Waite
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Emblemática buddy-movie, que representa con respecto a dicho género lo mismo que “The Texas Chainsaw Massacre” (1974) o “Halloween” (1978) al del psycho-killer: un policía bebedor, fumador y malhumorado (Nick Nolte) debe asociarse con un simpático presidiario (Eddie Murphy) al que saca de la cárcel expresamente para ayudarle a capturar a sus antiguos socios. Por supuesto, la colisión racial y de personalidad entre ambos hombres es uno de los temas de la película, que por suerte no pierde demasiado el tiempo en escenas superfluas y ofrece además un buen número de escenas de acción, todas ellas muy bien resueltas y bien montadas. Quizá lo peor de la película sea precisamente lo mucho que ha sido imitada su fórmula con posterioridad, lo cual desde una perspectiva contemporánea la hace menos fresca de lo que fue, si bien la buena química entre los actores y el estilo absolutamente artesanal de la producción continúan siendo valores apreciables. Annette O’Toole, Brion James, James Remar y David Patrick Kelly forman el reparto de secundarios de uno de los films más populares de Walter Hill.

Adaptación (suponemos que muy libre) de una novela de Paula Gosling, escrita para la pantalla para sí mismo por Sylvester Stallone, que interpreta al policía cuyo nombre da título al film. El argumento es muy simple: una mujer (Brigitte Nielsen) presencia un asesinato y desde ese momento es perseguida por el grupo de asesinos en serie que ha cometido ese crimen. El caso es asignado al detective Cobretti (Stallone), cuyos métodos son tan suicidas como expeditivos, a fin de proteger a la testigo de los intentos de asesinato de los que es víctima. “Cobra” no es sino una versión más salvaje, ochentera y disparatada de “Dirty Harry”, a la que en cierto modo rinde homenaje con dos actores secundarios extraídos del film de Don Siegel (Reni Santoni y Andrew Robinson), pero cuyo desarrollo es opuesto a la sobriedad del film protagonizado por Eastwood. Aunque “Cobra” es una película con mala fama, hay que reconocerle mucho oficio en la puesta en escena, con brillantes secuencias de acción con especialistas arriesgando su integridad, así como un notabilísimo montaje de las mismas que potencia las virtudes de un rodaje físico como este.

Tercera parte de las aventuras de John Rambo (Sylvester Stallone), que en esta ocasión llevan al personaje principal a Afganistán, en donde los rusos han capturado al coronel Trautman (Richard Crenna) al ejecutar una misión en la que el propio Rambo, ahora retirado en Tailandia, rehusó participar. Una vez en Afganistán, Rambo, con la ayuda de unos rebeldes locales (¡ni más ni menos que los futuros Talibanes!), se adentrará hasta el territorio controlado por los soviéticos y tratará de liberar el solo a Trautman en el fuerte-base de sus enemigos. “Rambo III” apuesta directamente por un argumento que sitúa al personaje central como hombre-ejército y por ello, a lo largo de la producción, el espectador asiste a un buen número de situaciones increíbles en las que Rambo aniquila a decenas de enemigos empleando todo tipo de armas y técnicas, sin mucho más argumento que la pura acción. Sin embargo, sorpresivamente (o no) el film está muy bien rodado y fotografiado con mucho estilo, lo que unido al una vez más excelente trabajo de especialistas y equipo de efectos especiales físicos, hacen que su proyección sea mucho más llevadera de lo que cabría pensar.

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