Retorno de Mel Gibson a la dirección, diez años después de “Apocalypto” y también de haber superado aparentemente sus múltiples problemas personales, que le habían llevado a convertirse en un personaje apartado de Hollywood por sus declaraciones y comportamiento. En este film narra la historia real de Desmond Doss (Andrew Garfield), un hombre, devoto religioso (adventista del séptimo día) que se alistó en el ejército norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial aunque se negaba a coger un arma, puesto que su intención era ejercer como médico en el campo de batalla y salvar el mayor número de vidas que le fuera posible. Y lo hizo, convirtiéndose en un héroe merecedor de la Medalla de Honor sin disparar un solo tiro. El film, muy conservador en sus planteamientos y acorde a las creencias religiosas del propio director, es el típico vehículo muy bienintencionado y destinado a encontrar muy buena acogida entre la crítica estadounidense, que parece realizado por Gibson para congraciarse de nuevo con la industria, aunque sus resultados, vistos desde fuera de EEUU y desde una perspectiva europea, son discretos y predecibles, más allá de algún momento aislado de las secuencias bélicas que vuelven a mostrar la extraña garra del director de “Braveheart” y “The Passion of the Christ” para la acción y la violencia. Hugo Weaving, Vince Vaughn y Sam Worthington son los rostros secundarios más reconocibles del film.
El director de fotografía es el australiano Simon Duggan [ACS]. Hasta la fecha, Gibson se había caracterizado por haber dirigido sus películas junto a directores de fotografía de primera fila: Donald McAlpine (“The Man Without a Face”, 1993), John Toll (que ganó el Oscar por “Braveheart”, 1995), Caleb Deschanel (nominado por “The Passion of the Christ”, 2004) y Dean Semler (nominado por la ASC por “Apocalypto” en 2006, rodado además en HD con la Panavision Genesis). McAlpine era uno de los directores de fotografía australianos más prominentes en la época en que Gibson creció y se estableció en el cine australiano; Toll, uno de los operadores de cámara y directores de fotografía de segunda unidad más respetados de EEUU cuando Gibson tuvo acceso a los previos de “Legends of the Fall” (por la que Toll ganó el Oscar cuando ya rodaba o había rodado “Braveheart”); con Deschanel, otro de los directores de fotografía de más prestigio de norteamérica, había rodado “The Patriot” justo antes de convocarle para “The Passion of the Christ” y, por supuesto, con Dean Semler, ganador del Oscar por “Dances With Wolves”, Gibson había hecho la segunda y tercera entrega de “Mad Max”. Duggan, neozelandés nacido en 1959, posee una carrera corta en cine y parece una recomendación de Semler, del que fue ayudante. De su filmografía destacan “I, Robot” (Alex Proyas), “Underworld: Evolution” y “Live Free or Die Hard” (ambas a cargo de Len Wiseman), así como el remake de “The Great Gatsby” a cargo de Baz Lurhmann.
El hecho de que Duggan es un director de fotografía inferior a todos los que ha empleado anteriormente Gibson se aprecia prácticamente desde el primer fotograma de la proyección. A pesar de que la película contiene un buen diseño de época y muchos medios a disposición del director de fotografía, la imagen nunca consigue despegar ni atrapar al espectador, ni por belleza, ni por estética ni por lo particularmente efectiva a ajustada a la narración que se podría haber mostrado. Las escenas iniciales, que muestran la infancia del protagonista y, posteriormente, cómo conoce a su futura esposa antes de alistarse en el ejército, podrían haber ofrecido un marco inigualable para una fotografía embellecida o romántica, al estilo de Caleb Deschanel en “The Natural” (1984) o incluso de lo que hizo John Schwartzman en “Pearl Harbor” (2001), con cuyo inicio “Hacksaw Ridge” tiene mucho en común. Duggan no es capaz de aprovechar los momentos de mejor luz natural en exteriores, o cuando la luz disponible es muy buena, la estropea con sus luces artificiales Hollywoodenses. Pero lo peor de todo es que la película, cuando Duggan ilumina sus interiores, muestra una continua confusión de fuentes que hace que la imagen resulte muy cargada y muy poco gratificante a nivel estético: el mejor ejemplo de ello es la escena en que Doss es juzgado ante el Tribunal Militar, con un horrible contraluz sobre el personaje y el resto de militares que acuden al juicio que ni es natural, ni estético ni tiene razón de ser, ya que la fuente de luz debería haber estado en las ventanas de un lateral de la estancia.
Las escenas bélicas, que por supuesto son el punto fuerte de la función, mejoran mucho porque el nivel del que partía la película hasta ese momento era realmente bajo para una producción de estas características. Sin embargo, Duggan apuesta en ellas por un aspecto muy monocromático y azulado, que evidencia mucho trabajo de color en post-producción para igualar el aspecto de las mismas. En rodaje, el operador australiano usa mucho el contraluz o cielos nublados en esta sección, lo cual, con el abundante humo y los muchísimos efectos digitales del que hacen gala estas secuencias, hace que las mismas tengan un aspecto unitario con cierta facilidad. A pesar que un par de exteriores nocturnos están notablemente bien resueltos, todas estas secuencias vuelven a ofrecer un punto más bajo a nivel estético hacia el final de la película, cuando Doss está salvando a sus compañeros en el campo de batalla y todo aparece azul y monocromática, mientras que las escenas en el campamento base de los EEUU, situado apenas a cien metros de distancia debajo de un acantilado, son cálidas y con mucho más color.
Los mejor, por lo tanto, es la puesta en escena de Mel Gibson, que como en las escenas de batalla de “Braveheart” o en “Apocalypto”, vuelve a mostrar mucha garra para filmarlas y editarlas, aunque cuente con el apoyo de muchos CGI, muchos de ellos sin estar particularmente bien resueltos. Ello hace que algunas escenas de “Hacksaw Ridge” posean cierto impacto, aunque el estilo sea demasiado variado y digital y haga uso de recursos (como múltiples cámaras lentas e incesantes variaciones en la obturación, tanto con obturaciones cortas como con obturaciones largas) que no siempre están bien empleados. Por todo ello, los resultados son, de largo, los peores a nivel visual de las películas que hasta la fecha ha dirigido Mel Gibson, mientras que su anunciada vuelta a la primera línea cinematográfica es más una hábil jugada del director (que lanza el mensaje de siempre tras un film de una apariencia absolutamente correcta a nivel político) que una película de nivel, por lo encorsetado y previsible de su planteamiento.
Título en España: Hasta el Último Hombre
Año de Producción: 2016
Director: Mel Gibson
Director de Fotografía: Simon Duggan, ACS
Ópticas: Panavision Primo, Leica Summilux-C, Angenieux Optimo
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (ArriRaw 3.4K), 2.4:1
Vista en DCP
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© Harmonica Rental & Cinema/Ignacio Aguilar, 2016.