Cundey
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Adaptación cinematográfica de los libros de J.M. Barrie, llevada a la gran pantalla por Steven Spielberg, que tiene como protagonista a Peter Banning (Robin Williams), un hombre de negocios muy atareado, ausente en sus relaciones familiares, que en un viaje a Londres junto a sus hijos para visitar a Wendy (Maggie Smith), la abuela de su mujer, redescubre que él en realidad era Peter Pan. Con la ayuda de Campanilla (Julia Roberts), irá recuperando poco a poco sus facultades y se enfrentará al temible Capitán Garfio (Dustin Hoffman) y a Smee (Bob Hoskins), quienes han secuestrado a sus (odiosos) hijos. A pesar de su interesante premisa, “Hook” fue uno de los grandes fracasos a nivel crítico del cine de Steven Spielberg, quizá porque se trata de una película excesivamente empalagosa, azucarada y excesiva, con un festival de muecas por parte de Robin Williams, de modo que sus elevadísimos valores de producción (la dirección artística, el vestuario y los efectos visuales fueron candidatos al Oscar) no impiden que generalmente sea uno de los films peor valorados de la filmografía del realizador, aunque la pareja formada por Hoffman y Hoskins posee cierto encanto en pantalla.

Adaptación de la novela de Michael Crichton, escrita para la pantalla por el mismo autor con la ayuda de David Koepp (“Carlito’s Way”), que no es sino una nueva versión del debut de Crichton como guionista y director de cine: “Westworld” (1973). Si en aquélla ocasión el argumento giraba en torno a un parque de atracciones del futuro, en el que una serie de robots interactuaban con el público hasta que algo comenzaba a funcionar mal y uno de los androides intentaba asesinar a los visitantes, en “Jurassic Park” el planteamiento es idéntico, solo que se cambian los androides por dinosauros creados mediante muestras de ADN y el mal funcionamiento del parque se debe al sabotaje de uno de sus empleados. Spielberg parece que se toma la película como una máquina de hacer dinero gracias a sus entonces modernos efectos digitales y animatrónicos, por lo que su talento detrás de las cámaras rara vez hace acto de presencia en un producto demasiado calculado y prefabricado. Sam Neill, Laura Dern, Jeff Goldblum, Richard Attenborough, Wayne Knight y un Samuel L. Jackson al comienzo de su carrera son los principales rostros de un reparto que también incluye la habitual cuota de niños pedantes e insoportables.

Primera secuela de la obra maestra de Alfred Hitchcock, estrenada veintitrés años después del original y que recupera a Anthony Perkins en su emblemático papel de Norman Bates, el regente de un motel de carretera que años atrás había sido internado en un centro psiquiátrico, después de haber asesinado a varias personas haciéndose pasar por su fallecida madre. La historia comienza con Bates saliendo del centro y tratando de reinsertarse en la sociedad, pero los recuerdos del pasado vuelven a atormentarle muy pronto. Vera Miles también repite su papel de la película original y a ella se unen Dennis Franz, Meg Tilly y Robert Loggia como secundarios de un film no demasiado destacable y que, como cabría esperar, no aguanta en modo alguno la inevitable comparación con su predecesora, aunque algunos instantes aislados puedan satisfacer a los amantes del género terrorífico.

Producción de Steven Spielberg bajo el sello de “Amblin Entertainment”, acerca de los viajes hacia el futuro y hacia el pasado del joven Marty McFly (Michael J. Fox) y el científico Doc Brown (Christopher Lloyd), en una máquina del tiempo construida por éste en un DeLorean. La primera parte de las aventuras lleva por error a Marty treinta años atrás, en donde se encuentra con sus padres (Lea Thompson y Crispin Glover) y, sin quererlo, impide que éstos se conozcan y enamoren. En la segunda parte, treinta años en el futuro, Marty y Doc intentan arreglar un problema con los hijos de Marty, que provoca que Biff, el villano de la trilogía, se haga millonario al tener acceso a la máquina del tiempo y entregarse así mismo, a su yo del pasado, un almanaque deportivo. La trilogía concluye en el salvaje oeste, a donde lleva la máquina del tiempo accidentalmente a Doc tras ser alcanzada por un rayo, y de donde no puede volver sin ayuda de Marty debido a los daños que éste ha provocado. Clásico de los años 80, la trilogía de “Back to the Future” consolidó la carrera de Robert Zemeckis en la industria del cine y treinta años después de su estreno, continúa ofreciendo un entretenimiento de primer nivel, gracias, en parte, a la química entre la pareja protagonista y a sus elevadas dosis de humor integradas en el argumento, pero sobre todo, a unos guiones muy trabajados -especialmente el de la primera parte- en los que la historia siempre está por encima de los efectos visuales y los trucos ópticos y no al revés, como desgraciadamente sucede tan a menudo en películas posteriores, ya enmarcadas de lleno en la era de las imágenes digitales.

