Chapman
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Debut en la dirección cinematográfica de Gregory Hoblit, basándose en una novela de William Diehl, que tiene como protagonista a un ambicioso abogado (Richard Gere) de la ciudad de Chicago, con notable afán de notoriedad, representa en juicio a un joven (Edward Norton, en su debut) acusado de haber asesinado a un arzobispo, enfrentándose por el camino a los poderes establecidos, representados entre otros por la fiscal (Laura Linney) encargada de la acusación. Se trata del clásico film judicial, con muchos giros en la trama, testimonios e interrogatorios tan apasionados como poco creíbles, etc. que, sin embargo, mantiene un cierto interés y un elevado nivel de entretenimiento a pesar de sus más de dos horas de duración. Ciertos aspectos del mismo conllevan quizá una suspensión de la credibilidad demasiado exigente para el espectador, lo cual al final lastra un esforzado conjunto. Además de Gere y Linney, aparecen en pantalla Frances McDormand, John Mahoney o Steven Bauer, en una de las subtramas del film que, realmente, no van a ningún sitio. Todos los elogios fueron a parar sin embargo a Edward Norton, que obtuvo una candidatura al Oscar al mejor actor secundario por su papel.

Adaptación de una novela de Darryl Ponicsan escrita para la pantalla por Robert Towne (“Chinatown”) y dirigida por Hal Ashby en su mejor época como director. Y por si fuera poco, contiene a su vez uno de los mejores y más importantes papeles de Jack Nicholson antes de “One Flew Over The Cuckoo’s Nest” (quizá con el de la propia “Chinatown” y “Five Easy Pieces”). El argumento tiene como protagonistas a tres hombres: dos marinos (Nicholson y Otis Young) que deben escoltar a otro joven marino (Randy Quaid) que ha sido condenado a ocho años de cárcel de manera aparentemente injusta, ya que únicamente había intentado robar cuarenta dólares. En su viaje por la costa este de los Estados Unidos durante el invierno, se producen una serie de encuentros y vaivenes personales entre los tres hombres, con alternancia de episodios cómicos y dramáticos. Se trata de otra muy buena película, muy humana, cerca y realista, del que quizá es un realizador no lo suficientemente reivindicado por sus logros durante esta década de esplendor del cine norteamericano, de la que precisamente junto con Nicholson y Towne fue uno de sus máximos exponentes.

Adaptación de una novela del también guionista Richard Price (“The Color of Money”), ambientada en la década de 1960, que tiene como protagonistas a los miembros de una banda callejera (cuyo nombre da título a la película en su versión original) y que sigue sus andanzas frente a otras bandas de su zona (el alto Manhattan), tratando por el camino también algunos de los problemas raciales de la época, la muerte de Kennedy o la incursión de los EEUU en la Guerra de Vietnam, ya que gran parte de los jóvenes que vemos en pantalla terminaron combatiendo en el sudeste asiático. Los resultados son algo descafeinados y, aunque la apuesta del director y co-guionista Philip Kaufman es más por tejer un film generacional que uno de acción (al estilo de Walter Hill en la superior “The Warriors”), lo cierto es que la película funciona mejor como descripción de una época que por sus propios protagonistas y acciones que vemos en pantalla.

Continuación del clásico de 1984 –que si bien era discutible en muchos aspectos, al menos tenía cierta gracia y originalidad- en el que el director Ivan Reitman volvió a reunir a los miembros principales del casting de la primera película: Bill Murray, Harold Ramis, Dan Aykroyd y Ernie Hudson como los Cazafantasmas, así como Rick Moranis, Sigourney Weaver y Annie Potts, a los que se une en esta ocasión Peter MacNicol. El argumento es una mera repetición del esquema del original: cuando la ciudad de Nueva York vuelve a llenarse de fantasmas, el grupo vuelve a reunirse y, con las sabidas dificultades y enfrentamientos con las autoridades, tratan de impedir que el mal se imponga sobre el bien. Aunque el presupuesto fue muy holgado y es cierto que esto se aprecia en pantalla –con una serie de efectos visuales muy elaborados- el conjunto peca de tener poca gracia y una originalidad nula, por lo que aporta muy poco con respecto a la primera película, que sin ser una maravilla es mejor en todos los aspectos.

