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Le Doulos - Ignacio Aguilar
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Le Doulos

Adaptación cinematográfica de una novela de Pierre Lesou, producida por Carlo Ponti y escrita y dirigida por el cineasta francés Jean-Pierre Melville. La historia sigue a Maurice (Serge Reggiani), un hombre que acaba de salir de la cárcel y que pretende dar un golpe junto a dos cómplices. Sin embargo, sospecha que uno de ellos, Silien (Jean-Paul Belmondo), podría ser un confidente de la policía, poniendo en peligro la operación. «Le Doulos» posee todas las características de la películas más famosas y celebradas de Melville, como «La Deuxiè. me Souffle», «Le Samurai» o «Le Cercle Rouge», ofreciendo un descenso al mundo del hampa parisino de la década de los años 60 en el que, como siempre, destaca la meticulosidad de la narrativa y la descripción de los ambientes. Sin embargo, todavía no ofrece «Le Doulos» ese nivel de perfección (en parte, porque la trama, juega deliberadamente a la confusión), pero aún así, contiene grandes secuencias y anticipa las cimas de la filmografía de su celebrado autor.

El director de fotografía fue Nicolas Hayer, que había trabajado con Melville en «Deus Hommes Au Manhattan» (1959) y que, sin duda, no es un hombre que fuera tan conocido como otros de los colaboradores del director, como Henri Decae («Leon Morin», » L’ Aîné des Ferchaux», «Le Samurai«, «Le Cercle Rouge«), Pierre LHomme («L’Armée des Ombres«) o incluso Walter Wottitz («Un Flic», 1972), el último film del realizador debido a su prematura muerte a la edad de 55 años. Aún así, Hayer fue el autor de la fotografía de varias películas conocidas y para cineastas de prestigio, como «Le Corbeau» (H.G. Clouzot ,1943), «Falbalas» (Jacques Becker, 1945), «Panique» (Julien Duvivier, 1946), «Orphée» (Jean Cocteau, 1950) o incluso contactos con la nouvelle vague a través de «Le Signe Du Lion» (Eric Rohmer, 1962). Ya era veterano (había nacido en 1898) cuando realizó este film y se retiró poco después.

Como indicábamos, uno de los aspectos más destacables de «Le Doulos» es su retrato de los bajos fondos parisinos, en este caso, aún en blanco y negro. Ello lo lleva a cabo Melville a través de varios interiores de estudio (es una película modesta, de escala inferior a sus obras posteriores) y algunos exteriores en los que la imagen sucia, granulada y la elección de las localizaciones (como la estructura metálica del plano inicial, con travelling, el descampado en el que Maurice entierra las joyas) o las calles, por la noche, casi desiertas, dan una idea muy clara del submundo en el que se mueven estos personajes, rara vez a la luz del día. Quizá en este sentido, las calles en las que se produce la huida del atraco quizá sean las mejores en cuanto a estética de la película, pues resulta obvio que, a nivel de fotografía, ni las ambiciones de «Le Doulos» son demasiado grandes ni, por otro lado, uno de sus puntos fuertes. Quizá, incluso, su valor se haya visto incrementado con el paso de los años, puesto que, más de sesenta años después de su estreno, queda prácticamente como el testimonio de un lugar y una época completamente desaparecidos.

La mayoría de los interiores están recreados en estudio, como indicábamos, y rara vez tratan de ocultarlo. Quizá la escena interior de apertura, un diálogo que fija lo que será el film, es de las pocas en las que Nicolas Hayer trata de hacer una fotografía realista, justificada en las fuentes integradas en pantalla, si bien a lo largo de la misma, en función de los ángulos, hay notables cambios en la luz. Pero por ejemplo esa decisión de dejar que una lámpara se quede oscilando, es de las pocas veces en que Hayer pretende hacer algo expresivo con la luz. El resto de sus interiores son convencionales, con luces desde arriba del plató para iluminar cada parte del decorado, con algunas clásicas dobles sombras, y sin demasiada pretensión de crear contraste (alguien definió su trabajo como más gris que blanco y negro). Y no es que ello sea especialmente criticable, pues lo que pretende hacer lo hace de manera correcta y ajustándose a los cánones de la época, pero más allá de algún claroscuro, queda lejos de los trabajos de Henri Decae o Pierre LHomme.

Así pues, de esta manera, si «Le Doulos» prácticamente huele a tabaco y a cognac, no es por el trabajo de fotografía, sino por la inmersión en estos bajos fondos, o el mundo del hampa, que propone Jean-Pierre Melville desde su propio guión y dirección cinematográfica, la vestimenta de los personajes, o la aparición de los clubes nocturnos tan típicos de su cine, e incluso por la indudable influencia (como todo su cine) del cine negro americano, con forzadas retroproyecciones para las secuencias en los coches, que está presente en toda esa descripción de ambientes y personajes que viven al margen de la ley.

Título en España: El Confidente
Año de Producción: 1962
Director: Jean Pierre Melville
Director de Fotografía: Nicolas Hayer
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.66:1

Vista en Blu-ray

© Ignacio Aguilar, 2025.



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