Filme ambientado en una ciudad costera del mar de Barents, al noroeste de Rusia, cuyo argumento gira en torno a Kolya (Aleksey Serebryakov), un hombre que posee una propiedad en una colina junto al mar. Cuando el corrupto alcalde del pueblo (Roman Madyanov) pretende expropiársela con fines nada claros, Kolya hace venir de Moscú a un abogado amigo (Vladimir Vdovichenkov) para que le defienda en el procedimiento. Pero ello no supone más que el inicio de sus problemas. A través del personaje central, Zvyagintsev y su co-guionista Oleg Negin proponen una revisión de la historia de Job, al tiempo que realizan un vivo retrato de la corrupción del sistema ruso. Los resultados son notables, gracias a una sobria escritura y al trabajo de un notable elenco de actores (que realizan un vivo retrato de la vida de las gente en uno de los lugares más inhóspitos del planeta), si bien la larga duración de la película y un cierto aire discursivo –que hace que su mensaje termine siendo demasiado obvio- producen altibajos de ritmo y restan algo de impacto. «Leviathan» parte como una de las favoritas al Oscar a la mejor película extranjera en la próxima edición de estos premios, como selección oficial de Rusia.
El director de fotografía es Mikhail Krichman, el cual ya ha dado el salto al cine de habla inglesa con posterioridad a “Leviathan”, con títulos como “Miss Julie” (Liv Ullmann, 2014), con Jessica Chastain y Colin Farrell, así como con “The Secret Scripture” (Jim Sheridan, 2015), con nombres como Eric Bana y Rooney Mara en su reparto. “Leviathan” es cuarta película de Krichman junto al realizador Andrey Zvyagintsev y, a la vista de la calidad de sus imágenes, cabe augurarle un gran futuro como director de fotografía.
“Leviathan”, visualmente, destaca por muchos aspectos. Uno de ellos es que a pesar de la proliferación de la adquisición digital de imágenes, los cineastas han renunciado a la misma, empleando en su lugar el soporte tradicional en 35mm, formato panorámico y lentes Arri/Zeiss Master Prime, las cuales producen una calidad espléndida bajo toda circunstancia. El rodaje en celuloide produce una textura de imagen más viva y cercana, así como una reproducción de color muy fiel y una latitud extendida. De esta última se aprovechan muy bien los cineastas, que hacen uso de la hora mágica en numerosas escenas, aunque cabe sospechar que, debido a las latitudes en que está rodado el film (en Murmansk, en donde durante el mes de junio nunca se hace de noche y en diciembre, nunca se ve la luz del sol), esta hora mágica podría tener muchas horas de duración o incluso ser constante, lo cual favorecería ese aspecto lúgubre, con una luz de intensidad muy baja, ligeramente azulada, que identifica a gran parte de los exteriores de la película. Krichman también aprovecha esa hora mágica para realizar un buen número de tomas que combinan la luz artificial en interiores con esos largos anocheceres; todo ello hace que la película posea imágenes de una increíble calidad.
Los exteriores diurnos, por lo general, hacen uso de la luz suave y algo aplanada que producen los cielos encapotados, aunque en algunos instantes un sol muy brillante y puro, aunque escaso de intensidad, también hace acto de presencia en los fondos. Muy interesantes son los interiores diurnos, que como el resto de la película, poseen enormes cualidades naturalistas; Krichman expone generalmente contra los fondos (exteriores) que se ven a través de las ventanas y que lucen correctamente, lo cual conlleva que los actores, en los interiores, generalmente se mueven como siluetas a contraluz. Ello produce los citados efectos naturalistas, pero también resulta muy estético. En otras ocasiones, Krichman deja que la luz azulada del exterior penetre en los interiores, combinándola con fuentes de luz de tungsteno que, conscientemente, aparecen muy cálidas, generando así un notable contraste de color entre los interiores y lo exteriores. Las escenas nocturnas, por su parte, son muy simples, ya que emplean fuentes integradas (lámparas de mesilla o de techo, estas últimas, debidamente cortadas cuando no aparecen en los planos) para proporcionar la luz de las estancias. Gracias a una estupenda (sobre)exposición de sus negativos, la película posee una enorme consistencia en cuanto a la densidad de negros y reproducción de sus intensos colores, suerte en la que cuando existe una voluntad de mostrar imágenes tan oscuras, es fácil fallar en soporte fotoquímico.
La cámara de Zvyagintsev muchas veces parece que flota sobre los escenarios y localizaciones, aportando fluidez y un uso de las focales (generalmente medias) que a veces la hace invisible, como si de un observador de los hechos se tratara. La profundidad de campo es reducida, fruto de un rodaje a grandes aperturas de diafragma gracias al uso de filtros de densidad neutra. Así pues, sin mediar ningún tipo de artificio, ni durante el rodaje ni de post-producción, Zvyagintsev y Krichman consiguen una atmósfera naturalista que atrapa al espectador por su pureza y sencillez en el retrato de los ambientes en los que se desarrolla la historia, al tiempo que sus imágenes poseen una enorme calidad, gusto y talento para el empleo de la luz natural, quizá en una estética muy personal para algunos espectadores, pero con un estilo deslumbrante para el que suscribe estas líneas.
Título en España: Leviatán
Año de Producción: 2014
Director: Andrey Zvyagintsev
Director de Fotografía: Mikhail Krichman
Ópticas: Arri/Zeiss Master Prime
Emulsión: Kodak 5207 (250D) & 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: Digital Intermediate
Premios: Golden Frog (Cameraimage)
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2015.