Extraña película en la carrera de Clint Eastwood, no por su temática o por su desarrollo, sino porque el film fue estrenado poco después de “Unforgiven” y, por primera vez en muchos años, Eastwood se limitó a ejercer como actor y ni dirigió el film ni participó, por lo menos abiertamente, en su producción. El argumento gira en torno al juego del gato y del ratón entre Eastwood, un agente federal que había sido escolta de Kennedy treinta años atrás, y John Malkovich, un psicópata que amenaza con matar al actual presidente de los EEUU y que le llama por teléfono para recordarle sus errores y vulnerabilidades. Todo ello está bien filmado y narrado por el alemán Wolfgang Petersen, en una de sus películas más redondas, aunque no puede quitarse en ningún momento la etiqueta de cine absolutamente comercial y de consumo rápido del proyecto. Quizá Eastwood fuera demasiado mayor para el papel y, desde luego, su historia de amor con René Russo no funciona en absoluto en pantalla, pero aun siendo cine comercial, “In The Line of Fire” ofrece un alto nivel de entretenimiento y cierto grado de sofistificación que, dentro de sus limitaciones, la hacen enteramente disfrutable.
El director de fotografía fue John Bailey [ASC], en uno de sus proyectos más conocidos, pero en su única colaboración con el alemán Wolfgang Petersen e incluso con Clint Eastwood, con el que aparentemente tampoco poseía ningún nexo. Bailey es famoso por haber sido operador de cámara de directores de fotografía importantes como Néstor Almendros en “Days of Heaven” (Terrence Malick, 1978) o de Vilmos Zsigmond en “Winter Kills” (William Richert, 1979), antes de dar el salto a la dirección de fotografía con títulos como “Ordinary People” (Robert Redford, 1980), la gran triunfadora de los Oscar en aquélla temporada, o “American Gigoló” (Paul Schrader, 1982), que le valió un relación con el director que se prolongó con “Cat People” (1982) y “Mishima” (1985). En paralelo, Bailey comenzó a trabajar con Lawrence Kasdan en “The Big Chill” (1983), “Silverado” (1985) y “The Accidental Tourist” (1988) y, ya en los 90, se hizo cargo de la popular “Groundog Day” (Harold Ramis, 1993), “Nobody’s Fool” (Robert Benton, 1994), en la que reemplazó precisamente a Almendros, habitual del director, por su fallecimiento un par de años antes, así como “As Good As It Gets” (James L. Brooks, 1997), mientras que desde entonces -ya que continúa en activo- se ha dedicado sobre todo a comedias de menor interés.
La imagen de “In The Line of Fire” es bastante típica de John Bailey, en el sentido de que se trata de una película que luce más que correctamente, pero que rara o muy rara vez posee imágenes sugerentes o especialmente inspiradas, aunque sí mucho oficio y una extremada corrección técnica. De hecho, en el libro “Principal Photography” de Vincent LoBrutto, Bailey explica cómo tuvo que luchar, en cierto modo al menos, para fotografiar a Eastwood de una manera diferente a como lo había hecho tantas veces Bruce Surtees o como lo hacía Jack N. Green por aquélla época, es decir, para evitar que su luz fuera una única fuente puntual que lo dejase en silueta o a contraluz, o en una luz lateral o semifrontal que resaltase las arrugas de su piel. O dicho de otra forma, Bailey precisamente tuvo que esforzarse por conseguir fotografiar al actor como un actor protagonista de Hollywood, con una luz más elaborada que lo mostrase atractivo, teniendo en cuenta además que en “In The Line of Fire” la actriz co-protagonista (por así decirlo) tenía 24 años menos de edad que Eastwood. Ese concepto de mejorar el aspecto de Eastwood es el que impregna todo el proyecto, puesto que huye de una concepción más o menos realista y se instala en un aspecto más elaborado, más de Hollywood, en el que el film se encamina hacia un grado de estilización que conlleva, por ejemplo, que en determinadas secuencias se utilicen forillos bastante evidentes pero ello forme parte de ese “aspecto americano” que se espera de este tipo de productos y que, en dicho contexto, el film funcione bastante bien en todos los aspectos.
Dentro de ese aspecto claramente iluminado, y bien iluminado de hecho, “In The Line of Fire” sin embargo es algo plana y carente de color, por diseño, algo que también le ocurre a muchas de las películas de los años 80 y 90 de John Bailey. Ese aspecto más grisáceo, que en otros momentos puede dar lugar a un aspecto más plano y aburrido, no le va mal sin embargo a esta película, cuyo esquema policíaco siempre da más pie a este tipo de paletas de color que otros géneros. Dentro del mismo, Bailey ilumina a través de las ventanas, o de las fuentes naturales de los decorados como las lámparas e iluminación integrada pero, siguiendo la lógica antes descrita, suplanta esas luces con aparatos de luz de cine para que realicen el verdadero trabajo de iluminación, de la misma manera que, en sus exteriores nocturnos, emplea un o varias grandes fuentes de luz a contraluz. Pero a diferencia de un Stephen H. Burum, con cuya solvencia técnica y estilo encaja en cierto modo Bailey (son amigos, de hecho), Bailey deja que esos contraluces sean más neutros y menos coloridos, lo que hace que también su fotografía sea menos expresiva que la del habitual de Brian De Palma, incluso más gris, pero mucho más formal o academicista que Jack N. Green o sobre todo Bruce Surtees, que habían rodado entre ambos casi todo el cine de Eastwood y Malpaso hasta aquélla época.
Rodada, eso sí, en un vistoso formato panorámico anamórfico, principalmente con los maravillosos Panavision Primo anamórficos (dejando sobre todo la Serie C para la Steadycam y pudiera ser que para algunos primeros planos de Eastwood y Russo), “In The Line of Fire” también muestra mucha solvencia en este apartado pero no hay una excesiva inspiración, aunque por suerte, el film está quizá más centrado de lo que cabría esperar en el duelo interpretativo entre Eastwood y Malkovich, aunque sea por teléfono y sin apenas compartir planos juntos, de modo que las escenas de acción tienen una escala reducida y se limitan a un par de tiroteos y de persecuciones, una de ellas por una serie de azoteas de Washington que quizá se encuentren entre lo más recordado del film. Por todo ello, se trata de un conjunto que está muy lejos de enamorar o de asombrar con sus imágenes, pero que muestra un elevado nivel de solvencia en todo su planteamiento, así como una manera de fotografiar a Eastwood relativamente inédita desde que el actor tomó las riendas de su carrera al formar su propia productora, casi veinticinco años antes del estreno del presente film.
Título en España: En La Línea de Fuego
Año de Producción: 1993
Director: Wolfgang Petersen
Director de Fotografía: John Bailey, ASC
Ópticas: Panavision Primo Anamorphic, C-Series, Super Panazoom Cooke
Emulsión: Kodak EXR 5293 (200T) & 5296 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.39:1
Vista en Blu-ray