Producción de la cadena de televisión estadounidense HBO, que en el formato de una miniserie de aproximadamente cinco horas de duración, recrea los sucesos acaecidos en la central nuclear de Chernóbil en abril de 1986, cuando el reactor número 4 de la planta generadora de electricidad explotó durante la ejecución de una prueba de seguridad. Un alto cargo del Kremlin (Stellan Skarsgaard), con la ayuda de dos científicos (un sublime Jared Harris y Emily Watson), viaja al lugar de los hechos para hacerse cargo de una situación de extrema gravedad de la que el gobierno de Gorbachov no tenía control alguno ni consciencia de sus consecuencias. Con una aproximación sobre los hechos que prácticamente es de docudrama, y un modélico guión de Craig Mazin, “Chernobyl” es la recreación definitiva sobre este trágico suceso, acercándose de forma muy fiel a lo que fueron los hechos reales (con las mínimas concesiones para una serie de ficción), a la reacción de la URSS y su complicada burocracia y, por supuesto, tanto los efectos directos del accidente sobre las personas y los esfuerzos posteriores para minimizar las consecuencias del mismo, todo ello sin caer jamás en el menor sensacionalismo o sentimentalismo, ni siquiera cuando muestra los devastadores efectos de la radiación sobre los primeros hombres (y sus mujeres) que acudieron a la central después del desastre.
El director de fotografía es el sueco Jakob Ihre, quien hasta la fecha ha desarrollado su carrera en los países nórdicos y, por lo tanto, era un completo desconocido al menos para quien escribe estas líneas. El éxito de la miniserie, actualmente la de mayor puntuación en IMDB en cuanto a productos destinados a la pequeña pantalla, seguramente lance su carrera junto con la del director Johan Renck, cineasta también sueco que hasta la fecha había destacado sobre todo por su labor al frente de campañas publicitarias y videoclips. Gracias a un rodaje en Lituania, en las instalaciones de una central gemela de la accidentada y en diversos lugares en los que la arquitectura se asemeja mucho a lo que un día fue la ciudad de Pripiat (hoy en día abandonada en la zona de exclusión) y, sobre todo, gracias a un exquisito gusto por el detalle en la dirección artística, el vestuario y la recreación de época, “Chernobyl” es una miniserie que traslada por completo a la URSS de los años 80.
Haciendo uso de la Arri Alexa y casi seguro, a tenor de las imágenes, de ópticas Zeiss Ultra Prime (*) muy abiertas de diafragma, los cineastas han optado por una puesta en escena muy directa para conseguir trasladar al espectador al lugar de los hechos, algo que durante los dos primeros episodios, los dos más centrados en el accidente en sí, consiguen de forma asombrosa. El trabajo de cámara incluye muchísimos planos al hombro, para dotarlos de cierto movimiento y espontaneidad, pero sin grandes alardes en este sentido y sin el uso aparente de elementos como grúas o la Steadicam, que tampoco se echan en falta. Seguramente, además, para conseguir rodar los cinco capítulos en un apretado calendario de rodaje de únicamente 16 semanas, hay bastante uso de dos o más cámaras simultáneas en las escenas con varios personajes. No es un trabajo brillante en este aspecto, pero sí está lo suficientemente bien hecho como para que los cineastas obtengan sus propósitos y la serie resulte muy efectiva en este aspecto. Destaca además la elección de una relación de aspecto 2.00:1, que llama la atención porque evidencia que, a buen seguro, de haber podido y de haberse tratado de una producción destinada a su estreno en salas comerciales de exhibición, se hubiera escogido un formato panorámico a tal efecto, pero las limitaciones del medio televisivo seguramente se habrán impuesto, por mucho que el 2.00:1 sea algo más panorámico que el tradicional 1.78:1 que normalmente se usa en televisión.
La imagen de “Chernobyl” es por lo general fría, desapacible y desaturada y está captada, por lo general, en días nublados o jornadas de escaso sol, de modo que predomina una paleta de tonos grises, azules y verdes. En exteriores la imagen es muy real porque está captada de forma directa, sin importar, algo que es extensible a todo el conjunto, si con ello se consiguen imágenes de más o menos calidad. Es decir, los cineastas priorizan la verosimilitud sobre la estética, circunstancia que a la postre, es esencial para el éxito de la miniserie, que resulta absolutamente creíble en todos sus aspectos. A veces el sol está de contra, a veces de lado, a veces frontal y, lógicamente, las imágenes no siempre son óptimas como consecuencia de ello, pero la suma de todas las escenas en todo tipo de condiciones proporciona una variedad de aspecto que, como conjunto, es absolutamente creíble. Ni siquiera en los exteriores los cineastas proporcionan cierta profundidad de campo. Incluso en tales circunstancias, los fondos están muy desenfocados y las lentes muy abiertas de diafragma. En cierto modo, con este tratamiento, que por supuesto también opera en interiores y exteriores nocturnos, el aspecto es más documental y veraz, ya que no solo nunca o casi nunca intuimos el uso de la iluminación cinematográfica, sino que el tipo de movimientos de cámara y el foco exclusivamente en los sujetos imitan bien cómo filmaría un cámara de un noticiario o documental.
Por supuesto, los interiores poseen iluminación artificial, pero la misma es sencilla y contrastada, haciendo uso en general de pequeños aparatos y con un escaso o nulo interés en embellecer las imágenes o mejorarlas (algo que es aplicable a toda la serie, excepto quizá, a las escenas de la evacuación de Pripiat, en las que el día soleado contrasta con el triste acontecimiento que se producía en ese momento). El director de fotografía, eso sí, emplea muchas fuentes de luz de diferentes temperaturas de color, así como muchas mezclas, con constantes cambios entre tonos cálidos (en el interior de la central), fríos y verdosos, en función del lugar en que se desarrollan las acciones. Los niveles de luz, en general, son muy bajos, circunstancia en la que la Arri Alexa se maneja a la perfección, creando una estética que a veces es algo lúgubre pero que se amolda muy bien a lo que se cuenta en pantalla. En general, el trabajo de Jakob Ihre, como también le sucedía a la propia puesta en escena, tampoco es brillante, pero juntos y de la mano el director y el director de fotografía consiguen crear una atmósfera lo suficientemente real que, gracias a la extraordinaria ambientación (faceta estética que sin duda es la más destacable), consigue todos y cada uno de sus propósitos con una nota muy elevada. Lástima que un producto de tanta calidad como el presente no se haya podido apreciar en la gran pantalla, algo de lo que sería absolutamente merecedor aunque fuera en dos partes, especialmente teniendo en cuenta la pobre calidad de emisión de HBO, al menos en España, lo que nos obligará a efectuar un segundo visionado ya en Blu-ray a fin de poder valorar el conjunto en su justa medida.
Título en España: Chernóbil
Año de Producción: 2019
Director: Johan Renck
Director de Fotografía: Jakob Ihre
Ópticas: Zeiss Ultra Prime (*)
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa, 2.00:1
Vista en HDTV
(*) La imagen parece captada a través de los Arri/Zeiss Ultra Prime, aunque la pésima compresión de HBO dificulta mucho la labor de poder verificarlo. Algunas fuentes indican Cooke Speed Panchros, algo que no hemos podido confirmar hasta la fecha (18-6-19).