jugador de EEUU. Tras perder todo su dinero en un primer encuentro con él, se embarca en una peligrosa relación con un corredor de apuestas (George C. Scott), a fin de conseguir el importe necesario para volver a jugar con Fats, sin que ni siquiera su relación con una joven alcóholica (Piper Laurie) le quite la idea de la cabeza. “The Hustler” es uno de los títulos más emblemáticos de Paul Newman, quien hace un fenomenal retrato del jugador en un film tan influencial como seco y duro, muy bien escrito y dirigido por Rossen, que tendría una continuación en 1986 a cargo de Martin Scorsese.
El director de fotografía fue el alemán Eugen Shufftan, reconocido artista de los efectos visuales e inventor de un proceso óptico de yuxtaposición de imágenes, campo en el que realizó tareas de supervisión en títulos tan importantes como “Metropolis” (Fritz Lang, 1927) o “Napoleon” (Abel Gance, 1927). Tras dar el salto al puesto de primer operador en los últimos estertores del cine mudo, como tantos otros, emigró primero a Francia y después a EEUU tras la llegada de Hitler al poder y éstos fueron los países en los que realizó la parte principal de su carrera.
La imagen de “The Hustler” destaca por la decisión de rodar el film no sólo en un vistoso blanco y negro, sino también, en formato panorámico anamórfico, utilizando el CinemaScope patentado por la Twentieth Century Fox, que por aquélla época consistía en la adición de un nuevo grupo cilíndrico anamorfizador en la parte frontal de las lentes Bausch & Lomb, con una calidad óptica muy cuestionable. En cualquier caso, es evidente que la idea no era proporcionar una imagen de excepcional calidad, sino trasladar el guión a la pantalla mediante una puesta en escena que incluye básicamente focales gran angular (en torno al 40 y 50mm), lo cual permitía a los cineastas ubicar en cada toma simultáneamente a varios actores sin tener que realizar muchos cortes de montaje, así como contextualizar a los jugadores en los salones de billar mediante una abundante profundidad de campo, que permite visualizar a los espectadores que les rodean, entre los cuáles también acontece una importante parte de la acción.
Por supuesto, debido a las limitaciones de las emulsiones y ópticas de la época, pero también debido a esa pretensión de realizar efectos deep-focus, los niveles de intensidad de luz empleados por Schufftan son enormes, con luces directas y dirigidas contra los actores y el decorado, siguiendo en todo momento el esquema clásico de los tres puntos de luz. Aún así, con su formación en el expresionismo alemán e influencia del cine negro, el contraste y la atmósfera que consigue el operador a través del uso de las sombras es también notable, de manera que, aunque el film casi nunca logra desprenderse de la aureola de cine “de estudio” típica de la época, sí logra una muy buena e interesante atmósfera que encaja muy bien con los momentos más demenciales de la historia.
“The Hustler” es por lo tanto un notable trabajo a nivel visual que, con formas clásicas, complementa con sus imágenes en blanco y negro y un excelente uso de la pantalla panorámica –a veces hasta los mismos extremos del fotograma- de forma la labor de Rossen y sobre todo del magnífico elenco de actores, sin hacer mucho ruido ni mostrar grandes efectos, aunque siempre de forma exquisitamente eficiente.
Título en España: El Buscavidas
Año de Producción: 1961
Director: Robert Rossen
Director de Fotografía: Eugen Shufftan
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (CinemaScope), 2.35:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía en blanco y negro
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.