La ganadora del Oscar a la mejor película y al mejor director del año 2017 fue este film de fantasía dirigido por el mexicano Guillermo del Toro, quien junto a sus compatriotas Alfonso Cuarón o Alejandro González Iñarritu conforman el trío de directores procedentes del país azteca que han obtenido dichos galardones en los últimos años. La historia es una fábula ambientada durante los años 60, en plena guerra fría, cuando los americanos mantienen cautivo en una piscina de un laboratorio a un extraño ser acuático que parece ser fue encontrado en sudamérica. Por otro lado los soviéticos, a través de un infiltrado, quieren hacerse con la criatura, pero nadie cuenta con que una de las chicas de la limpieza, muda (Sally Hawkins) entabla una relación de cercanía con ese extraño ser. Con ecos argumentales tanto de “E.T. The Extraterrestrial” como de “Amélie” en cuanto al tono, el film de Del Toro quizá haya obtenido premios exagerados, pero aún así y con sus problemas de credibilidad (que siempre tratan de ser ocultados bajo la premisa de fábula o fantasía de la película) es una de las mejores películas de su autor. Michael Shannon, el siempre excelente Richard Jenkins, Michael Stuhlbarg y Octavia Spencer completan el reparto de un film que también ganó los Oscar a la mejor dirección artística y a la mejor banda sonora (Alexandre Desplat).
El director de fotografía es el danés Dan Laustsen [ASC, DFF], quien colaboró con De Toro ya en los años 90 con “Mimic” (1997) y, muchos años después, volvió a reunirse con el mexicano en “Crimson Peak” (2015). Entre tanto, Del Toro colaboró sobre todo con su habitual Guillermo Navarro, que llegó a ganar el Oscar a la mejor fotografía por “El Laberinto del Fauno” (2006), aunque también con su compatriota Gabriel Beristain (“Blade II”). Laustsen, por su parte, además de en su Dinamarca natal, realizó después de “Mimic” trabajos como “Le Pacte des Loups” (Christophe Gans, 2001), la fallidísima “The League of Extraordinary Gentlemen” (Stephen Norrington, 2003), con la que Sean Connery se despidió del cine, “Silent Hill” (Christophe Gans, 2006) o “Solomon Kane” (Michael Bassett, 2009), antes que su vuelta al cine de Del Toro y los múltiples premios y menciones (con nominación al Oscar incluida) que ha conseguido con este film le hayan vuelto a colocar en la primera línea de la fotografía cinematográfica, ya en la que seguramente sea la parte final de su carrera, pues roza los 65 años de edad.
El estilo de “The Shape of Water” es, por un lado, el habitual del cine de Del Toro, mezclando elementos reales o realistas con otros en los que aparecen fuertes estilizaciones en la imagen, pero por otro, también bebe mucho de la colaboración entre Jean-Pierre Jeunet y Bruno Delbonnel (e incluso de la anterior con Darius Khondji), especialmente en la citada “Amélie” (2001) pero también en “Un Long Dimanche de Fiançilles” (2004), sobre todo por el uso del color de la primera y el ambiente de época de la segunda de ellas. Se trata, en cualquier caso, de una película rodada casi de forma íntegra en estudio, en la que no solo la ambientación (ganadora del Oscar) se muestra a una gran altura, sino que el trabajo de Dan Laustsen también es de un nivel altísimo. Destaca la imagen porque, a pesar de la adquisición digital –a la que suponemos que ya estamos todos acostumbrados a estas alturas- el film está también rodado con lentes modernas, tan perfectas como nítidas: los Arri/Zeiss Master Prime, que hacen que el “look” de la película sea absolutamente contrastado y definido, resultando muy moderno, con solo algunos instantes en los que Laustsen recurre a una leve difusión en cámara para suavizar ligerísimamente algunas tomas o crear pequeños halos en torno a las fuentes de luz sobreexpuestas que lucen en pantalla.
En los interiores dentro de las instalaciones en que la criatura que da título al film permanece en cautividad, Laustsen basa su luz en los fluorescentes integrados y que cuelgan de los techos, aunque los mismos en realidad no son más que un mero punto de partida porque el operador danés introduce luces adicionales para moldear a los actores en todo momento o relleno negativo para mejorar notablemente el contraste. Además, en todas las secuencias aparecen múltiples fuentes de luz integradas en el decorado, que no siempre realizan una verdadera labor de iluminación, pero que sí contribuyen a realzar un aspecto que, de por sí, es muy elaborado, sobre todo teniendo en cuenta que, para tratarse de una producción de un director importante en EEUU, el calendario de rodaje fue relativamente apretado y el presupuesto no demasiado alto. Sin embargo, quizá lo que más llama la atención del trabajo de Laustsen es su uso del color: los onmipresentes tonos verdosos que identifican a la película en las instalaciones en las que limpia el personaje de Sally Hawkins, o las noches con un azul de cierto tono cián (Steel Blue) que se separan un poco del aspecto habitual de los aparatos HMI cuando simplemente se tratan con gelatinas azules convencionales para potenciar sus tonos. No obstante, aunque quizá no será lo más recordado, quizá entre lo más interesante del trabajo de Laustsen es la forma en que ilumina el apartamento que Hawkins comparte con Richard Jenkins, con muchos haces de luz dura muy bien planteados como luz del sol y tonos dorados que complementan al verde que predomina en toda la película, que quedan muy bien porque rompen un poco con respecto a lo visto anteriormente y añaden nuevas capas y texturas al estilo del film.
Los resultados, por lo tanto, son muy buenos, unidos a una puesta en escena de Guillermo Del Toro que es muy coherente en su uso de los medios a su disposición y que casi siempre tiende a los grandes angulares, lo que a pesar de la renuncia (eterna) de este director a los formatos panorámicos, hace que siempre se muestre mucho espacio en cada plano y, por supuesto, cuando la cámara se acerca al villano interpretado por Michael Shannon, éste aparece en pantalla como un ser grotesco y deformado (además de mutilado), potenciando la interpretación del actor simplemente con la elección de las lentes y la ubicación de la cámara con respecto al mismo. El buen gusto de Laustsen, a pesar que algunas de sus referencias son tan obvias que hasta el propio Jeunet se ha manifestado públicamente al respecto, hace que la fotografía del film resulte muy notable y que la propia historia, si aceptamos su tono de fábula, funcione razonablemente bien en pantalla a pesar de no estar completamente exenta de problemas y de giros de la hostira cuya verosimilitud no es precisamente uno de los puntos fuertes de la película.
Título en España: La Forma del Agua
Año de Producción: 2017
Director: Guillermo del Toro
Director de Fotografía: Dan Laustsen, ASC, DFF
Ópticas: Zeiss Master Prime
Formato y Relación de Aspecto: Arri Alexa (XT & Mini) – (Arriraw 3.4K), 1.85:1
Otros: 2K Digital Intermediate
Premios: Oscar a la mejor fotografía (nom), American Society of Cinematographers (nom), BAFTA (nom)
Vista en HDTV
© Ignacio Aguilar, 2018.