Emblemático título del realizador John Carpenter, ambientado en el año 1997, años después de que el crimen en los EEUU llegase a extremos tan altos, que las autoridades decidieron convertir la isla de Manhattan en una prisión de alta seguridad, en la que no hay guardianes y los reclusos viven bajo sus propias normas, aunque el escape es imposible. Pero un accidente de avión hace que el Presidente (Donald Pleasence) de la nación vaya a parar a la isla, por lo que un hombre, Plissken (Kurt Russell), antiguo héroe de guerra ahora convicto, recibe la misión de rescatarle. Lee Van Cleef, Harry Dean Stanton, Adrienne Barbeau, Tom Atkins, Isaac Hayes o Ernest Borgnine secundan a Russell, quizá en su mejor papel, en una película muy interesante y entretenida si se obvian sus problemas de base, y que fue la mayor producción de Carpenter hasta aquél momento, con la que el director cosechó uno de sus éxitos más celebrados tras las cámaras. Fue objeto de una secuela (“Escape from LA”, 1996), todavía simpática, pero carente de la inventiva de esta película original.

Cuarto largometraje de John Carpenter, y primero de ellos tras el superéxito previo con “Halloween”, que se había convertido en el largometraje independiente más rentable de la historia del cine. Gracias a ello, pudo aumentar notablemente su presupuesto (desde 300 mil a un millón de dólares), mantener al equipo técnico de su anterior film y, además de seguir contando con Jamie Lee Curtis en uno de los papeles principales, fichó también a su madre Janet Leigh, John Houseman, Hal Holbrook, Tom Atkins o Adrienne Barbeau para el resto de roles. “The Fog” es una película muy atmosférica, con un muy buen comienzo con el monólogo de Houseman, pero que va perdiendo gas a medida que avanza el metraje, hasta convertirse en una película demasiado convencional, que no es especialmente inquietante y mucho menos terrorífica.

Continuación directa del film original de John Carpenter, que comienza justo donde terminaba la primera película, durante la misma noche de Halloween, mientras el personaje de Jamie Lee Curtis es trasladado al hospital para recibir tratamiento y el doctor Loomis (Donald Pleasence) continúa buscando al asesino fugado, Michael Myers. Carpenter declinó la oferta de dirigir la secuela, limitando sus funciones a la de co-escribir y co-producir el film –tareas que al parecer realizó algo a disgusto-, por lo que la dirección fue encomendada al debutante Rick Rosenthal, que se limitó a imitarle, aunque los resultados finales –dignos para el género- convencieron tan poco a los productores que Carpenter se vio obligado a rodar algunas escenas adicionales, que por lo visto incluían mucha más violencia que el montaje original del director.

Uno de los films independientes más exitosos de la historia fue esta producción de bajísimo presupuesto –trescientos veinticinco mil dólares- que consagró a sus creadores con la enorme sorpresa que supuso su rendimiento en la taquilla mundial (sesenta millones). La historia es simple pero efectiva; un asesino que escapa de un manicomio vuelve justo tras quince años –en la noche de Halloween- al pueblo donde mató a su hermana para hacer lo mismo con otras muchachas que cuidan a niños mientras los padres de éstos están fuera. John Carpenter apuesta claramente por el suspense o el susto accidental en lugar de por la truculencia, al contrario que muchos de sus imitadores, que fueron tantos que hoy en día el propio modelo podría interpretarse como una película no demasiado original, lo cual es su mayor inconveniente en nuestros días junto a un guión demasiado esquemático, lo que no impide que el film, lleno de valores, continúe siendo un clásico indiscutible y una clarísima muestra del enorme talento de John Carpenter para trabajar bajo una fuerte economía de medios.

Segunda adaptación cinematográfica del relato de John W. Campbell, Jr. -ya llevado al cine en 1951 en la película “The Thing From Another World” (Christian Nyby, 1951)- acerca de un grupo de investigadores aislados en el polo sur que se encuentran con un ser de procedencia extraterrestre capaz de mutar y adaptarse a otras formas de vida. “The Thing” fue una producción de alto presupuesto de la Universal, la cual intentaba obtener un nuevo éxito en un género puesto de moda tras “Alien” (1979). Sin embargo, la película de John Carpenter, aún teniendo ciertas similitudes temáticas con la de Ridley Scott, apuesta decididamente en todos los aspectos por una estética mundana y cercana al espectador, en contraposición al mundo distante y futurista recreado por el director británico, con una labor extraordinariamente sobria del realizador, en uno de sus mejores trabajos, con un estupendo Kurt Russell al frente de un sólido reparto exclusivamente masculino que incluye a Keith David, Richard Dysart, Wilford Brimley, Donald Moffat o Charles Hallahan.

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