Super Baltar
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Adaptación de una novela de John Ball, escrita para la pantalla por Stirling Silliphant, que está ambientada durante un cálido verano en un pueblo ficticio del estado de Mississippi. Allí, cuando un policía local (Warren Oates) descubre el cadáver de un empresario durante una patrulla de madrugada, el Sheriff (Rod Steiger) decide terminar rápidamente el caso acusando a un hombre de raza negra (Sidney Poitier) del crimen. Pero resulta que este hombre es un detective de homicidios de Filadelfia y, para sorpresa de los locales, le es asignado el caso con el apoyo de la viuda (Lee Grant) del fallecido, con las reticencias de todos los lugareños por cuestiones raciales. Se trata de un film importante, de éxito comercial y notable reseñas críticas, que obtuvo el Oscar a la mejor película, mejor actor (Steiger, aunque Poitier ni siquiera fue candidato al premio), guión, efectos de sonido y montaje (para el futuro director Hal Ashby), en el que el director Norman Jewison, especialista en películas comprometidas, lleva a la pantalla un tema entonces delicado con oficio, firmeza y convicción. Quizá la historia detectivesca en sí es lo más flojo de una película caracterizada sobre todo por sus interpretaciones y fuerza de su temática, que perdura muchos años después de su estreno.

Western clásico, producido y dirigido por Howard Hawks y escrito por Leigh Brackett sobre una novela de Harry Brown, que sigue los pasos de un veterano pistolero (John Wayne), que tras rechazar sucesivas propuestas de un grupo que desea arrebatar el agua a una familia de granjeros, decide apoyar a estos y sobre todo a su amigo el Sheriff (Robert Mitchum), quien ha caído en el alcoholismo tras una fallida aventura amorosa. Todo ello lo hará acompañado del joven Mississippi (James Caan), un aprendiz de pistolero que también se mueve por la lealtad hacia sus amigos. "El Dorado" habla sobre todo sobre la amistad y la veteranía, con los personajes de Wayne y Mitchum seriamente lastrados físicamente, en contraposición a la juventud que aporta el personaje de James Caan, todo ello en una película de corte absolutamente clásico y ya prácticamente anticuada y pasada de moda en el momento de su estreno, lo que no impidió que fuera un gran éxito y que, precisamente, sus elevadas dosis de encanto residan en los valores que la película proyecta desde la pantalla, en una época en que el Western americano se encontraba ya en franca decadencia.

Octava película del cineasta norteamericano James Gray (“Little Odessa”, “Two Lovers”), quien en esta ocasión vuelve a su territorio más seguro (los barrios de Nueva York), contando una historia muy personal, la de su infancia en Queens y su vida familiar, la influencia de su abuelo (Anthony Hopkins) o de cómo y por qué sus padres tuvieron que cambiarle de colegio en la época en que Ronald Reagan accedió a la presidencia de los EEUU y él, de niño, terminó conociendo a los Trump. El problema es que, por muy personal que resulte todo para Gray, lo que cuenta ni es muy interesante ni mucho menos estimulante, de tal manera que solo su oficio es capaz de salvar una película que, aunque posee cierto encanto y ternura, ni siquiera aporta nada visto anteriormente en el subgénero “coming of age” y mucho menos a lo visto anteriormente ya en las mejores películas de la obra del propio James Gray. Banks Repeta es el joven protagonista, mientras que Anne Hathaway y Jeremy Strong interpretan a sus padres.

Debut en la dirección de Tim Miller, que adapta para la gran pantalla el personaje de los cómics de Marvel y, que a su vez, es también un spin-off de la serie “X-Men”. El argumento gira en torno a los orígenes de Wade Wilson (Ryan Reynolds), un antiguo mercenario que vive junto a su novia (Morena Baccarin) y que, tras ser diagnosticado con un cáncer terminal, se somete a un supuesto tratamiento experimental que, en lugar de curarle, le convierte en un ser inmortal pero desfigurado, de modo que Wilson decide convertirse en un super héroe con la esperanza de recuperar su vida y aspecto previos. El argumento podría parecer una película de super héroes más, pero la diferencia es que “Deadpool” apuesta -de manera casi extrema- por la irreverencia y por ni tomarse en serio el género y por tampoco tomarse en serio así misma. De tal manera que la proyección está plagada de humor irreverente y hasta soez, con un alto contenido de chistes que van desde lo escatológico a otros de ironía más fina, e incluso rupturas frecuentes de la cuarta pared cinematográfica que ponen de manifiesto la evidente intención de los cineastas de llevar a cabo una película más paródica que seria, e incluso, en cierto modo, una historia de amor más que un film de super héroes. Como tal, los resultados son interesantes, aunque existe cierta pose en el planteamiento, así como un nivel mucho más alto en todo lo que no son escenas de acción que durante las mismas, en las que la película trata de ser tan “cool” como intrascendente en sus resultados.

Extrañísima película escrita y dirigida por Brian de Palma, que mezcla elementos de “Phantom of the Opera”, “Faust” y “The Picture of Dorian Gray” en un musical-rock en el que se entremezclan momentos apabullantes con otros en los que aparecen los peores excesos e incoherencias de la obra del realizador de “Scarface”: William Finley interpreta a Winslow Leach, un joven compositor y cantante que quiere estrenar su obra en el “Paradise”, un teatro regentado por Swan (Paul Williams, compositor además del film). Sin embargo, éste le rechaza pero le roba su música para que la cante Phoenix (Jessica Harper). Después de ello, el rostro de Leach queda desfigurado en un accidente y se convierte en el fantasma del teatro, clamando venganza entre bastidores. El film fue un fracaso en la época de su estreno, aunque Paul Williams consiguió una nominación por su banda sonora, lo que no ha impedido que con el transcurso de los años se haya convertido en una obra de culto a pesar de su evidente rareza.

