Adaptación cinematográfica de una novela gráfica de Dave Stevens, que tiene como protagonista a un joven aviador (Billy Campbell) que, en el Los Ángeles de 1938, consigue por casualidad un extraño artilugio con el que puede volar. El mismo es reclamado al mismo tiempo por un grupo de mafiosos, que han recibido la orden de recuperarlo por parte de una estrella de cine, que parece que lo quiere por un oscuro secreto. Se trata de una producción de Walt Disney, distribuida por diferentes compañías en el mundo, que desgraciadamente parte de un guión demasiado simple y demasiado sencillo, lo que hace que el film, que a pesar de ello es vistoso y entretenido, no posea demasiado interés y, sobre todo, no se pueda tomar demasiado en serio. Jennifer Connelly, como la novia del protagonista, Alan Arkin, como su mentor, Paul Sorvino, como el líder de los mafiosos y Timothy Dalton, como el malvado actor, completan el reparto de un film en el que también destaca la banda sonora de James Horner y los efectos visuales de Industrial Light & Magic, la compañía de George Lucas en la que trabajó anteriormente el director Joe Johnston.
El director de fotografía fue Hiro Narita [ASC], que se había hecho cargo también, anteriormente, del debut de Joe Johnston en la dirección, “Honey, I Shrunk the Kids” (1989), otro espectáculo de efectos visuales que era lógico que fuera dirigido por alguien con el background del Johnston. Narita era ya un veterano de 50 años cuando rodó este film, con una carrera a sus espaldas que incluía varios trabajos como operador de cámara para Caleb Deschanel (la fotografía adicional de “Apocalypse Now”, “More American Graffiti”, partes de “The Right Stuff”) y seguramente su recomendación para hacerse cargo de “Never Cry Wolf” (Carroll Ballard, 1983), teniendo en cuenta la relación profesional de Deschanel y Carroll Ballard, que después de “The Black Stallion”, continuaría en “Fly Away Home” (1996). Narita también se haría cargo posteriormente de “Star Trek VI: The Undiscovered Country” (1991) o “The Arrival” (1996), además de completar muchas otras películas para otros directores de fotografía o bien, realizar labores de segunda unidad, como por ejemplo en “Nutcracker” (1986), “The Time Machine” (2002), “The Scorpion King” (2002) o “Anger Management” (2003).
“The Rocketeer” contó con elegantes diseños de James Bissell (“E.T. The Extraterrestrial”, Steven Spielberg, 1982) y la fotografía de Hiro Narita aporta mucho para ese ambiente de época, glamouroso, que era requerido por la historia y completado por los técnicos de Industrial Light & Magic, encargados de hacer creíbles los vuelos de Rocketeer. A tal efecto, la película está rodada en formato panorámico anamórfico, con lentes Primo Anamorphic y E-Series de Panavision, lo cual curiosamente no evita que toda la proyección posea una notable capa de grano, que normalmente era menos visible en este formato que trabajando en Super 35. En cualquier caso, con una puesta en escena de Joe Johnston que trata de ser clásica, Narita ofrece una versión estilizada de los exteriores de Los Angeles tratando de evitar las horas centrales del día y rodando por las mañanas y por las tardes, cuando el sol está más bajo y produce bonitos efectos lumínicos. Lo que le ocurre, a tal efecto, es que la continuidad, en una época en la que todavía las películas se finalizaban fotoquímicamente y sin poder contar con una post-producción digital en la que igualar las imágenes, es algo pobre, debido seguramente a que en una película de estas características, el director de fotografía no se puede permitir el lujo de no rodar durante determinadas horas del día.
En los interiores, Narita trata de buscar una imagen estilizada en todo momento. De un lado, mediante el recurso de emplear un esquema de luz más clásico que el que se estilaba a primeros de los 90, es decir, recurriendo a elementos como la luz dura (aunque combinada con luz suave y rebotada) sobre los actores, así como el contraluz, a fin de evocar, aunque fuera relativamente, el estilo visual que normalmente se asocia al cine de los años 30. También, en determinadas escenas, el director de fotografía hace uso de humo para tratar de generar atmósferas o ambientes, pero no se esfuerza demasiado en conseguir que las fuentes integradas en los decorados simulen iluminar las escenas. Ello, de otro lado, va en la onda de quien trata precisamente de estilizar sus escenas, algo que Narita consigue sin ningún género de dudas. Curiosamente, los exteriores nocturnos poseen principalmente luces de gran intensidad, pero neutras, sin recurrir al típico color azul como “luz del luna” que fue típico de Hollywood durante muchas décadas. El director de fotografía, por supuesto, como en toda historia de época que se precie, también cuida mucho el aspecto de los actores protagonistas, que en este tipo de productos casi tienen la obligación de lucir guapos, lo cual consigue sin ningún tipo de problema.
Quizá, aunque se trata de una fotografía muy bien realizada, a Hiro Narita le falte un punto como para alcanzar a Caleb Deschanel, quien seguramente hubiera realizado un trabajo que, conceptualmente, hubiera sido similar. Ello se traduce en que aunque todo luce muy bien, los momentos simplemente buenos, o notables, son muchísimo más frecuentes que los sobresalientes, que son más esporádicos. Pero aún así sorprende que Hiro Narita tuviera una carrera más bien discreta después del presente título, porque el mismo, a pesar que evidentemente está rodado con muchos medios, auguraba un par de décadas a buen ritmo de trabajo, en proyectos de cierta envergadura, que por el motivo que fuera, no tuvo la carrera de este director de fotografía. Los efectos visuales, que son perfectamente competentes para la época, están rodados en VistaVision, como era habitual en ILM y, por suerte, están empleados con bastante concisión, sin caer en un uso o abuso propio del cine moderno, lo cual también hace en cierto modo que ese regusto clásico que posee el film, especialmente en su concepción y parte visual, compense sobradamente sus graves carencias argumentales y dramáticas.
Título en España: Rocketeer
Año de Producción: 1991
Director: Joe Johnson
Director de Fotografía: Hiro Narita, ASC
Ópticas: Panavision Primo, E-Series
Emulsión: Kodak 5296 (500T), Agfa XT-320
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: efectos visuales rodados en VistaVision
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