La ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes 2023 y del Óscar al mejor guión original fue este film francés, ambientado principalmente en los Alpes franceses. Allí, en una cabaña en la montaña, vive una pareja de escritores (Sandra Hüller y Samuel Theis) junto a su hijo de once años (Milo Machado-Graner), que sufrió un accidente años atrás en el que quedó parcialmente ciego. Un día, mientras la mujer está siendo entrevistada, el marido pone repetidas veces una música muy alta en la planta superior, lo que hace que la entrevista tenga que ser pospuesta y la entrevistadora, alumna de la mujer, se marcha de la casa. Entre tanto, el niño sale a dar un paseo con su perro. Y cuando vuelve, se encuentra con que su padre ha caído por la ventana, accidentalmente, o no. Ello dará lugar a un juicio, en el que el fiscal tratará de acusar a la madre por homicidio, mientra el niño, lo más parecido a un testigo de los hechos, duda sobre lo acontecido mientras toda su vida familiar e íntima de sus padres sale a la luz en el juzgado. Se trata de un film muy notable, muy bien escrito y muy bien interpretado, que consigue con mucha naturalidad enganchar al espectador a pesar de sus dos horas y media de proyección, manteniendo siempre el interés a la par que la duda sobre los acontecimientos que suceden en sus primeros minutos.
El director de fotografía es Simon Beaufils, que también se hizo ya cargo de las dos películas anteriores de la directora Justine Triet, «Victoria» (2016) y «Sibyl» (2019), que junto con el presente título son seguramente los tres más conocidos de su, por el momento, incipiente filmografía. «Il Capitale Humano» (Paolo Virzi, 2013, crédito compartido con Jerome Almeras, «You and the Night» (Yann Gonzalez, 2013), «Fidelio, l’odyssée d’Alice» (Lucie Borleteau, 2014), «Un couteau dans le coeur» (Yann Gonzalez, 2018) y «Astrakan» (David Depesseville, 2022) son algunos de los otros films en los que ha trabajado.
La imagen de «Anatomie D’Une Chute» es naturalista e inusual a la vez. Ello se debe principalmente a que los cineastas decidieron rodar en gran formato, con la Arri Alexa Mini LF, pero en lugar de emplear lentes correspondientes, usaron los Hawk V-Lite convencionales (2x) y para una relación de aspecto de 1.85:1, probablemente llevándolos al límite de su cobertura. Además, gran parte de la película utiliza mucho el zoom, un Angenieux Optimo 24-290mm anamorfizado, que no encaja exactamente con las lentes Hawk, pero que al estar anamorfizado también aporta sus propias distorsiones. Y es que el film es una oda en este sentido a las imperfecciones del anamórfico, puesto que las lentes, muy abiertas de diafragma, aportan un desenfoque muy marcado en los bordes del fotograma, sobre todo arriba y abajo, así como mucha suavidad, aberraciones cromáticas y hasta veladuras y flares que, de algún modo, destruyen la calidad de imagen de la Alexa. Y para rematar la faena, en el etalonaje, aunque Beaufils comentó a la AFC que también es parte de ampliar el fotograma de la cámara, los cineastas introdujeron mucho grano, que de algún modo trata de conseguir un aspecto similar al celuloide, aunque a veces es tan prominente que resulta obvio que es una capa de grano de post-producción, añadida sobre las imágenes.
Todo ello no impide que el trabajo de Simon Beaufils sea bastante bueno; de hecho, con respecto a haber rodado el film con lentes convencionales full-frame, de un aspecto moderno, el empleo de los Hawk en condiciones tan extremas hace que el film posea mucha personalidad en este aspecto, aunque el formato anamórfico utilizado pierda precisamente la pantalla panorámica que le caracteriza. La iluminación en todo momento trata de resultar muy naturalista y, prácticamente, casual: en los interiores de la casa, que se supone que está rodeada de nieve, Beaufils proyecta luces suaves pero muy intensas, que ofrecen efectivamente la sensación de ser la luz que podría haber en el lugar, dejando que en etalonaje -algo a lo que también ayudan los Hawk- se extraigan colores muy bonitos, algo especialmente evidente en los tonos de piel. Y casi todo el resto del film transcurre principalmente en la sala de juicios, que es idónea para el rodaje de este tipo de escenas porque posee grandes ventanales en un lateral pero a una gran altura, lo que da mucha distancia para proyectar la luz y, además, evita que se vea el exterior de lo que parece un interior natural. Y como gran parte del film transcurre en dicho interior, el director de fotografía va cambiando el tono escena a escena, como si la luz también fuera modificándose: lo que comienza como un día que parece extraído del interior de la cabaña, va mutando poco a poco a un crepúsculo de la tarde, pasando por momentos en que hay haces de luz solar cálidos en el interior.
Todo ello está muy bien ejecutado y resulta muy creíble, lo cual produce ese contraste que indicábamos entre una luz muy natural y creíble en términos realistas, que abraza imperfecciones visuales, contrapuesta de este modo a unas lentes que ofrecen un aspecto muy pero que muy particular, por sus fuertes desenfoques (o casi podríamos hablar de pérdidas de foco) y el gran número de aberraciones que introducen en la imagen que, curiosamente, no emplea como decimos una relación de aspecto panorámica a pesar del anamórfico. Y aún así, la directora Justine Triet consigue una puesta en escena muy interesante, que como sus propias lentes, abraza en cierto modo las imperfecciones y los zooms, que hacen que el film posea cierto aspecto directo, no documental (medio del que proviene) pero menos predemitado de lo que realmente está (que es mucho). Como muestra, dentro de un muy buen trabajo de puesta en escena, que es esencial para mantener esa duda, esa emoción y esa incertidumbre sobre lo que pudo pasar y cómo se resolverá el film, hay un momento para el recuerdo: aquél en el que el niño es interrogado a la vez por el fiscal y el abogado defensor de su madre, y la cámara lo sitúa en el centro de la imagen y, a través de travellings, «tira» de él hacia el abogado o hacia el fiscal a medida que cada uno de éstos trata de «tirar» a su vez del niño para hacer válidos sus argumentos.
Título en España: Anatomía de una Caída
Año de Producción: 2023
Director: Justine Triet
Director de Fotografía: Simon Beaufils
Ópticas: Hawk V-Lite, Angenieux Optimo
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa Mini LF (Arriraw), 1.85:1
Vista en HDTV
© Ignacio Aguilar, 2024.