Adaptación de los hechos narrados en la Biblia, relativos al diluvio universal que asoló la Tierra durante 40 días y 40 noches y a un hombre, Noé, que construyó un gigantesco arca para salvar del desastre a los animales y a un reducido grupo de personas. En manos de Darren Aronofsky (“Requiem for a Dream”, “Black Swan”), Russell Crowe interpreta al personaje principal como un hombre elegido por Dios para llevar a cabo la misión de purificar el planeta poniendo fin a la vida del hombre en el mismo, en contra de los deseos de su familia y esposa (Jennifer Connelly), al tiempo que se introducen algunos elementos nuevos a la trama clásica (los malvados descendientes de Caín, liderados por Ray Winstone, o los hombres de piedra) que, sin lugar a dudas, son lo peor de un espectáculo que funciona mucho mejor cuando se centra en el relato tradicional y en el interior de los personajes que en introducir novedades tan discutibles. Emma Watson y Anthony Hopkins son los otros dos rostros populares que cierran el reparto de una película muy irregular en su conjunto.
El director de fotografía es el norteamericano Matthew Libatique [ASC], que ha acompañado a Aronofsky en toda su filmografía excepto en la que, curiosamente, continúa siendo su mejor trabajo global (“The Wrestler”). Al margen de su relación profesional con Aronofsky, con el que obtuvo su nominación al Oscar por «Black Swan», Libatique ha consolidado también su carrera junto a directores como Spike Lee (“Inside Man”), Jon Favreau (“Iron Man”) o Joel Schumacher (“Phone Booth”), al tiempo que ha fotografiado más de cien vídeos musicales para grupos de primera fila.
En cuanto a “Noah”, teniendo en cuenta que es un film que contiene un número muy elevado de efectos visuales, destaca que los cineastas hayan preferido una adquisición convencional en celuloide, por encima del ya casi más habitual rodaje en algún formato HD (la Arri Alexa se usó para algunos planos aéreos y la Canon 5D, en modo fotografía, para la secuencia de la creación). También destaca que, siendo un film de un corte muy épico durante gran parte de su desarrollo, los cineastas hayan renunciado de forma consciente al formato panorámico, sustituyéndolo por el más convencional formato 3-perf Super 1.85:1 (los efectos se rodaron a 4-perf).
La mayor parte del mismo tiene un estilo muy naturalista, comenzando por los grandes exteriores de apertura, rodados en Islandia. Siempre que puede, Libatique hace que sus personajes se sitúen a contraluz, limitándose por lo tanto a rellenar sus rostros ligeramente y sólo cuando es necesario, empleando también algo de relleno negativo para aumentar el contraste. En las escenas situadas en el bosque que se genera en torno al Arca, lo que hace es aumentar los niveles de la luz natural mediante luces HMI rebotadas o bien mediante globos situados en las copas de los árboles, manteniendo siempre la estética realista que define el conjunto. Muy interesantes son dos tipos de escenas; aquéllas en las que aparece Matusalém (Hopkins) en su morada y los interiores día dentro del Arca, resueltos de forma muy parecida, mediante material difusor situado a una gran altura sobre el que inciden muchos aparatos de gran intensidad (10ks y Maxi-brutos) para dejar que sobre el set recaiga una luz cenital muy suave e intensa, que en el caso de las escenas con Hopkins, Libatique estropea un poco al emplear luz de ojos sobre los personajes. Espectaculares son también los interiores dentro del Arca, con la luz motivada en el fuego de su chimenea central, con un gran contraste y un negativo muy denso que consigue un efecto creíble y de calidad.
Los principales problemas de la película, en cuanto a su aspecto visual, son dos. De un lado, que el realizador, que como casi siempre parece más preocupado de llamar la atención y de hacerse notar que de contar una historia, se empeña en rodar una historia de este tipo mediante la cámara al hombro y con un tremendo abuso de lo que debería ser un recurso y se convierte en la norma: el primer plano. Y por otro, que el film, a pesar del aspecto orgánico que ofrece el rodaje el celuloide y de las pretensiones naturalistas de la luz de Libatique, se ve muy dañado por sus efectos visuales, que al introducir tanto personajes digitales como entornos completamente generados por ordenador (los de las secuencias de la lluvia, por ejemplo), perjudican seriamente la verosimilitud de un conjunto que, de no haber caído en esta trampa, estaría cercano a resultar modélico en muchos apartados.
Por ello, como el propio film, la parte visual de “Noah” es irregular y, aunque por lo general está muy bien realizada (nos quedamos especialmente con los interiores del Arca), no puede escapar del planteamiento actual de efectos visuales en los que, desgraciadamente, más que buscar su perfecta integración y que pasen lo más desapercibidos posibles, parece que precisamente lo que se busca es que llamen la atención sobre sí mismos y que pongan de manifiesto la cantidad de “trabajo” en este aspecto con el que ha contado la producción.
Título en España: Noé
Año de Producción: 2014
Director: Darren Aronofsky
Director de Fotografía: Matthew Libatique, ASC
Ópticas: Zeiss Ultra Prime, Angenieux Optimo
Emulsión: Kodak 5212 (100T), 5297 (250D) & 5219 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: 3-perf Super 35mm, 1.85:1
Otros: tomas aéreas rodadas con la Arri Alexa; secuencia de la creación en Canon 5D.
Vista en DCP
© Ignacio Aguilar, 2014.