Adaptación del musical de Broadway que a su vez, adaptaba “Romeo y Julieta” de William Shakespeare, llevando la historia clásica de amor imposible entre un hombre y una mujer, pertenecientes a clanes rivales, al Nueva York de comienzos de la década de 1960. La música de Leonard Bernstein, con letra de Stephen Sondheim, supone evidentemente uno de sus activos principales, pero “West Side Story” es mucho más gracias a la portentosa coreografía de Jerome Robbins –excelentemente ejecutada por los actores- y, especialmente, por la forma en la que ésta está captada por la cámara de Robert Wise. Curiosamente, quizá debido a que el elenco de secundarios (Russ Tamblyn, George Chakiris, Rita Moreno, entre otros) es muy potente, el punto más débil de la película es la pareja protagonista (Natalie Wood y Richard Beymer), especialmente en el caso de la estrella masculina, que aporta poco más que su buena presencia a un rol fundamental. A pesar de ello, “West Side Story” es una obra maestra del género al que pertenece y una experiencia audiovisual inolvidable gracias al enorme talento que reunió la producción para la misma.
El director de fotografía fue Daniel L. Fapp [ASC]. Su carrera es muy típica dentro de la época dorada de los estudios Hollywoodenses; se inició como ayudante todavía durante el cine mudo y fue escalando posiciones hasta llegar a convertirse en primer operador. Sin embargo, por encontrarse a sueldo de la Paramount, Fapp no fue un operador que recibiera importantes encargos dentro del estudio (para el que trabajó hasta 1959) y le costó destacar en el mismo. Aún así, realizó títulos como “To Each His Own” (Mitchell Leisen, 1946), “The Big Clock” (John Farrow, 1948), antes de comenzar a acumular nominaciones a los Oscar por la fotografía en VistaVision de “Desire Under The Elms” (Delbert Mann, 1958) y “The Five Pennies” (Melville Shavelson, 1959). A partir de ese momento, comienza su carrera como freelance y encadena los trabajos por los que pasa a la posteridad: “One, Two, Three” (Billy Wilder, 1961), con una emblemática fotografía en formato panorámico anamórfico y blanco y negro que supone otra nominación; “The Insinkable Molly Brown” (Charles Walters, 1964), con nominación por su trabajo en color, así como tres trabajos para John Sturges: “The Great Escape” (1963), “Ice Station Zebra” (1968), en 65mm y, finalmente, “Marooned” (1969), obteniendo dos nominaciones más por estos dos últimos films. La única estatuilla que ganó Fapp fue con motivo de la película que nos ocupa.
Rodada en localizaciones reales en la ciudad de Nueva York (los aledaños del actual Lincoln Center, en el Upper West Side de Manhattan), así como en estudio, la fotografía de “West Side Story” destaca por muchos motivos. Por comenzar con uno de ellos se puede mencionar que, como película importante de la época, fue rodada en el que en la opinión del autor de estas líneas es el mejor formato que jamás ha existido: 5-perf 65mm, en este caso, Super Panavision 70. El mayor tamaño del negativo (dos veces y media superior al 4-perf 35mm) y la mayor calidad de sus ópticas esféricas, proporcionan una calidad de imagen, con enorme detalle y reproducción de color, que más de cincuenta años después de su estreno, recuperada en un DCP a 2K en la gran pantalla, rivaliza a la perfección (o supera) a la de las producciones más recientes. En segundo lugar, el ancho de esta pantalla está utilizado de forma maravillosa por Daniel Fapp, Robert Wise y Jerome Robbins. Prácticamente cualquier fotograma de la película es un verdadero manual de composición de la imagen cinematográfica. Pero si en lugar de analizar fotogramas, analizamos planos en movimiento o secuencias, “West Side Story” es un título imprescindible por la forma en que está filmado. Lejos de emplear una cámara estática y dejar que los actores y bailarines se muevan por la misma, la cámara se mueve en perfecta coreografía con los intérpretes, acercándose, alejándose, paneando a izquierda o derecha, acompasando a la perfección los movimientos o incluso los matices de cada número o secuencia dramática. Por supuesto hay muchos planos generales maravillosamente bien compuestos con una cámara estática, pero lo llamativo es lo bien conjugados que están los movimientos de cámara con la música y los movimientos de los actores, desde el primer hasta el último instante de la proyección.
El estilo de iluminación de Fapp no podría ser más clásico, pero está fenomenalmente bien realizado. Aunque el formato de 65mm era incompatible con el Technicolor de tres bandas, es lógico que “West Side Story” sea confundida con una de las películas rodadas en aquél formato, puesto que, gracias a su colorido diseño de producción y de vestuario, y gracias a la claridad y fidelidad de los 65mm, los tonos y paleta cromática de la película prácticamente saltan de la pantalla. Pero ello solo es posible gracias a que Fapp utiliza niveles de intensidad de luz muy altos, luces de arco, 10KW, etc. para crear un negativo muy denso y rico y, gracias a que utiliza diafragmas cerrados (T/5.6-T/11), obtiene una clara distinción entre las zonas de luz y sombra, además de una elevada profundidad de campo teniendo en cuenta lo reducida que es habitualmente en el mismo. Su estilo obviamente es el de las tres fuentes de luz, pero para nada ello significa que su luz sea plana o carezca de contraste; es más, gran parte de “West Side Story” está dominada por sus luces duras y dirigidas, así como por los claroscuros que éstas generan, con sombras densas y oscuras donde no incide la luz. El resultado, aunque muchas veces Fapp justifica la dirección de sus luces, es evidentemente teatral, pero es que ello conjuga a la perfección con los saturadísimos colores o las mezclas de los mismos (atención a la habitación de Natalie Wood, iluminada creando el efecto de la vidriera), con unos resultados que rara vez se han igualado en la gran pantalla.
Así pues, “West Side Story” es material fílmico de primera categoría y es una de las películas mejor filmadas y con más talento de la historia del cine. Su milimétrica puesta en escena está tan diseñada y tan trabajada como las coreografías que aparecen en pantalla. Cada movimiento, cada encuadre, cada composición no es como es por capricho, sino que responde a una motivación (mostrar los bailes, acompañarlos, matizarlos) y hacen que cada secuencia tenga mucha energía, con la acción transcurriendo durante el plano, sin que los bailes o las secuencias estén creadas en la sala de montaje, como tristemente ocurre en muchos musicales modernos. Y a pesar de su aspecto fuertemente teatral, la película continúa funcionando a nivel visual para las audiencias modernas debido a que tanto su luz como su diseño van absolutamente de la mano, mientras que sus planos son y seguirán siendo motivo de estudio y de la más profunda admiración.
Título en España: West Side Story
Año de Producción: 1961
Director: Robert Wise, Jerome Robbins
Director de Fotografía: Daniel L. Fapp, ASC
Emulsión: Kodak 5251 (50T)
Formato y Relación de Aspecto: 65mm esférico (Super Panavision 70), 2.21:1
Premios: Oscar a la mejor fotografía en color
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2015.