Segunda película de Paul Schrader como director, en la que el guionista de “Taxi Driver” (Martin Scorsese, 1976) o “Rolling Thunder” (John Flynn, 1977) cuenta la historia de un hombre (George C. Scott), empresario del estado de Michigan de profundas convicciones religiosas, que descrubre que su hija, aprovechando un viaje escolar, se ha fugado de casa. Después de contratar a un detective privado (Peter Boyle), el padre descubre que su hija está realizando películas pornográficas en California, por lo que decide viajar allí para encontrarla por sí mismo, con la ayuda de una chica del mundillo (Season Hubley). Esta provocativa premisa para la época –después se han realizado varias películas de una temática parecida- no es del todo aprovechada por Schrader como director: la parte de la descripción del entorno familiar y de la vida del protagonista en Grand Rapids tiene mucho de autobiográfico (el propio Schrader fue educado en un Calvinismo muy extricto, que incluso le prohibía ir al cine) pero la segunda parte de la proyección requiere mucho esfuerzo del espectador para creer los hechos que aparecen en pantalla. Con todo, el retrato de ambientes sórdidos y la interpretación de Scott en el papel principal hacen de “Hardcore” un film interesante a pesar de ser fallido.

Emblemática adaptación de la novela de Peter Benchley, con la que Steven Spielberg consiguió su primer superéxito de taquilla. Roy Scheider interpreta al jefe de policía de la isla de Amity, que comienza a investigar un accidente de una chica mientras se bañaba que parece claramente causado por el ataque de un tiburón. Después de que varios ataques más siembren el pánico en la isla, con la ayuda de un experto en tiburones (Richard Dreyfuss) y un pescador local (Robert Shaw), los tres hombres parten hacia alta mar para dar caza al escualo. La novela de Benchley fue muy alterada durante el proceso de escritura de guión y durante el propio rodaje, con el actor-escritor Carl Gottlieb (que interpreta un pequeño papel) escribiendo durante la noche las escenas que se rodarían el día siguiente. El resultado final, a nivel de guión, parece ser que tiene mucho de trabajo en equipo (el extraordinario relato sobre el USS Indianápolis, por ejemplo, parece que fue escrito por John Milius y el propio Robert Shaw), pero lo más extraordinario es la soberbia labor de dirección de Spielberg, que hace que la película sea muy ágil y esté llena de acción y suspense.

Biografía de Jake La Motta, boxeador de origen italoamericano que durante los años 40 tuvo mucho éxito, llegando a ser campeón mundial de los pesos medios, aunque su complicada personalidad y celos hacia su esposa le hicieron perder rápidamente el trono y, una vez perdida su forma física, tuvo que dedicarse a ofrecer monólogos en bares y clubes. Robert De Niro interpreta a La Motta y ofrece no sólo una de las interpretaciones más importantes de su carrera (con un Oscar al mejor actor incluido), sino quizá de la historia del cine. Joe Pesci, como el hermano de La Motta y Cathy Moriarty, como su esposa, secundan a De Niro en un reparto en el que también aparecen otros rostros habituales del cine de Martin Scorsese, cuyo retrato del boxeador y de su entorno hace que “Raging Bull” sea una de sus mejores obras.

Uno de los títulos más emblemáticos de Martin Scorsese y Robert De Niro fue este drama, escrito por Paul Schrader, que tiene como protagonista a un ex-marine que, por sus problemas para dormir, decide comenzar a trabajar como taxista durante las noches. El ambiente de degradación de la ciudad, un rechazo amoroso, más sus propias obsesiones y rarezas, le llevan a un estado mental de muy violentas consecuencias. Cybil Shepherd, Albert Brooks, Peter Boyle, Harvey Keitel, Jodie Foster y hasta el propio Scorsese –en una breve aparición- secundan en pantalla a De Niro, que rara vez estuvo mejor, mientras que la banda sonora de Bernard Hermann –su último trabajo, junto a “Obssesion” de Brian de Palma, quien por cierto iba a ser el director de este film- proporciona la atmósfera adecuada.

Segunda adaptación cinematográfica de la obra de Jack Finney (tras el clásico de 1956 dirigido por Don Siegel e interpretado por Kevin McCarthy; ambos tienen sendos cameos en este film), cuyo argumento gira en torno a una invasión alienígena en la que los seres humanos son reemplazados por copias idénticas en lo físico, pero carentes por completo de emociones. Ambientada en San Francisco e interpretada por Donald Sutherland, Brooke Adams, Jeff Goldblum, Veronica Cartwright y Leonard Nimoy, lo que más destaca de la propuesta es la inteligente y atmosférica puesta en escena de Philip Kaufman, que entronca directamente con el cine de conspiración y paranoia tan habitual en EEUU después del escándalo Watergate, en la que cada actor en pantalla es casi constantemente sospechoso de ser un doble de sí mismo.

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