Western clásico, producido y dirigido por Howard Hawks y escrito por Leigh Brackett sobre una novela de Harry Brown, que sigue los pasos de un veterano pistolero (John Wayne), que tras rechazar sucesivas propuestas de un grupo que desea arrebatar el agua a una familia de granjeros, decide apoyar a estos y sobre todo a su amigo el Sheriff (Robert Mitchum), quien ha caído en el alcoholismo tras una fallida aventura amorosa. Todo ello lo hará acompañado del joven Mississippi (James Caan), un aprendiz de pistolero que también se mueve por la lealtad hacia sus amigos. «El Dorado» habla sobre todo sobre la amistad y la veteranía, con los personajes de Wayne y Mitchum seriamente lastrados físicamente, en contraposición a la juventud que aporta el personaje de James Caan, todo ello en una película de corte absolutamente clásico y ya prácticamente anticuada y pasada de moda en el momento de su estreno, lo que no impidió que fuera un gran éxito y que, precisamente, sus elevadas dosis de encanto residan en los valores que la película proyecta desde la pantalla, en una época en que el Western americano se encontraba ya en franca decadencia.
El director de fotografía fue el veterano Harold Rosson [ASC], quien contaba con 71 años de edad en el momento del rodaje de la película y, de hecho, volvió a su retiro tras terminarla, por lo que fue su último rodaje. Famoso director de fotografía del Hollywood clásico, Rosson fue ganador de un Oscar compartido con W. Howard Greene, por su trabajo en «The Garden of Allah» (Richard Boleslawski, 1936), Rosson tuvo nominaciones adicionales, siempre en blanco y negro, por «Boom Town» (Jack Conway, 1940), «Thirty Seconds Over Tokyo» (Mervyn Le Roy, 1944), «Asphalt Jungle» (John Huston, 1950) y «Bad Seed» (Mervyn Le Roy, 1956). Ya había trabajado con Howard Hawks casi cuatro décadas atrás en «Trent’s Last Case» (1929), siendo películas muy destacadas de su carrera «Treasure Island» (Victor Fleming, 1934), «Captains Courageous» (Victor Fleming, 1937), «The Wizard of Oz» (Victor Fleming, 1939), «Duel in the Sun» (King Vidor, 1946), «On The Town» (Stanley Donen, Gene Kelly, 1949), «Singin’ in the Rain» (Stanley Donen, Gene Kelly, 1952) o «The Enemy Below» (Dick Powell, 1957), entre otros muchos trabajos.
La fotografía de «El Dorado» es también muy clásica y muy elaborada (tanto, que parece ser que Howard Hawks se quejaba del ritmo lento de rodaje de Harold Rosson, que habría hecho que la película terminase varias semanas después de lo inicialmente previsto en su calendario de rodaje). Como en casi todas las películas de Howard Hawks, está rodada en formato convencional esférico, casi seguro que con las nuevas lentes que había lanzado Bausch & Lomb por aquélla época, los Super Baltar, empleando casi siempre focales nobles y muy particularmente el 50mm en gran parte de las escenas nocturnas e interiores nocturnos, todas ellas rodadas con las comodidades del estudio. En los exteriores diurnos se aprecia siempre un claro y conciso uso de la luz de relleno, aunque Harold Rosson no parece tener predilección por un estilo de rodaje u otro: hay tanto luz frontal, como contraluz, o luz lateral, puesto que lo único que parece que lo cineastas se esforzaron en evitar, al menos en la medida de lo posible, fueron las horas centrales del día, al menos para realizar las tomas amplias y menos controlables, de tal manera que aunque su ángulo varía, la luz de las primeras horas del día o de las últimas horas de la tarde en el estado de Arizona (además, en otoño), posee una gran calidad y hace que los exteriores del film luzcan muy bien, a pesar de ser menos en un conjunto que, principalmente, es nocturno.
Llama la atención en las escenas nocturnas en las calles del pueblo (rodadas como decíamos en estudio, mientras que las diurnas se habrían rodado en plató) cómo Harold Rosson ni emplea demasiada luz azulada (su luz ligeramente lo es, pero sin llegar ni remotamente a los extremos por ejemplo de William H. Clothier en «The Alamo») ni tampoco grandes contraluces: las calles, por la noche, por lo general están iluminadas con luces laterales, escondidas seguramente entre las construcciones de la calle principal. Y estas luces laterales están complementadas con algunos farolillos presentes en cuadro pero, sobre todo, por las propias luces colocadas (de dentro hacia fuera) en el interior de los edificios, que hacen que haya cierta mezcla de temperaturas de color, puesto que estas últimas son luces que, generalmente, son cálidas. En los interiores, el rodaje en decorados es muy evidente. De un lado, porque se aprecia claramente cómo los cineastas disponían del espacio suficiente para echarse atrás y rodar con el 50mm, 75mm, 100mm, etc. y por otro, porque la luz de Harold Rosson es muy limpia, con aparatos directos sobre los actores, algunos cortes, etc. en un estilo muy clásico y Hollywoodense, el típico heredado del blanco y negro y que quizá funcionase mejor que en color, puesto que en este medio, es un aspecto demasiado teatral e irreal, por muy bien hecho que esté el film en su estilo.
Todo ese cuidado con el que está iluminado el film, algo que a priori podría causar rechazo precisamente porque lo aleja de la realidad, lo que hace es nadar contracorriente en una época en la que el Western americano ya competía claramente con el europeo, que era mucho más sucio, tanto en ambientación y caracterización, como también en su tratamiento lumínico, más casual y fruto de no estar rodado en estudio, sino en localizaciones, también era más realista. Pero en este caso, probablemente en ello reside el encanto de la película, que por temática, estilo, desarrollo, etc. bien podría haber sido rodada en los años 40 o 50, y no prácticamente a finales de la década (puesto que se estrenó en junio de 1967, más o menos cuando llegó la trilogía del «Dólar» de Sergio Leone a los EEUU).
Dentro de este estilo tan clásico y tan cuidado, que incluye algunos momentos brillantes en los que Harold Rosson perfila los edificios o a los personajes contra los ultimísimos momentos del atardecer, o del crepúsculo, para evitar tener que iluminar aún más por la noche, solo desentonan un poco algunos problemas derivados de las sombras de unos personajes sobre otros, algo típico cuando se rueda con luz dura y se tiene a tantos personajes repartidos por el encuadre, pero que es el mayor pero que se le puede poner, además de la mencionada etiqueta de «anticuado» a un film que por lo demás funciona tan bien como el mecanismo de un reloj, por la engrasada maquinaria que suponía toda esa vieja guardia situada tanto delante como detrás de las cámaras del film.
Título en España: El Dorado
Año de Producción: 1966
Director: Howard Hawks
Director de Fotografía: Harold Rosson, ASC
Ópticas: Bausch & Lomb Super Baltar
Emulsión: Kodak 5251 (50T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en HDTV
© Ignacio Aguilar, 2023.