2018 septiembre
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Sátira de Blake Edwards sobre el mundo del cine, cuyo argumento gira en torno a un director de cine que entra en una profunda depresión después que su última película haya resultado un fracaso. Como consecuencia, la maquinaria de Hollywood actúa de manera despiadada contra él, hasta que decide recomprarles los derechos de la película para retirarla de los cines y volver a filmarla con un tratamiento mucho más erótico y sexual. Con este pretexto, que no termina de funcionar del todo bien, Edwards filma un film muy coral y que parece ser que tuvo bastante de autobiográfico, dados los problemas que él mismo tuvo en Hollywood en la década anterior. El film no tiene un protagonista claro, aunque uno de los papeles principales recayó en el gran William Holden, en su última actuación antes de fallecer como consecuencia de su alcoholismo. Julie Andrews, esposa de Edwards, Richard Mulligan, Robert Preston, Robert Webber, Larry Hagman, Marisa Berenson, Robert Vaughn, Robert Loggia, Stuart Margolin, Shelley Winters y hasta Rosanna Arquette aparecen en pantalla.

Uno de los títulos más conocidos e importantes de la filmografía el guionista, productor y director norteamericano John Hughes, un hombre cuya carrera fue bastante importante durante los años 80 y 90, especializándose en películas de marcado carácter juvenil (el presente título o “Ferris Bueller’s Day Off”, estrenada al año siguiente) o incluso, aunque no estuviera detrás de las cámaras, de grandes éxitos de la comedia de la época como “Home Alone”, de la que fue guionista y productor. En el caso de “The Breakfast Club” llevó a cabo la triple función, aunque se trata de una película muy teatral, que de hecho fue posteriormente representada de ese modo. El argumento tiene como protagonistas a tres chicos y dos chicas que, como castigo por su comportamiento, son obligados a pasar un sábado en el instituto en el que estudian. A pesar que son muy diferentes entre todos ellos y rápidamente se establece una guerra dialéctica entre todos, en el transcurso de la misma se dan cuenta de que sus problemas no son tan diferentes y sus personalidades más parecidas de lo que pensaban. Aunque es un film estimable, quizá su prestigio sea exagerado, a pesar del buen guión de Hughes y de las buenas interpretaciones del casting: Emilio Estévez, Ally Sheedy, Judd Nelson, Anthony Michael Hall, Molly Ringwald, John Kapelos y Paul Gleason, como el profesor que impone el castigo.

Adaptación de una novela de Max Schott a cargo de Martin Ritt, escrita por la pareja de guionistas Harriet Frank Jr. E Irving Ravetch (autores de los libretos de “Hud”, “Norma Rae” y “Stanley & Iris” para el realizador) que tiene como protagonistas a una mujer divorciada (Sally Field) que llega a un pequeño de Arizona junto con su hijo (Corey Haim) y entabla amistad con Murphy, un hombre viudo (James Garner) que regenta una tienda en el pueblo. La cosa se complica cuando aparece en escena el exmarido de ella (Brian Kerwin), un vago que se instala en su casa con la intención de volver a relacionarse con su antigua esposa. Se trata de un film agradable, sin demasiadas pretensiones (a diferencia de las películas más importantes de Ritt, o incluso de la anterior “Norma Rae”, en la que Sally Field tenía un papel más interesante que en el presente título) y en el que el director confía en gran medida en la química entre su pareja protagonista, con un encantador James Garner que hizo méritos para conseguir su única nominación al Oscar, además como actor principal.

Adaptación cinematográfica de la serie de televisión de los años 80 protagonizada por Don Johnson y Philip Michael Thomas, con Colin Farrell y Jamie Foxx retomando los papeles principales y con el que fuera productor ejecutivo de la serie, Michael Mann, asumiendo la dirección, el guión y la producción. El argumento lleva a los detectives Crockett y Tubbs a infiltrarse en una peligrosa organización que transporta droga desde Sudamérica y el Caribe hasta los EEUU, con tiempo para describir las relaciones personales de los protagonistas, como es habitual en el cine de Mann, así como para tratar de situarse a la vanguardia de la estética con un rodaje en digital, siguiendo la estela de la anterior “Collateral”. Los resultados, que decepcionaron a muchos, son sin embargo muy buenos, por más que se de la extraña circunstancia de que los protagonistas, quizá porque Mann los entienda como muy compenetrados, apenas interactúan entre sí. Gong Li, Ciarán Hinds, Luis Tosar, Naomie Harris, Justin Theroux, Barry Shabaka Henley y John Ortiz completan el reparto.

Continuación del clásico de 1984 –que si bien era discutible en muchos aspectos, al menos tenía cierta gracia y originalidad- en el que el director Ivan Reitman volvió a reunir a los miembros principales del casting de la primera película: Bill Murray, Harold Ramis, Dan Aykroyd y Ernie Hudson como los Cazafantasmas, así como Rick Moranis, Sigourney Weaver y Annie Potts, a los que se une en esta ocasión Peter MacNicol. El argumento es una mera repetición del esquema del original: cuando la ciudad de Nueva York vuelve a llenarse de fantasmas, el grupo vuelve a reunirse y, con las sabidas dificultades y enfrentamientos con las autoridades, tratan de impedir que el mal se imponga sobre el bien. Aunque el presupuesto fue muy holgado y es cierto que esto se aprecia en pantalla –con una serie de efectos visuales muy elaborados- el conjunto peca de tener poca gracia y una originalidad nula, por lo que aporta muy poco con respecto a la primera película, que sin ser una maravilla es mejor en todos los aspectos.

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