Último episodio de la trilogía original de películas del aventurero interpretado por Harrison Ford, que en esta ocasión ha de encontrar el Santo Grial acompañado de su padre (Sean Connery), en una aventura que le llevará a Venecia, Alemania y a Oriente, nuevamente enfrentándose a unos nazis por el camino. Aunque el tono es igual de distendido y ameno que en la película anterior, en esta ocasión el guión resulta algo más elaborado e inteligente, lo cual se hubiera agradecido en numerosos momentos de la segunda entrega. De esta forma, a pesar de contener innumerables secuencias de acción, la película es algo más reposada y no tiene la aparatosidad de aquélla, aproximándose más a los resultados de la primera película gracias también, en parte, a la estupenda química entre Ford y Connery (quien por edad, era un imposible padre para Indy, pero debido a que el modelo en el que Lucas y Spielberg basaron el personaje de éste era precisamente el James Bond encarnado por el actor escocés, se trataba de una elección casi obligatoria).
Una vez más, como en las dos películas anteriores, «Raiders of the Lost Ark» (1981) e «Indiana Jones and the Temple of Doom» (1984), Steven Spielberg contó con el veterano Douglas Slocombe [BSC] como director de fotografía y con Elliot Scott como diseñador de producción, quien ya había sustituido a Norman Reynolds en la anterior entrega. Y en esta ocasión, la aventura llevó a los cineastas a localizaciones tan diversas como Utah, Colorado y Nuevo México en los EEUU, además de Inglaterra, Venecia, Jordania y el Desierto de Tabernas y Guadix en España. Varias unidades se repartieron el rodaje de la película, la última de la larga carrera de Slocombe, quien a sus 76 años de edad y tras tres largos años desde su anterior película, había comenzado a sufrir los problemas de visión que le harían vivir prácticamente ciego los últimos años de su vida.
Las escenas iniciales del film rodadas y ambientadas en Utah, narran, a modo de prólogo, una temprana aventura de Indiana Jones en la época en que era Boy Scout. En las mismas, que utilizan los mismos parajes soleados que cientos de películas del Oeste (Arches National Park, Utah), destaca la gran saturación de color y el espléndido aspecto fruto de captar cielos muy azules y contraponerlos con las tonalidades terrosas del desierto. Pero dichos exteriores también destacan puesto que, al parecer, no fueron rodados por Slocombe, sino por el director de fotografía norteamericano Robert Stevens [ASC]. A continuación, ya con el director de fotografía principal a bordo, aparecen unas cuentas escenas interiores diurnas en las que Slocombe trata de justificar la iluminación en las ventanas, aunque realmente utiliza grandes unidades de luz en los interiores para moldear el aspecto de los actores. Una vez que la producción se mueve a Venecia, destaca poderosamente una secuencia fotografiada íntegramente a contraluz mientras la cámara sigue en plano medio a Harrison Ford, Denholm Elliot y Alison Doody, en la que Slocombe vuelve a mostrar su perfil más clásico al rellenar los rostros de los actores con luz artificial para evitar que queden ensombrecidos.
En las escenas nocturnas que suceden a continuación, se mantienen altos niveles de lumínicos y unidades de luz directa y sin difuminar sobre los actores, produciendo un aspecto muy saturado, nítido y contrastado con abundante profundidad de campo. Ello permite unas cuantas escenas de un aspecto magnífico: el pasadizo bajo la biblioteca veneciana, el interior del castillo alemán en el que está retenido el padre de Indy o la escena entre éste y el mismísimo Führer. Después, prácticamente todo el film pasa a escenarios españoles bajo la luz del día, por lo que se vuelve al aspecto de una luz solar muy dura y sombras que han de rellenarse mediante luz artificial. Por el contrario, la última secuencia transcurre en la cámara del grial y en ella Slocombe varía radicalmente el aspecto; aunque continúa con niveles de luz muy intensos y luz dura, coloca delante del objetivo un fuerte filtro difusor. Por ello se reduce notablemente el contraste y la saturación de color, pero sobre todo se ve afectada la nitidez. Aunque el efecto pretendido es claramente el de otorgar una aureola mágica a la estancia, el metraje supone un salto demasiado brusco con respecto a todo el metraje anterior (con la única excepción de los primeros planos de Ford y Doody en el túnel veneciano, también difuminados).
Por ello, aunque se trata de un trabajo que en líneas generales es notable y en ocasiones logra un aspecto magnífico, el fuerte cambio en la textura de la imagen perjudica seriamente la consistencia del conjunto, menos conseguida que en los dos títulos anteriores, y ello hace que los momentos finales no encajen bien con el resto del film, cuyo aspecto hasta ese momento es muy rico y muy clásico, pero sin renunciar a los avances naturalistas y de justificación de fuentes que ya se exigían casi en los años 90. Además, el film volvió a contar con fotografía adicional de Paul Beeson [ASC], además de la citada contribución de Robert Stevens [ASC]. Fotografía de segunda unidad de Rexford L. Metz [ASC]. Los efectos visuales de Industrial Light & Magic, rodados en VistaVision, están muy por debajo del nivel habitual de la casa, hasta el punto que constituyen, sin lugar a dudas, el punto más flojo de una presentación audiovisual tan elaborada como la presente.
Título en España: Indiana Jones y la Última Cruzada
Año de Producción: 1989
Director: Steven Spielberg
Director de Fotografía: Douglas Slocombe, BSC
Ópticas: C-Series de Panavision
Emulsión: Kodak 5247 (125T) & 5295 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Otros: efectos especiales rodados en 35mm 8-perf (VistaVision)
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2016.