Tercera película de J.C. Chandor, ambientada esta vez en el Nueva York de 1981, año record en cuanto a la cifra de robos, muertes y actos violentos. El protagonista es un empresario del sector del transporte de combustible (Oscar Isaac), casado con la hija (Jessica Chastain) de un mafioso de Brooklyn, que desea seguir haciendo crecer a su negocio de manera honrada. Para ello firma una opción de compra sobre una nave adyacente a sus instalaciones, pero antes de formalizar la compra y habiendo hecho entrega de una importante cantidad a modo de depósito, sus cargamentos de combustible comienzan a ser robados y sus chóferes, golpeados con violencia. Cuando además comienza a ser perseguido por presuntas prácticas ilegales, todo parece volverse en su contra. Albert Brooks, David Oyelowo y Elyes Gabel conforman un reparto de una película muy sólida, densa, muy bien ambientada e interpretada, cuyos resultados son notables en todos los aspectos, pero cuyo clasicismo y ritmo pausado parecen haberle jugado una mala pasada de cara a premios y público.
El director de fotografía es Bradford Young, un joven talento afroamericano que llamó la atención hace unos años con la arriesgada estética de “Pariah” (2011) y, posteriormente, “Ain’t Them Bodies Saints” (2013). Este mismo año ha estrenado con gran éxito “Selma” (2014), que junto con “A Most Violent Year” le sitúa en la primera línea de operadores norteamericanos, lo que hará que seguramente sea muy demandado en los próximos años, gracias a un estilo muy sencillo, heredero de las formas de Gordon Willis, Owen Roizman, Harris Savides, Darius Khondji o Lance Acord, pero a la vez lleno de riesgo y personalidad, que demuestra que a veces no es suficiente con llamar a la puerta, sino que hay que derribarla.
A pesar de ser una película de época, “A Most Violent Year” está rodada con la cámara Arri Alexa XT, lo cual pone de manifiesto una vez más que la adquisición en celuloide ahora mismo está limitada a muy pocos cineastas en EEUU. Además, para su rodaje, Young hizo uso de uno de los primeros juegos de ópticas anamórficas Arri/Zeiss Master Anamorphic, el cual ni siquiera estaba completo (sólo contaba con tres focales, 35mm, 50mm y 75mm, T/1.9). A pesar que durante gran parte de la película las ópticas se emplean completamente abiertas de diafragma, las Master Anamorphic poseen tal calidad que no solo su imagen es sorprendentemente nítida de borde a borde del fotograma, sino que son increíblemente resistentes a los destellos (tanto, que Arri ha lanzado filtros específicos para reducir dicha resistencia) y apenas muestran distorsión, hasta el punto que, de no ser por los fondos estirados y desenfocados, en muchas ocasiones se podría pensar que se trata de una película rodada en formato esférico. Por tanto, parece que son unas ópticas anamórficas de enorme calidad, muy indicadas para rodar a grandes aperturas de diafragma al no perder nitidez, aunque no tienen tanta vida como otros juegos de ópticas y causan un extraño efecto: los óvalos desenfocados de los fondos, al aproximarse a los lados de la imagen, cobran una forma semi-triangular que despista un poco. No obstante, tratándose casi de prototipos de las lentes, habrá que esperar a ver las series definitivas en acción para juzgarlas debidamente.
Por lo demás, la fotografía de “A Most Violent Year” es fácilmente una de las más interesantes y arriesgadas del año. Young se sirve de la Alexa y de lo bien que rinden sus ópticas abiertas de diafragma para rodar con niveles de luz bajísimos, pero no solo eso, sino que adopta la clásica filosofía de iluminar los espacios y no los personajes, de modo que los puntos de luz de cada toma no necesariamente están situados en los rostros de los actores, que con mucha frecuencia aparecen como meras siluetas o notablemente subexpuestos. Así pues, en las escenas exteriores diurnas, Young utiliza casi exclusivamente el contraluz sobre los actores, sin relleno alguno sobre los mismos (o que el mismo sea mínimamente perceptible), haciendo uso para ello de la tenue luz invernal de Nueva York, con el sol siempre muy bajo. Su imagen prácticamente documental sólo se rompe una vez, durante la conversación exterior entre Jessica Chastain y David Oyelowo, ya que el primer plano de ella, situada forzosamente en luz frontal, emplea un palio o bastidor para suavizar el sol.
Pero si los exteriores son interesantes, los interiores diurnos y nocturnos lo son más aún: Young emplea casi de forma exclusiva una única fuente de iluminación, bien sean las ventanas o lámparas integradas en el decorado. Aunque a veces utiliza durante el día algo de luz cálida cenital, muchas de sus escenas transcurren en la más absoluta penumbra, incluso dejando a veces que uno o varios de los personajes, fuera de la acción de la luz principal, queden en áreas muy subexpuestas, incluso sin distinguirse bien de los fondos o paredes junto a ellos. Otras escenas interiores diurnas están rodadas con simples lámparas integradas en las localizaciones, como todas las del domicilio de Isaac y Chastain cuando ésta está haciendo nuevas cuentas, o en los pocos exteriores nocturnos, se hace uso de la luz que se ve en pantalla y un nivel de relleno ínfimo, como por ejemplo en la escena nocturna en la carretera. En general, se trata de una fotografía de una fuerte filosofía naturalista, que Young trata de mantener en todo momento, sin importarle siquiera que sus actores estén fuera de las marcas aparentes, o que una estrella femenina como Jessica Chastain no cuente con una iluminación mínimamente enfocada a resaltar su figura.
Young, por supuesto, puede permitirse tales niveles de oscuridad porque el realizador está evidentemente de su parte, así como porque el etalonaje que lleva a cabo, también en aras a conseguir el aspecto de época, tiene un contraste reducido, así como un ligero viraje a amarillos y verdes, que recuerda en cierto modo a las imágenes de “Zodiac” (2007), otra de las grandes recreaciones de época en formato digital. La ausencia de focales más teleobjetivo en el juego de Master Anamorphic del que disponían los cineastas no parece suponer problema alguno, sino al contrario, casi toda la película está muy bien rodada desde perspectivas angulares, limitando el 75mm (que en formato convencional esférico equivale a una focal media como un 35mm ó 40mm) para los primeros planos, lo cual también refuerza la presencia de los actores. Los resultados, por lo tanto, son muy, muy buenos, con una estética que traslada inmediatamente a la época y acompaña, matiza y complementa a la narrativa de Chandor, pero con un riesgo tan grande en la iluminación que a veces es casi experimental y retrotrae inmediatamente a los trabajos de Gordon Willis y Bruce Surtees, con los que Young emparenta claramente en intenciones, y al igual que aquéllos, su trabajo es tan poco comercial que ha pasado desapercibido de cara a los premios del año.
Título en España: El Año Más Violento
Año de Producción: 2014
Director: J.C. Chandor
Director de Fotografía: Bradford Young
Ópticas: Arri/Zeiss Master Anamorphic
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa XT (ArriRaw, 2.8K), 2.4:1
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2015.