2017 diciembre
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Segunda película de la tercera trilogía de “Star Wars”, que sigue los pasos de “The Force Awakens” (2015), en la que J.J. Abrams continuó de manera exitosa (aunque poco original) el universo originalmente creado por George Lucas. En esta ocasión la acción gira en torno a la retirada de la los rebeldes, comandados por la Princesa Leia (Carrie Fisher), ante la persecución que sufren por parte de la Primera Orden, mientras que Rey (Daisy Ridley) intenta ser entrenada como Jedi por parte de Luke Skywalker (Mark Hamill). Se trata de la película más larga de toda la saga (152 minutos) y en ella el director-guionista Rian Johnson propone el habitual y ágil montaje paralelo que ya estaba presente en títulos como “The Empire Strikes Back” (1980). Pero si quizá “The Force Awakens” era una película absolutamente conservadora y muy en la línea (para bien y para mal) de lo que hasta la fecha ha sido el universo “Star Wars”, en esta ocasión el film de Johnson es bastante desmitificador y rompedor con ese mundo. Los resultados, por lo tanto, son desiguales, lastrados además por alguna subtrama que no aporta al conjunto, un humor que descoloca y secuencias/personajes que distraen del argumento principal de la lucha de la luz contra la oscuridad. Adam Driver, Andy Serkis, John Boyega, Oscar Isaac, Lupita Nyong’o, Laura Dern, Benicio del Toro y Gwendoline Christie completan el reparto de un film netamente inferior al de Abrams, que volverá en la tercera entrega de esta trilogía.

Segunda adaptación cinematográfica de la famosa novela de Agatha Christie, ambientada en los años 30 en un tren que atraviesa Europa (desde Estambul hasta Francia) y en el que se comete un crimen que es investigado por el mejor detective del mundo, Hercules Poirot, quien casualmente también viajaba en el mismo. Todos los presentes son sospechosos, todos parecen tener sus motivos para asesinar a la víctima y todos parecen mentir… lo cual dificulta enormemente la investigación de Poirot y tendrá unos resultados inesperados. El norirlandés Kenneth Branagh toma el testigo de actores como Albert Finney, Peter Ustinov o David Suchet interpretando al personaje creado por Christie, asumiendo además las funciones de detrás de las cámaras (que en su día correspondieran a Sidney Lumet en la versión de 1974). Los resultados son bastante aceptables, acercando y adaptando la historia a los tiempos y audiencias modernas, aunque el conjunto adolece de un guión demasiado plano y una narrativa que nunca jamás se aleja de la fórmula. Quizá por ello sea preferible la versión de Lumet, en la que además Poirot investiga más y adivina menos que en la presente. Buenas actuaciones de un elenco que incluye a Penélope Cruz, Judi Dench, Derek Jacobi, Daisy Ridley, Johnny Depp, Willem Dafoe o Michelle Pfeiffer, entre otros, así como una notable banda sonora de Patrick Doyle completan el buen envoltorio de un conjunto que parece destinado a implantar una franquicia con Poirot con Branagh al frente de la misma.

Adaptación del libro autobiográfico de Tobias Wolff, escritor y profesor universitario que tuvo una dificil infancia durante los años 50 y principios de los 60. La película destaca sobre todo porque Wolff fue interpretado en la gran pantalla por Leonardo DiCaprio, aquí un adolescente que afrontaba su primer papel importante en cine y ya demostraba que era capaz de hacer frente a Robert De Niro, aquí su antagónico padrastro. Pero realmente, la historia de Wolff no es demasiado interesante: gira en torno a una madre (Ellen Barkin) y un hijo que van a vivir un pequeño pueblo del estado de Washington cuando la madre se casa con un hombre rudo, violento y envidioso. El chico es problemático y su nuevo padre trata de educarle con dureza, ante lo que él se rebela, tratando de buscar la forma de salir de ese recóndito lugar de los EEUU. Ya que la historia es demasiado blanda, el interés de la película reside en el choque entre el incipiente DiCaprio y De Niro en el inicio de su decadencia (“This Boy’s Life” contiene ya todos sus tics paródicos), puesto que a pesar de su solvencia como producción, ni el guión ni la dirección de Michael Caton-Jones contienen la menor inspiración.

Uno de los musicales más famosos de la historia del cine, ganador de ocho premios...

Adaptación de una novela de Davis Grubb, con la que el actor y director teatral Charles Laughton (“Witness for the Prosecution”, “Spartacus”) llevo a cabo su único trabajo como realizador cinematográfico. La historia es sencilla: un hombre (Peter Graves) muere ejecutado por haber robado un banco, pero antes de morir, consigue entregarle el dinero a sus dos hijos pequeños, a los que les pide que lo escondan. Un día, un falso predicador (Robert Mitchum), que ha sido compañero de celda del padre, se presenta en la casa de la familia huérfana y empieza a cortejar a la madre (Shelley Winters) con el único propósito de encontrar el dinero. La película fue un enorme fracaso de crítica y de público, lo que hizo que Laughton no volviera a dirigir (murió en 1962), aunque posteriormente ha sido una de esas películas sometidas a una profunda revisión crítica que, unido al culto que le profesa mucha gente, ha elevado notablemente el prestigio de la película. No obstante, se trata de una película mucho mejor escrita que dirigida, puesto que no está especialmente bien filmada, ni narrada y, sobre todo, la dirección de actores es muy cuestionable, de modo que la película tiene un tono irregular y nunca llega a definirse en un género concreto, aunque para muchos puede que esta sea una de sus principales virtudes más allá de su incuestionable atmósfera.

Language / Idioma