Producción de corte bélico típica del cine de los años 60 -aunque se estrenara en 1970- que sin embargo añade una capa de humor y cierta crítica soterrada a la Guerra de Vietnam que entonces se encontraba en marcha, pero que no puede huir de sus propios convencionalismos y de una dirección absolutamente impersonal y anodina que le resta muchas de sus posibilidades. El argumento gira en torno a un grupo de soldados que, en la Segunda Guerra Mundial, descubren casualmente que más allá de las líneas enemigas, hay un banco en el que se esconden lingotes de oro por valor de dieceiséis millones de dólares. Entonces, liderados por Kelly (Clint Eastwood) y Big Joe (Telly Savalas), este grupo se separa del grueso del ejército aliado y protagoniza su propia incursión y enfrentamiento con el enemigo, pero todo ello, únicamente, debido a su lucrativo fin personal. Todo se complica cuando un general, que escucha que unos valientes han decidido atacar frontalmente a los alemanes, decide unirse a los mismos. El argumento podría haber dado más de sí en manos de Don Siegel, que parece ser que fue el director inicialmente previsto, pero en manos de Brian G. Hutton (“Where Eagles Dare”, 1968) se trata de una película de escala monstruosa, con algunos momentos simpáticos y uno de los papeles más anodinos de Eastwood, cuyo rol podría haber sido interpretado de forma intercambiable por cualquier estrella americana de la época. Donald Sutherland, Don Rickles o Gavin McLeod son algunos de los secundarios de la película.
El director de fotografía fue, curiosamente, el mexicano Gabriel Figueroa, una elección extraña para una producción norteamericana rodada en Yugoslavia y que, a priori sólo tendría sentido si efectivamente hubiera sido Don Siegel el director, ya que juntos acababan de rodar “Two Mules for Sister Sara” (1970), precisamente protagonizada por Eastwood. Pero Figueroa no tuvo continuidad alguna ni en Hollywood ni en el cine producido por Hollywood. En parte porque se dice que fue vetado después del rodaje de “The Fugitive” (John Ford, 1947), a pesar que Ford pretendía ofrecerle un contrato de varios años para rodar en los EEUU. De modo que Figueroa llevó a cabo el grueso de su carrera en México, aunque allí sí que se encargó de producciones americanas, como “The Night of the Iguana” (John Huston, 1964), realizador que se acordó de él veinte años después cuando volvió al país para rodar “Under the Volcano” (1984), una de sus últimas películas. En México, Figueroa también se hizo cargo de un total de cinco películas de Luis Buñuel, el famoso director español exiliado allí: “Los Olvidados” (1950), “Él” (1953), “Nazarín” (1959), “The Young One” (1960) y uno de sus títulos más emblemáticos del realizador, “El Ángel Exterminador” (1962).
Como indicábamos, “Kelly’s Heroes” fue una gran superproducción y contó con medios muy abundantes, además de muy buenas localizaciones en Yugoslavia. Parece ser que la razón por la que se acudió allí para rodar el film fue la buena disponibilidad del tipo de tanques necesarios para el rodaje. El film comienza con secuencias nocturnas que, desde el punto de vista visual, recuerdan a películas rodadas en España como “The Battle of the Bulge” (Ken Annakin, 1965) o “Patton” (Franklin J. Schaffner, 1970), incluyendo incluso cierto parecido con los escenarios españoles en los que fueron rodados ambos films, en la vertiente segoviana de la Sierra de Guadarrama. Pero quizá porque Figueroa procedía de la industria mexicana y estuviera acostumbrado a rodar con menos medios, la imagen de “Kelly’s Heroes”, dentro de su clasicismo, parece algo más moderna y avanzada porque el director de fotografía emplea menos luz y más claroscuros, lo que hace que estas escenas iniciales, que incluyen tormentas nocturnas en mitad de explosiones, jeeps por lodazales, etc. resulten muy interesantes. Es una constante en la película que las escenas nocturnas son muy poderosas, y a pesar que trucos como las luces instaladas en los salpicaderos de los coches son muy obvias, ofrecen mucha profundidad y un aspecto tan bueno como convincente.
Los exteriores también son interesantes, porque aunque no son del todo consistentes, parece que Gabriel Figueroa se apuntaba también al rodaje a contraluz que propugnaba por ejemplo David Watkin en otro film bélico estrenado el mismo año, “Catch-22” (Mike Nichols, 1970), lo que provoca que, a veces, hay cielos quemados, ya que el sol está tras los intérpretes y el director de fotografía expone para sus rostros. Sin embargo, ese aproximamiento no se produce siempre, de manera que también hay escenas con luz lateral o frontal, en los que se usa mucha luz de relleno artificial y, en cambio, aparecen cielos azules y muy saturados. “Kelly’s Heroes” es un film que también posee algo más que ecos del Spaghetti-Western, especialmente “The Good, The Bad and the Ugly” de Sergio Leone (1966), por lo que no sorprende que tanto el realizador como Gabriel Figueroa empleen el zoom de vez en cuando, pero de manera muy evidente, con varias secuencias en las que el zoom -seguramente el Angenieux 25-250mm convertido al formato anamórfico, pasando a ser un 50-500mm T5.6- se usa en todo su recorrido. Pero al contrario que muchos directores de fotografía de la época, Figueroa únicamente emplea el zoom cuando quiere hacer zoom, dejando que el resto de la obra, un 95% o más de las imágenes, estén rodadas con lentes fijas, que ofrecían un rendimiento muy, muy superior.
Incluso los interiores de la película, que son bastante clásicos, están muy bien resueltos, porque aunque emplean la clásica luz dura del cine de la época, hay un buen contraste, menos relleno que con otros directores de fotografía y notables intentos de lograr que la luz de estas escenas resulte realista, a pesar de las dificultades para exponer un negativo de 100 ASA a los diafragmas cerrados que impone o imponía el formato anamórfico. Los resultados globales son, por lo tanto, tan elaborados y tan bien finalizados como cabe esperar de un producto Hollywoodense de estas características, pero con cierta personalidad, con cierta forma de hacer las cosas que, bien por su estilo o sus costumbres en el cine mexicano, hacen que la mirada de Figueroa sea ligeramente diferente de la que hubiera tenido un clásico americano al frente de este proyecto. Y ello es curioso, porque siendo la dirección de la película tan anodina e impersonal, el estilo visual sobresale claramente, aunque el mismo tampoco pueda elevar demasiado las prestaciones de un conjunto que, en el mejor de los casos, se puede ver con cierta simpatía, pero que tampoco supone una obra de especial interés dentro del subgénero bélico de la epoca.
Título en España: Los Violentos de Kelly
Año de Producción: 1970
Director: Brian G. Hutton
Director de Fotografía: Gabriel Figueroa
Ópticas: Panavision C-Series, Angenieux 50-500mm T5.6
Emulsión: Kodak 5254 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.35:1
Vista en Blu-ray