malick
-1
archive,tag,tag-malick,tag-426,bridge-core-3.3.2,qi-blocks-1.3.4,qodef-gutenberg--no-touch,bridge,qode-optimizer-1.0.4,qode-page-transition-enabled,ajax_fade,page_not_loaded,,vertical_menu_enabled,qode-title-hidden,qode-smooth-scroll-enabled,qode-child-theme-ver-1.0.0,qode-theme-ver-30.8.3,qode-theme-bridge,qode_header_in_grid,wpb-js-composer js-comp-ver-8.0,vc_responsive

Vuelta por parte del cineasta norteamericano Terrence Malick a un cine de una narrativa algo más convencional, después de los experimentos realizados con “Knight of Cups” (2016) y “Song to Song” (2017), en la que el director de “The Thin Red Line” viaja por primera vez a Europa para filmar la historia real de Franz Jäggerstätter (August Diehl), un granjero austríaco que, durante la Segunda Guerra Mundial, rechazó participar en la contienda por motivos de conciencia, ya que ello suponía aceptar a Hitler y a su régimen nazi. Así pues, Malick retoma ni más ni menos una historia de corte muy similar a la de Sir Thomas More, llevada a la gran pantalla por Fred Zinnemann en 1966 sobre la base de la obra de Robert Bolt “A Man For All Seasons”. Por supuesto, como cabe esperar en el cine de Malick, existe una gran belleza y variedad de escenarios en cada una de las secuencias, e incluso una buena selección musical y banda sonora de James Newton Howard. Pero lo que se cuenta en sus casi tres horas de duración está demasiado estirado y el grueso del estilo narrativo, visual o musical tampoco resulta ya novedoso. De modo que es un film más convencional del director desde “The New World” -puesto que también es más sencillo que “The Tree of Life” y “To The Wonder”- pero no justifica en absoluto su duración.

Emblemática segunda adaptación de la novela de James Jones, llevada a la pantalla de manera muy libre por el realizador Terrence Malick, que en su tercer film, después de “Badlands” (1973) y “Days of Heaven” (1978), retornaba a la gran pantalla tras veinte años de ausencia. El film, ambientado en la Segunda Guerra Mundial, narra el enfrentamiento que se produce entre soldados norteamericanos y japoneses en una isla durante la batalla de Guadalcanal, clave para el desarrollo de la contienda en el Océano Pacífico. Pero Malick, en lugar de llevar a cabo una película bélica al uso, realiza un film muy inusual en el que lo importante es la mirada interior de los soldados que participan en el conflicto, sus miedos, tormentos e incluso cierto discurso del director sobre la la guerra y cómo los humanos, al llevar a cabo ésta, destruyen la naturaleza, identificada con la pureza de los nativos de las islas, completamente ajenos al conflicto que se desarrolla ante sus ojos. Los resultados son absolutamente deslumbrantes, poéticos y bellos además de atípicos, de modo que “The Thin Red Line” supuso un retorno triunfal del cineasta y anticipo de grandes obras como “The New World” (2006) y “The Tree of Life” (2011), con la que Terrence Malick cerró la mejor parte de su filmografía. James Caviezel, Sean Penn, Nick Nolte y Ben Chaplin encabezan un notable reparto en el que también tienen breves apariciones John Cusack, John Savage, Woody Harrelson, John C. Reilly, Miranda Otto, Adrien Brody, Thomas Jane, John Travolta y George Clooney, entre otros.

Séptima película de Terrence Malick, rodada más o menos al mismo tiempo que la siguiente (tentativamente titulada “Weightless” y cuyo estreno está previsto en este 2016) y muy poco después de finalizar el rodaje de “To The Wonder”. Con este film, Malick continúa su etapa experimental y autobiográfica y parece que re-toma la historia del personaje de Sean Penn en “The Tree of Life” y la revive de la mano de Christian Bale, que interpreta aquí a un guionista de Hollywood que se encuentra perdido ante la vida y el amor. “Knight of Cups” es una película muy abstracta y cuya línea argumental es muy débil, puesto que a Malick lo que parece interesarle es mover su cámara y seguir a Bale por su apartamento, por lugares de arquitectura moderna, por fiestas en Beverly Hills y antros de Las Vegas, mientras que parece que revive historias de amor propias de la mano de Cate Blanchett, Natalie Portman, Isabel Lucas, Freida Pinto o Imogen Poots, entre otras. Wes Bentley, Brian Dennehy, Antonio Banderas, Armin Mueller-Stahl, Jason Clarke y hasta Ryan O’Neal también se pasaron por el set de un film que, desgraciadamente, poco o nada aporta a lo ya visto en las dos películas anteriores del realizador de “The Thin Red Line”.

El proyecto de toda la vida del cineasta norteamericano Terrence Malick, que gira en torno a Jack, un hombre adulto (Sean Penn), que trabaja como ingeniero, vive con su pareja en una bonita casa y parece tenerlo todo… excepto un pasado que le atormenta: las relaciones con sus padres (Brad Pitt y Jessica Chastain), su educación, interacción con ellos y las personalidades muy diferentes de sus progenitores le han marcado profundamente, al igual que la prematura muerte de su hermano. Así pues, “The Tree of Life” es una película cuyo argumento es relativamente simple –la forma en que la infancia de un hombre afecta al resto de su vida-, pero en manos del director y guionista texano, en su obra quizá más personal y autobiográfica, se convierte en una sinfonía vital que no sólo desmenuza los orígenes de su protagonista, sino que amplía su visión a la creación del cosmos por obra de Dios.

Retorno a la dirección cinematográfica del cineasta mexicano Alfonso Cuarón (“A Little Princess”, “Y Tu Mamá También”, “Children of Men”), con un film ambientado en el espacio y de un argumento extremadamente simple: unos astronautas (Sandra Bullock y George Clooney) realizan labores de reparación en el exterior de su nave, cuando los restos de otra accidentada, impactan sobre ellos y les impiden retornar a la suya, quedándose aislados en el espacio y en condiciones de dificil supervivencia. Ello no es más que una mera excusa para que Cuarón ejecute un ejercicio de estilo con una imagen y un sonido superlativos, que funciona mejor como atracción a modo de parque temático que como narrativa pura, a pesar de algunos instantes de gran intensidad dramática provocados, precisamente, por la perfección técnica y la pericia de los cineastas, puesto que apenas existe desarrollo de personajes u otra pretensión más allá que la de mostrar una historia de supervivencia en primera persona.

Language / Idioma