Uno de los films independientes más exitosos de la historia fue esta producción de bajísimo presupuesto –trescientos veinticinco mil dólares- que consagró a sus creadores con la enorme sorpresa que supuso su rendimiento en la taquilla mundial (sesenta millones). La historia es simple pero efectiva; un asesino que escapa de un manicomio vuelve justo tras quince años –en la noche de Halloween- al pueblo donde mató a su hermana para hacer lo mismo con otras muchachas que cuidan a niños mientras los padres de éstos están fuera. John Carpenter apuesta claramente por el suspense o el susto accidental en lugar de por la truculencia, al contrario que muchos de sus imitadores, que fueron tantos que hoy en día el propio modelo podría interpretarse como una película no demasiado original, lo cual es su mayor inconveniente en nuestros días junto a un guión demasiado esquemático, lo que no impide que el film, lleno de valores, continúe siendo un clásico indiscutible y una clarísima muestra del enorme talento de John Carpenter para trabajar bajo una fuerte economía de medios.
“Halloween” fue la segunda película de Carpenter en utilizar el formato panorámico anamórfico, una de las señas de identidad del cineasta, pero la primera en la que contó con un director de fotografía propiamente dicho, puesto que Douglas Knapp, que había ejercido tal cargo tanto en “Dark Star” (1974) como “Assault on Precinct 13” (1976), realmente era un operador de cámara que había conseguido el trabajo por su amistad con Carpenter y por el escasísimo presupuesto de ambas películas. Dean Cundey [ASC] -que trabajaría en cuatro películas más con Carpenter- no es que fuera considerado un número uno de su profesión en aquél momento, pero sí que era un director de fotografía con más de 15 créditos en el cargo a sus espaldas –la mayoría películas de terror de bajo presupuesto- de modo que ofrecía cierta solvencia y experiencia en el género.
La primera parte de ”Halloween” transcurre en exteriores diurnos que simulan calles de un pueblo del estado de Illinois pese a estar rodadas en primavera y además en California, para lo cual, además de añadir y pintar hojas marrones en las aceras, Cundey las rodó con cielos nublados en la medida de lo posible o sobreexponiéndolos ligeramente, de manera que quedan casi en blanco y simulan un clima algo más frío. En dichas escenas destacan las amplias tomas con grandes composiciones de imagen y los abundantes travellings, que hacen que el film tenga un empaque muy superior al que su presupuesto haría suponer.
Pero donde la puesta en escena de Carpenter -muy clásica, muy pausada- y el trabajo de Cundey más resaltan es en las escenas nocturnas, que ocupan toda la segunda parte del film, y en las que destaca sobre todo la perfecta recreación –aún con un realismo más cinematográfico que un naturalismo estricto- de los efectos lumínicos de la noche en los interiores, pues a través de ventanas o luces con filtros azules penetra en las casas la luz del exterior, la luz de la amenazadora noche del “hombre del saco”, en un claro contraste con la relativa seguridad que proporciona a nivel emocional la cálida iluminación de los interiores, principalmente basada en lámparas integradas en los decorados, debidamente suplementadas para obtener un adecuado nivel de exposición. Y en los exteriores nocturnos, aún abarcando con frecuencia grandes espacios, Cundey utiliza el mismo concepto iluminando fachadas o calles –y no a los actores- a base de una gran fuente de luz –con el pertinente tono azulado- que permanece siempre alejada y fuera de cuadro.
Pese a algunos ligeros problemas (alguna luz sobreexpuesta o demasiado evidente) el film posee numerosísimas virtudes (iluminación de exteriores e interiores nocturnos, trabajo de cámara, grandes angulares) que se resumen a la perfección en el prodigioso plano-secuencia inicial: el asesinato de la hermana en un plano subjetivo del asesino, rodado por el operador Ray Stella con la cámara Panaglide –clon de la Steadicam de Garrett Brown- y perfectamente coreografiado pese a las grandes dificultades para mantener el enfoque. Una fotografía estupenda en definitiva y un perfecto ejemplo de cómo una película rodada con pocos medios, de noche y en el dificil formato anamórfico puede tener un aspecto magnífico y tremendamente amenazador.
Título en España: La Noche de Halloween
Año de Producción: 1978
Director: John Carpenter
Director de Fotografía: Dean Cundey, ASC
Ópticas: C-Series de Panavision
Emulsión: Kodak 5247 (100T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2013.