2014 octubre
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Adaptación de una novela de Gustav Hasford, co-escrita por el propio autor, Michael Herr y el realizador Stanley Kubrick, con la que el director estadounidense trató de aportar su granito a arena a la moda de películas de Vietnam que imperaba en aquéllos tiempos. Con una estructura de tres actos (el entrenamiento de los marines, su estancia en Vietnam y la entrada en combate), Kubrick optó por un reparto de jóvenes desconocidos para interpretar a los reclutas que se alistaron voluntariamente para ir a luchar al sudeste asiático, e incluso por un antiguo instructor del ejército (Lee Ermey) para interpretar un papel parecido en pantalla. Los resultados son notables, pero aún así, distan mucho de los de las mejores obras del director, con un primer acto quizá demasiado largo, un segundo demasiado anecdótico y un tercero, el de verdadero interés, que deja con las ganas de algo más. Matthew Modine y Vincent D’Onofrio son los dos rostros más populares del film.

Adaptación de una novela de Jack Schaefer, con la que el director de fotografía norteamericano William A. Fraker llevó a cabo su debut como realizador. “Monte Walsh” es un melancólico Western, de tono elegíaco, protagonizado por Lee Marvin, que encarna a un vaquero en la época en que éstos ya se extinguían, cuya vida se basa en su trabajo, en su amistad con su compañero (Jack Palance, por una vez en un papel que no es de villano) y su historia de amor con una prostituta francesa (Jeanne Moreau). Sin embargo, para su desgracia, su existencia parece truncarse por una serie de acontecimientos. Fraker muestra mucha sensibilidad y tacto detrás de las cámaras, en una película tan bien filmada como cabría esperar del debut de un operador importante como director, pero que también es excelsa en cuanto a sus interpretaciones, especialmente las del dueto protagonista (Marvin y Palance). Quizá la historia y su falta de pretensiones hayan hecho que este notable Western no sea excesivamente conocido, aunque su tono global y la música del siempre estupendo John Barry lo hacen muy recomendable.

Nueva adaptación de la novela de Stieg Larsson “Män som hatar kvinnor”, ya llevada al cine en el año 2009 por el director Niels Arden Oplev, con fotografía de Eric Kress. En esta ocasión, con un presupuesto de 90 millones de dólares y producción norteamericana a cargo de Scott Rudin, con guión de Steven Zaillan (“Schindler’s List”, “Searching for Bobby Fischer”), David Fincher retoma la historia del periodista Mikael Blomqvist (Daniel Craig) y Lisbeth Salander (Rooney Mara), dos personajes diametralmente opuestos que se unen para investigar el asesinato ocurrido en 1966, en el que una joven perteneciente a una extraña familia, desapareció en la isla propiedad de ésta al norte de Suecia. Los resultados, que incluyen un nuevo desenlace para la historia, superan con creces a los de la película original, sobre todo en lo que se refiere al sobresaliente nivel técnico de la producción. Fincher ejecuta una gran labor detrás de las cámaras, pero eso sí, no puede luchar contra un handicap insuperable: el poco interés que tiene la trama de investigación, cuyo origen parece que está en la propia novela adaptada. Christopher Plummer, Steven Berkoff, Joely Richardson y Robin Wright son algunos de los ilustres secundarios del reparto. 

Debut en la dirección del anteriormente director de fotografía Jan de Bont (“Flesh + Blood”, “Die Hard”, “Black Rain”, “Basic Instinct”), con un producto cien por cien de acción y consumo rápido cuyos resultados globales fueron mucho más satisfactorios que lo que cabría haber anticipado: un psicópata (Dennis Hopper, muy adecuado en su papel) decide colocar una bomba en un autobús que recorre la ciudad de Los Angeles y pide un rescate por evitar que ésta explote y mate a todos los pasajeros. El truco reside en que la bomba únicamente se activa cuando el autobús supera las 50 millas por hora y que una vez alcanzadas, si baja de esa velocidad, la carga explosiva se activará automáticamente. Un policía (Keanu Reeves), con la ayuda de uno de los pasajeros del autobús (Sandra Bullock) tratará de evitar el desastre. “Speed” triunfó en taquilla y veinte años después, continúa vigente porque su éxito claramente se basa en la fisicidad con la que está rodada la película y en el hábil montaje de John Wright, que consigue aportar cierta verosimilitud a una historia que, sobre el papel, no tenía ni pies ni cabeza.

Producción de Steven Spielberg, quien además co-escribió el guión con el dúo formado por Michael Grais y Mark Victor (uno de los tres créditos como guionista del cineasta judío, junto a "Close Encounters" y "A.I."), sobre una familia formada por los padres, un niño y dos hijas, que habitan en un suburbio residencial y en cuya casa comienzan a percibir extraños sucesos paranormales, que primero parecen simpáticos, pero culminan con la dramática desaparición de la hija pequeña. Mucho se ha escrito y especulado acerca de la labor efectuada por Spielberg en ese film, firmado por Tobe Hooper ("Texas Chainshaw Massacre"), pero cuyo casting, storyboard, montaje, banda sonora (Jerry Goldsmith) y hasta supervisión de efectos visuales (ILM), recayó en manos de su guionista-productor. El resultado es un film casi notable, muy bien realizado e interpretado, que no ofrece mucha tensión ni muchos sustos, pero siempre resulta muy atmosférico (por ejemplo esas inolvidables secuencias con el árbol o el payaso) y proporciona un enorme espectáculo audiovisual.

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