Remake de la película del mismo título dirigida por Richard Fleischer en 1952, cuyo argumento gira en torno a un asesinato cometido por la mafia, que es involuntariamente presenciado por una mujer (Anne Archer, en su eterno papel de madre sufridora), quien desde entonces ha buscado refugio en un lugar recóndito en las montañas en Canadá. Sin embargo, un investigador (M. Emmet Walsh) da con ella, lo que hace que un fiscal (Gene Hackman), decida ir a buscarla para traerla de nuevo a la ciudad y que testifique contra los asesinos. Ello dará lugar a un juego del gato y el ratón en un tren nocturno, con los mafiosos pisándoles los talones, mientras el fiscal trata de mantener a salvo a la mujer. De haber sido protagonizada casi por cualquier otro actor (y no digamos ya un héroe de acción de los típicos del cine de los 80 y los 90), esta película de Peter Hyams podría haber sido el típico vehículo para el lucimiento de su protagonista masculino con múltiples peleas, disparos, etc. pero sin embargo, al entregarle el film a Gene Hackman, Hyams se asegura una poderosa presencia en su protagonista y un buen número de escenas en las que el actor consigue salir airoso de las circunstancias y mantener el interés de la película, que apuesta más por lo tanto por el suspense, con algunas secuencias logradas, que por la acción, aunque también contiene notables escenas aéreas y con especialistas. El guión no está a la altura de las circunstancias, sin embargo, pero si no se toma demasiado en serio, “Narrow Margin” ofrece un sólido entretenimiento mientras ofrece la posibilidad de disfrutar de Hackman. James B. Sikking, J.T. Walsh o Harris Yulin completan el efectivo reparto.
El director de fotografía del film fue el propio Peter Hyams, lo cual continúa siendo una rareza a día de hoy en el cine de alto presupuesto norteamericano, si bien, sobre todo con la llegada de las cámaras digitales, algunos realizadores se han aventurado a imitarle en tiempos recientes. Rodeado por lo general de un buen equipo, lo cierto es que Hyams firmó la fotografía de todas sus películas desde “2010: The Year We Make Contact”, aunque es muy probable que por ejemplo en títulos anteriores como “Capricorn One”, “Hanover Street” y especialmente “Outland” (sobre la cual Stephen Goldblatt dijo que fue contratado sin conocer las intenciones del director) o “The Star Chamber” fueran fotografiadas en gran medida por el director, o con fuertes injerencias por parte del mismo, pues llevan su mismo sello visual. En los 80 y los 90, su estilo, que describiremos a continuación, fue muy interesante, aunque a partir de “The Relic” comenzó a realizar fotografías demasiado oscuras y personales que también le ocasionaron muchas críticas. A partir de “End of Days” (1999), dejó de rodar en anamórfico, que había sido uno de sus sellos, y posteriormente, antes de su retiro, también fue de los primeros directores de fotografía en emplear la Red One para películas comerciales.
En esta época, el estilo visual de Peter Hyams ya estaba plenamente consolidado y era muy conocido por ser uno de los directores de fotografía de un carácter más esteticista de Hollywood. Además del formato panorámico anamórfico, Hyams era conocido por emplear niveles de luz relativamente bajos, frecuentes subexposiciones de sus imágenes e incluso de sus actores, así como fuertes haces de luz, fuentes de iluminación integrada en sus decorados, filtros de bajo contraste y sobre todo, humo, mucho humo en sus sets para rebajar el nivel de los negros y conseguir algo de imagen en los mismos, algo que le resultaba conveniente al apenas emplear luz de relleno en sus rodajes. A todo ello, se le unía un trabajo de cámara con predominancia de teleobjetivos, además de multicámaras, siendo famoso en este aspecto por ser un director que solía emplear tres cámaras en todo momento, pero siempre en el mismo eje, rodando un plano general, uno medio y un primer plano de manera simultánea. El resultado, que siempre era parecido, era muy, pero que muy estético y, desde luego, de un gran interés, por más que lo fuera aplicando y empleando de obra en obra una vez tras otra. En cierto sentido, el suyo era a nivel visual una especie de mezcla entre el estilo de Gordon Willis -por la oscuridad o la subexposición, a las que no tenía absolutamente ningún miedo- y, por otro lado, la escuela británica de la publicidad de los años 70 (Adrian Lyne, los hermanos Scott, Alan Parker), con los que compartía el gusto por el humo, los haces de luz, etc.
Todo ello es absolutamente aplicable a “Narrow Margin” desde el primero hasta el último de sus fotogramas, con el añadido de que es un film que contiene bastante fotografía aérea para relatar las persecuciones del helicóptero al coche (que recuerdan un poco a “Capricorn One”) o el final en el tren. Pero cada vez que hay un interior -atención a los del tren, que están muy bien realizados y a pesar de tratarse de proyecciones para simular que el mismo se mueve, el truco es casi invisible- Hyams evoca ese estilo descrito en el párrafo anterior, comenzando por las escenas de arranque en el hotel, que recuerdan a “Hanover Street”, con múltiples fuentes de luz integradas destacando por su sobreexposición en una luz de ambiente muy baja. Los interiores día están fotografiados con luces duras entrando por las ventanas, muy levemente rebajados por el humo en el ambiente y, a veces, por filtros de bajo contraste, mientras que por ejemplo todos los interiores del tren poseen siempre muchas fuentes de luz integradas -a veces muy sobreexpuestas- para justificar muy bien las fuentes de luz. Lo interesante de Hyams es que no se limita a poner luces aquí y allí, ni a que las mismas iluminen realmente, cosa que hacen, sino que deja constantemente que los actores entren y salgan de las penumbras que se van generando en el decorado, sin temor alguno. Incluso en las escenas en las que el tren va parando en las diferentes estaciones, lo que hace Hyams es dejar que las propias luces del tren iluminen los andenes, lo cual es muy interesante y únicamente le obliga a poner alguna farola aquí y allá y algún contraluz con más atisbos de “luz de cine” solo cuando los personajes ya se alejan demasiado del mismo.
Como siempre, el problema de Hyams, cuyas imágenes por lo general son una gozada de ver, es que al ser el director y director de fotografía, generalmente no tenía quien le frenase, de manera que algunas veces orquesta las escenas para lucirse como director de fotografía y otras, puede que por centrarse en su labor como director, algunos detalles de acabado de la producción no sean tan pulidos como lo hubieran sido probablemente en manos de un director de fotografía importante haciéndose cargo en exclusiva de esta labor (por ejemplo, hay algunos momentos en los que hay variaciones en la exposición de los actores, que aparecen demasiado oscuros en lugares en que, por su situación, no deberían de estarlo, o bien demasiado grano en algunas ocasiones e incluso, variaciones en la textura del mismo… o más frecuentemente, demasiado humo en los decorados teniendo en cuenta que no nos encontramos ante una película de ciencia-ficción, sino una de corte más bien realista). Pero aún así, como siempre en Peter Hyams, esa personalidad de la que hace gala, en la que se entra o no se entra, al menos para quien suscribe estas líneas supone un gran regalo para la vista, que hace que “Narrow Margin”, con sus muchos problemas, pero con la siempre más que positiva presencia de Gene Hackman, bien merezca un visionado.
Título en España: Testigo Accidental
Año de Producción: 1990
Director: Peter Hyams
Director de Fotografía: Peter Hyams
Ópticas: Panavision E-Series
Emulsión: Kodak 5296 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 35mm anamórfico (Panavision), 2.4:1
Vista en Blu-ray