Película típica del cine de los años 80, que tiene como protagonistas a un grupo de amigos (Demi Moore, Ally Sheedy, Judd Nelson, Emilio Estévez, Andrey McCarthy, Rob Lowe y Mare Winningham) que están realizando el temido tránsito entre la universidad y su inserción en el mercado del trabajo. Entre ellos se producen enfrentamientos, relaciones, rupturas, malentendidos… pero sobre todo una fuerte amistad que hace que superen ese tipo de adversidades en una de las etapas más dificiles de sus vidas. Escrita y dirigida por Joel Schumacher en los inicios de su carrera como director (fue antiguo diseñador de vestuario de Woody Allen, por ejemplo), se trata de una película amable y entretenida, aunque sin un gran interés ni ideas demasiado profundas. Aún así es un título que sigue dejándose ver bien y, como otros de los 80 de corte similar (“The Outsiders”, “The Breakfast Club”…) su esencia se mantiene en el tiempo, aunque está lejos de ser un título memorable. Andie McDowell y Martin Balsam completan el reparto.
El director de fotografía fue el californiano Stephen H. Burum [ASC], casi siempre recordado, sobre todo, por las ocho películas que fotografió a las órdenes de Brian de Palma: “Body Double”, “The Untouchables”, “Casualties of War”, “Raising Cain”, “Carlito’s Way”, “Mission: Impossible”, “Snake Eyes” y “Mission to Mars”, siendo el operador habitual del director de “Carrie” hasta que se retiró del cine en 2004. Asimismo, Burum también es conocido por su excelente labor como director de fotografía y director de la segunda unidad de “Apocalypse Now” para Vittorio Storaro y Francis Coppola, de quien fue compañero de colegio y con el que rodó “Rumble Fish” y “The Outsiders” en 1983. Además de títulos como “The Entity” (Sidney J. Furie, 1982) o “Something Wicked This Way Comes” (Jack Clayton, 1983), en su carrera también tuvo tiempo para iniciar una fructífera asociación con Danny De Vito en los trabajos de éste tras las cámaras: “War of the Roses”, por la que obtuvo una nominación al premio de sus compañeros de la American Society of Cinematographers (ASC), así como “Hoffa” (1992), por la que lo ganó, además de obtener la que a la postre fue su única nominación al Oscar a la mejor fotografía.
La imagen de “St. Elmo’s Fire” representa muy bien el estilo de este director de fotografía, cuyas raíces, gustos y estilo están fuertemente enraizados en el cine clásico norteamericano. Partiendo de dichos orígenes, Burum evolucionó y era capaz de proporcionar imágenes acordes a los tiempos en que rodó sus principales obras, pero siempre en las mismas se observa muy bien esa formación clásica y su respeto por las formas de este tipo de cine. Además Burum fue un director de fotografía con mucho oficio y muy buena técnica, algo que se puede ver bien en todos sus films. En “St. Elmo’s Fire” todo ello se aprecia muy bien: Burum en todo momento emplea niveles de luz suficientes para emplear sus lentes anamórficas al menos a T/4.0 de diafragma, exteriores nocturnos y escenas en el club (con difusión) incluidas, mientras sigue los patrones clásicos a la hora de iluminar sus decorados, solo que a diferencia de la fotografía en color de los años 60, el operador sí usa fuentes difuminadas entre los aparatos de luz y los actores, de modo que, en cierto sentido, obtiene lo mejor de los dos mundos: un look “clásico” al mismo tiempo que suave, que funciona muy bien además con todos los intérpretes.
Ese estilo de Burum está lejos de ser natural, puesto que muchas veces es evidente que las fuentes de luz integradas en los decorados no son las que iluminan realmente la escena, o que la luz de relleno está empleada para mejorar el aspecto de la imagen, pero no para crear un aspecto realista que más bien le importa poco. Lo que sí le importa es que todo luzca bien y lo hace, sin dudar en emplear grandes aparatos a contraluz en las escenas nocturnas (seguramente, ya en 1985, HMIs), creando un aspecto elaborado y Hollywoodense en los decorados preexistentes en la Universal en Los Ángeles. En su momento, este tipo de fotografía, con luz suave pero sin recurrir a filtraje para suavizar la imagen (excepto en la escena que tiene lugar en el bar que da título a la película) representaba un serio avance con respecto a los operadores que aún continuaban en activo y que seguían trabajando con luz dura en exclusiva en proyectos más o menos importantes, pero tampoco se encontraba exactamente a la vanguardia, por las mencionadas raíces clásicas que siempre ha demostrado gustosamente Stephen Burum.
Los resultados son buenos, aunque tampoco se trate de uno de los mejores trabajos del operador. De un lado porque aunque la puesta en escena es sólida, e incluso aparece algunas composiciones con muchos personajes en cuadro que recuerdan lo bonito que puede ser el formato panorámico anamórfico cuando se utiliza para “componer” en lugar de para “jugar” con sus efectos o defectos, lo cierto es que Schumacher está a años luz de poseer el talento de Brian de Palma con la cámara, que fue quien más hizo lucir a Burum con sus complicados planos-secuencia. Y de otro porque aunque la fotografía es perfectamente adecuada y, como indicábamos, muy típica del operador, lo cierto es que también es muy conservadora, sin buscar complicación alguna o ni siquiera lucimiento, faceta en la que Burum también ofreció más rendimiento con el propio De Palma o incluso con Danny De Vito tras las cámaras, mientras que aquí se dedica a filmar la película con un marcado oficio y suficiencia pero sin apretar ni mucho menos el acelerador.
Título en España: St. Elmo, Punto de Encuentro
Año de Producción: 1985
Director: Joel Schumacher
Director de Fotografía: Stephen H. Burum, ASC
Ópticas: Panavision C-Series
Emulsión: Kodak 5247 (100T) & 5294 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en HDTV