Adaptación cinematográfica de una obra teatral de Frederick Knott, producida por el actor Mel Ferrer (entonces el marido de la actriz protagonista, Audrey Hepburn) y dirigida por el realizador de los primeros títulos de la serie Bond, Terence Young, que tiene como personaje principal a una mujer ciega que, sin saberlo, se ve envuelta en una trama en la que tres personajes del hampa (Alan Arkin, Richard Crenna y Jack Weston) tratan de acosarla y engañarla para recuperar una muñeca en cuyo interior se encuentra heroína de contrabando y que ha llegado a su casa por error, a través de su marido (Efrem Zimbalist, Jr.). “Wait Until Dark” es un thriller muy efectivo, muy sencillo, que se desarrolla prácticamente en una única localización, pero con grandes interpretaciones de todo el reparto -especialmente la siempre frágil Audrey Hepburn, que hace que su personaje sea absolutamente creíble- y con un gran clímax, después de un interesante juego del gato y el ratón entre los diferentes personajes que aparecen a lo largo del metraje.

Producción de Robert Chartoff e Irwin Winkler, que tiene como protagonista a un metódico asesino a sueldo (Charles Bronson) que lleva una vida completamente aislada y solitaria entre cada uno de sus trabajos por encargo. Después de uno de ellos, se asocia con un joven (Jan-Michael Vincent) que desea aprender todos sus técnicas y trucos. Juntos, una vez finalizado el entrenamiento, viajarán al sur de Italia para realizar una de estas ejecuciones. En manos del británico Michael Winner, “The Mechanic” es un film irregular que no acaba de aprovechar todas sus posibilidades, quizá, en parte, porque la relación entre los dos protagonistas nunca termina de estar bien definida. Aún así, alguna de las elaboradas secuencias que muestran los métodos del personaje de Bronson, así como las secuencias de acción hacia el final, contienen bastante interés. Keenan Wynn y la esposa de Bronson en la vida real, Jill Ireland, completan el reparto de una película cuyo argumento fue retomado en “The Mechanic” (2011), protagonizada por Jason Statham.

Curioso debut de David Lynch en el mundo del cine, originalmente rodado como un proyecto del American Film Institute (AFI) de Los Angeles, pero que el director fue expandiendo y rodando durante años gracias al apoyo de amigos como el diseñador Jack Fisk (“The Thin Red Line”) o su esposa, la actriz Sissy Spacek (“Carrie). La historia, muy extraña y narrada desde un enfoque de tintes surrealistas, sigue a un hombre (Jack Nance), que vive solo en un diminuto apartamento y que tiene que casarse con una chica después de quedarse embarazada. Pero el hijo que tienen no tiene forma humana y, por si ello fuera poco, no deja dormir a sus padres por las noches. Lo original del enfoque de Lynch hizo que un argumento tan extraño fuera suficiente para alargarlo a los 90 minutos finales y exhibir la película en el circuito de películas de arte y ensayo, donde gustó tanto a la crítica que hizo que un autor tan personal como Lynch fuera demandado por los grandes estudios y productoras para dirigir sus proyectos (“The Elephant Man” y “Dune”), antes de volver a un tipo de cine más personal y controlado con “Blue Velvet” (1986) y “Wild At Heart” (1990).

Exitosa adaptación de un libro de Robin Moore, basado en las vivencias personales de los policías activos en Nueva York durante los años 60 (Gene Hackman y Roy Scheider), con la que el productor Philip D’Antoni quiso repetir el éxito obtenido pocos años atrás con “Bullitt” (Peter Yates, 1968), otro film policíaco con una emblemática persecución de coches. El argumento, en esta ocasión, gira en torno a un cargamento de droga que llega a Nueva York desde Marsella (Francia), sobre cuya pista se ponen los dos policías protagonistas tras observar el comportamiento de un tendero de origen italiano en un club nocturno, el cual les lleva hasta el jefe del grupo (Fernando Rey) en su viaje a EEUU para introducir la heroína en el país. La dirección recayó en William Friedkin, entonces un joven y desconocido realizador procedente de la televisión y el documental, pero cuyas ideas y puesta en escena fueron fundamentales para que la película consiguiese los premios más importantes de la Academia de Hollywood de su temporada: mejor película, director, guión (Ernest Tidyman), actor (Hackman) y el quinto, para el fabuloso montaje de Jerry Greenberg.

Debut en la dirección de Robert Eggers, ambientado en Nueva Inglaterra en 1630 y cuyos protagonistas son una familia (padre, madre y cinco hijos, uno de ellos un bebé) que van a vivir a las cercanías de un bosque, alejándose del resto de la comunidad, a fin de llevar una vida más cercana a sus creencias religiosas. Sin embargo, una vez allí, el bebé desaparece en circunstancias misteriosas y ello introduce un elemento de miedo, de duda y de cizaña entre los miembros del grupo familiar, que no saben a qué atenerse con respecto a los acontecimientos que comienzan a vivir. Se trata de una película muy sugerente, cuya inspiración en cuentos y leyendas populares no le impide, a su vez, enraizarse con el cine de Dreyer, Bergman y hasta Stanley Kubrick de forma muy clara. No es por tanto una película de terror al uso y, por ello, puede provocar reacciones algo nerviosas del público que esté esperando encontrarse con una película convencional y no con un film de autor, de corte europeo, que tiene además un perfil mucho más cercano al drama psicológico que al típico producto orientado a asustar y sobresaltar al espectador.

Language / Idioma