Segunda de las dos películas aparecidas como consecuencia de la conmemoración del quinto centenario del descubrimiento de América (el otro film fue “Christopher Columbus: The Discovery”, de John Glen) y segundo y último trabajo de Adrian Biddle [BSC] para Ridley Scott, que cuenta la historia del descubrimiento centrándose en su artífice, desde los preparativos del viaje, despedida de su familia, marco histórico hasta el propio viaje, llegada al Nuevo Mundo y la decadencia posterior. Aunque se trata de una película superior a la de John Glen (lo cual, desgraciadamente, no era muy complicado), “1492” es un film fallido, en el que la narrativa y montaje son demasiado atropellados, desaprovechando gran parte del potencial de la historia. Todo ello sin contar, como muchas veces se repitió en el momento del estreno, con el inconveniente de un actor protagonista cuya lengua nativa es el francés y que interpretaba a un italiano, al servicio de los españoles, en una película rodada en lengua inglesa.
Sin embargo, si por algo destaca “1492” es por las vistosas localizaciones en España (Cáceres y su provincia, Sevilla, Salamanca) y en Costa Rica, en las que el mayor de los hermanos Scott produce sus típicas imágenes de elevada sofisticación visual. Los interiores –por ejemplo en la catedral de Sevilla o el Alcázar- utilizan con frecuencia una única fuente lateral y abundante humo para reducir el alto contraste, iluminando así parcialmente los rostros y los decorados, mientras que en los exteriores se utiliza frecuentemente el contraluz y en la segunda parte de la película –en la que la situación en el Nuevo Mundo se complica- las imágenes son más crudas y aún más contrastadas, con los rostros frecuentemente en el límite de la penumbra.
Sin embargo, a pesar que se trata del mismo concepto que en gran parte de la filmografía del realizador, aunque quizá, aquí con mayores cotas de estilización, prácticamente más en la línea del cine de su hermano Tony que del suyo, este trabajo de Ridley Scott no resulta tan acertado por su caótica puesta en escena, que no se ve beneficiada en absoluto por la agobiante presencia de teleobjetivos, que provocan incesantes primeros planos o planos cerrados que impiden no solo ver de forma adecuado los decorados o localizaciones, sino también algo tan simple como situar especialmente a los personajes. El uso de zooms en ocasiones resulta arbitrario e incluso reiterativo –puede que «1492» contenga el récord de trombone-shots de la historia del cine- pero sobre todo resulta exacerbante el esteticismo del conjunto, con una continua borrachera de filtros graduados para oscurecer los cielos e incluso tremendas cantidades de humo sin la menor motivación en los exteriores selváticos, de modo que se trata de uno de esos claros ejemplos en los que se prima el estilo sobre la sustancia.
Lo más destacable, pese a todo, son las escenas que simulan estar iluminadas por fuego, especialmente velas, que resultan muy creíbles pese a las dificultades técnicas que entrañan en formato panorámico anamórfico al requerir grandes aperturas de diafragma y sufrir problemas debido a la reducida profundidad de campo. En una película en la que cada elemento parece querer hacer la guerra por su cuenta -especialmente la banda sonora de Vangelis, tan bonita como fuera de lugar- al carecer de un hilo conductor que sirva de motivación, la fotografía parece buscar únicamente impresionar al espectador mediante un continuo bombardeo de imágenes preciosistas, de inspiración claramente publicitaria, sin el menor interés en obtener un cierto nivel de coherencia o realismo, cayendo en el error de no adaptarse o no encontrar su justificación en la propia historia que debieran visualizar. Con todo, Biddle obtuvo una nominación al premio de la British Society of Cinematographers.
Título en España: 1492, La Conquista del Paraíso
Año de Producción: 1992
Director: Ridley Scott
Director de Fotografía: Adrian Biddle, BSC
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Premios: British Society of Cinematographers (nom)
Vista en DVD
© Ignacio Aguilar, 2012.