Curiosa película a cargo del cineasta australiano Peter Weir, rodada solo dos años después del título que le lanzaría a la fama, “Picnic At Hanging Rock”, y contando con el mismo equipo de aquélla. En esta ocasión la acción, ambientada en Sydney, se centra en un abogado (Richard Chamberlain), con una brillante carrera dedicada al derecho tributario y especializado en fiscalidad empresarial, quien sin embargo decide aceptar un caso que afecta a varios aborígenes acusados de asesinato. Poco a poco y en paralelo, el abogado comienza a tener extraños sueños relacionados, de un lado, con algún tipo de cataclismo relacionado con el agua y, de otro, con los propios aborígenes y sus ritos tribales. El resultado es un film interesante y sugerente, que a pesar de lo extraño de su planteamiento, está bien llevado por Weir hasta que los acontecimientos se desatan en su parte final. Quizá no sea su mejor película, aún así contiene largos segmentos de buen cine.
El director de fotografía volvió a ser Russell Boyd [ASC, ACS], que venía de fotografiar para el propio Weir la citada “Picnic At Hanging Rock” (1975) y que después rodaría también los dos siguientes títulos del director, ya con presupuestos mucho más amplios: “Gallipoli” (1981) y “The Year of Living Dangerously” (1982). Después de muchos años de no trabajar juntos, Weir y Boyd retomarían su relación en 2003 con “Master and Commander: The Far Side of The World”, que le proporcionaría a Boyd un premio Oscar muy discutible, así como en la notable “The Way Back” (2010), que hasta la fecha es el último largometraje de ambos cineastas. Boyd ha recibido este año el premio internacional que otorgan cada año sus compañeros de la American Society of Cinematographers (ASC), pero lo mejor de su carrera sin duda son estos films rodados junto a Weir, ya que el resto de su filmografía (especialmente la norteamericana) consiste principalmente en películas de marcado carácter comercial y sospechosamente alimenticias.
La fotografía de “The Last Wave” es una lógica continuación tanto del aspecto buscado por Weir y Boyd en “Picnic At Hanging Rock” como del naturalismo que comenzaba a imponerse como condición estética a finales de la década de los 70. A diferencia del anterior título, que hacía un uso extenso de filtros difusores, “The Last Wave” está rodada de forma directa en su mayor parte (aunque Boyd asegurara a “American Cinematographer” que no emplearon ni filtros Fog ni Low Contrast, las escenas de apertura resultan muy sospechosas al respecto), con un aspecto nítido y limpio. Curiosamente, aquí ya John Seale, entonces operador de cámara, le había cogido el gusto a la Mini Jib y a los zooms, empleando el film casi siempre la versión Panavised del zoom Angenieux 20-120mm T3, que ofrece una calidad de imagen similar al clásico 20-100mm de Cooke, que también era habitual en las producciones esféricas y anamórficas rodadas con equipos Panavision. Boyd recurre únicamente a las lentes fijas en las escenas con bajos niveles de luz, sobre todo en la parte final de la película.
Estéticamente, no es un film en el que Boyd invente o trate de hacer cosas raras. Es cierto que hay un buen número de escenas con abundantes efectos especiales físicos para crear vientos, tormentas, lluvias, etc. y en estas procura ofrecer los cielos encapotados necesarios para la historia, así como algunos exteriores azulados que hacen más creíbles los efectos, pero el grueso de su fotografía es muy directa. Gran parte del film transcurre en interiores (sobre todo en la casa del protagonista, Richard Chamberlain) en los que Boyd hace un trabajo sencillo, con mucho uso de la luz rebotada y con algunas fuentes integradas en el decorado. Los resultados son naturales y no llaman demasiado la atención por sí mismos, ofreciendo un perfil bajo que es interesante precisamente por las pocas complicaciones que busca (estilo después trabajado mucho por el propio Seale cuando comenzó a ser director de fotografía). Únicamente cuando los cineastas muestran las lluvias o tormentas en los exteriores recurren a efectos como introducir luz azulada a través de las ventanas en los interiores noche, aunque siempre con bastante subexposición, alejándose mucho por lo tanto de las luminosas noches “Amblin” que se pondrían de moda poco después.
Los resultados, por lo tanto, son muy buenos, aunque “The Last Wave” contiene una de esas fotografías que llaman muy poco la atención por sí mismas, a pesar que siempre se ajustan perfectamente a las necesidades narrativas de la propia película (o precisamente no llama la atención por este hecho). La economía de medios con que está rodada (casi siempre con un zoom como focal variable) e iluminada es digna de admiración en muchos momentos, siendo una de esas películas de las que deberían de aprender muchos aspirantes a directores y directores de fotografía, pues a veces se obtienen mucho mejores trabajos partiendo de una base sencilla que complicando mucho más (de lo debido) tanto la puesta en escena como el trabajo de luz.
Título en España: La Última Ola
Año de Producción: 1977
Director: Peter Weir
Director de Fotografía: Russell Boyd, ASC, ACS
Ópticas: Panazoom (Angenieux) 20-120mm T3, Ultra Speed MKII
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Otros: operador de cámara John Seale
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2018.