Cine de los años 80 en estado puro, en la que Walter Hill, con producción a cargo de Lawrence Gordon y Joel Silver, retoma algunos de los temas de “The Warriors” y los traslada a los moteros y el rock: un mercenario (Michael Paré) es contratado por el manager (Rick Moranis) de una cantante (Diane Lane) –que además es ex-novia del mercenario- para que la libere de sus captores, un grupo de peligrosos moteros que habitan en su propio y peligroso ghetto. Con la ayuda de una mujer (Amy Madigan) acudirá en su busca enfrentándose a Raven (Willem Dafoe), el peligroso líder de la banda. Se trata de una de esas películas en las que si se analiza su argumento o giros de guión todo caería como un castillo de naipes, pero gracias a la forma en que Walter Hill crea y dirige el universo de la película, ocurre el mismo fenómeno que con la citada “The Warriors”: el film se convierte en un extraordinario entretenimiento en el que todas las piezas encajan a la perfección dentro de sus propias reglas y los personajes funcionan como iconos.
Por tercera y última vez en la filmografía de Walter Hill, el director de fotografía fue el húngaro Andrew Laszlo [ASC]. Nacido en 1926, emigró a EEUU a finales de los años 40 y buscó su camino en oficios relacionados con la fotografía. Su carrera como primer operador comenzó en los años 60 en televisión e incluso trabajó junto a Francis Coppolla y William Friedkin en algunos de sus primeros largometrajes. Aunque fue el reemplazo de Harry Stradling Sr. en “The Owl and the Pussycat” (1970) a las órdenes de Herbert Ross tras el fallacimiento del operador, sin embargo no comenzó a destacar hasta su asociación con Hill, que comienza con “The Warriors” y prosigue con “Southern Comfort”. Es en los años 80, hacia el final de su carrera, cuando realiza sus títulos más conocidos: “First Blood” (Ted Kotcheff, 1982), la primera aparición del personaje de John Rambo en pantalla, “Poltergeist II” (Brian Gibson, 1986), “Innerspace” (Joe Dante, 1987) y el único episodio de la serie “Star Trek” dirigido por William Shatner (“The Final Frontier”, 1989).
La estética de “Streets of Fire” es una continuación del muy satisfactorio aspecto nocturno de “The Warriors”, aunque dejando un poco atrás las ambiciones realistas de la década de los 70 y adentrándose ya en el esteticismo y estilización más propias de los 80, incluso con algún eco del admirable trabajo de Jordan Cronenweth [ASC] en “Blade Runner”, especialmente en lo referente al uso de gelatinas de color y luces de neón para crear el aspecto de los clubes, bares, conciertos y ambientes nocturnos en general en los que se desarrolla gran parte del argumento de la película. Como “The Warriors”, “Streets of Fire” es una película rodada principalmente por la noche, aunque en esta ocasión los cineastas buscaron en su mayor parte la comodidad del estudio, empleando para ello un estupendo diseño de John Vallone, quien convierte la calle de Nueva York del backlot de la Universal en Los Ángeles en una estupenda recreación de Chicago, con falsos pilares y estructura del metro incluida en mitad de las calles. Parece ser que, además, debido a la edad de alguno de los actores, se tomó también la decisión de rodar la noche durante el día, lo cual requirió cubrir con una enorme tela todo el set para bloquear la luz del sol y poder obtener el requerido efecto nocturno. Ello también posibilitó el aspecto nublado y de luz difusa de las escenas diurnas, rodadas abriendo algunos lugares de la tela y dejando entrar la luz del sol filtrada a través de sedas.
Como en “The Warriors”, Andrew Laszlo demuestra que era un director de fotografía muy inspirado a la hora de utilizar sus luces artificiales en exteriores nocturnos. Siempre pone mucho cuidado en sus fondos, en los que a veces utiliza una gran luz de arco o un HMI de primer generación para teñirlos de azul y hacer que sus planos tengan profundidad. Después, gracias a las numerosas farolas que aparecen en pantalla, luces en los edificios, tiendas, etc. Laszlo tiene la oportunidad de modelar sus luces sobre los actores y que éstas siempre aparezcan justificadas o creíbles. Sus mezclas de temperaturas de color de las diferentes fuentes (desde rojos o azules intensos, pasando por algunas escenas que muestran calles verdosas) o la forma en que su cámara capta reflejos en el agua sobre el pavimento hacen que gran parte del film sea muy estilizado, pero todavía conservando ese arraigo en la realidad que provenía de los 70. En esta ocasión, Laszlo se sirve también de las primeras emulsiones de alta sensibilidad de Kodak (seguramente la primera emulsión de 250 ASA de la compañía, la 5293) para reducir sus niveles de luz, aunque ello también provoca que la película tenga una estructura de grano bastante aparente.
La puesta en escena de Hill vuelve a confiar una vez más en una extensiva utilización de focales medias y teleobjetivos, que sirven también para estilizar aún más los escenarios en los que ocurre gran parte de la acción. Por ello además la película tiene una profundidad de campo muy reducida; no debió de resultar un film sencillo para el equipo de cámara ya que además los bajos niveles de luz obligaban a que gran parte del metraje esté rodado en aperturas próximas a la máxima (seguramente en torno a T1.6-T1.8) utilizando el juego de lentes UltraSpeed MKII de Panavision. Ello introduce muchas aberraciones en la imagen (cromáticas, por ejemplo, cada vez que aparece una fuente de luz intensa en las escenas nocturna) e incluso un efecto de difusión integrado en la lente al reducirse el contraste radicalmente como consecuencia de las amplias aperturas utilizadas. Pero todo ello está bien integrado en la película y funciona muy bien en un conjunto que es muy típico de su época (un poco a caballo entre el realismo de los 70, pero ya metido de lleno en la estilización de los 80) y que está rodado e iluminado con un enorme oficio e incluso algún momento brillante a lo largo de la proyección.
Título en España: Calles de Fuego
Año de Producción: 1984
Director: Walter Hill
Director de Fotografía: Andrew Laszlo, ASC
Ópticas: Panavision Ultraspeed MKII
Formato y Relación de Aspecto: 35mm esférico, 1.85:1
Vista en Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2017.