Hasselblad
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Adaptación cinematográfica de la vida del científico J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy), escrita, producida y dirigida por Chistopher Nolan, sobre la base de un libro de Kai Bird y Martin Sherwin que, como es tradicional en el realizador británico, presenta la historia de manera fragmentada: de un lado, la etapa formativa de Oppenheimer y su vuelta a los EEUU, coqueteando con el comunismo, hasta que le es encargado dirigir el Proyecto Manhattan para conseguir la bomba atómica antes que los nazis, y por otro, tanto la audiencia de 1954 en la que se le acabaron retirando sus credenciales para que dejase de influir en la política armamentística americana durante la Guerra Fría, así como un tercer capítulo en el que el senador Lewis Strauss (Robert Downey, Jr) es candidato a la secretaría de comercio, y en el que se desvelan algunos episodios clave de todo lo sucedido previamente con Oppenheimer en relación a la bomba H. El film es la culminación del estilo de Christopher Nolan, quien en una duración de 180 minutos exactos, bombardea al espectador con toneladas de información en infinitas concatenaciones de escenas, a un ritmo altísimo, casi siempre musicadas (hay quien ha comparado al film con un tráiler de tres horas, y no les falta razón), aunque los resultados dramáticos son poderosísimos, tratando un profundidad temas tan trascendentes como la responsabilidad de la ciencia para con la supervivencia de la humanidad, o la caza de brujas ejercida contra el científico por motivos personales o políticos. Cillian Murphy se convierte literalmente en el personaje central, rodeado por un amplísimo elenco de rostros conocidos que incluye a Matt Damon, Emily Blunt, Florence Pugh, el citado Robert Downey, Jr., Alden Eirenreich, Jason Clarke, Matthew Modine, Kenneth Branagh, James D’Arcy, Casey Affleck, Josh Harnett, Gary Oldman, David Krumholtz, Bennie Safdie o Tom Conti, como el mismísimo Albert Einstein.

Segundo y quizá más logrado de los tres largometrajes rodados por el cineasta británico Christopher Nolan sobre Batman, el personaje creado por Bob Kane, después del éxito conseguido con “Batman Begins” (2005) y antes de cerrar la trilogía con “The Dark Knight Rises” (2012). La acción se sitúa a continuación de los eventos de la primera película, cuando el Joker (Heath Ledger, en su último papel completo en cine) amenaza a los habitantes de Gotham al ser utilizado como recurso por la mafia para luchar tanto contra Batman (Christian Bale) como contra el nuevo fiscal anticrimen, Harvey Dent (Aaron Eckhart). Con la ayuda del comisario Gordon (Gary Oldman) y de Rachel Dawes (Maggie Gyllenhaal, en sustitución de Katie Holmes), Batman y Dent se enfrentan al peligroso villano, hasta que ocurre un gran revés en la lucha que cambia todos los acontecimientos. “The Dark Knight” es el punto más alto de la trilogía debido a que es un film más espectacular y más intenso que el anterior y, a su vez, mucho más centrado en un villano realmente inquietante que supone un verdadero desafío para los protagonistas. Quizá, precisamente por su intensidad y espectacularidad, también es una película a veces excesiva y ruidosa, aunque por suerte la acción también es mucho más clara y está mejor filmada que en la primera entrega. Michael Caine y Morgan Freeman repiten sus pequeños roles de la primera entrega.

Adaptación de la novela de Jack London, que tiene como protagonista a Buck, un perro que es robado en su casa en California y va a parar al norte de Alaska durante la fiebre del oro de 1890, en donde hace contacto con John Thornton (Harrison Ford), un hombre que ha perdido a su hijo y que entabla una relación muy especial con el animal. Se trata de una película eminentemente familiar y para todos los públicos, de ese género de films que inspiran amor por los animales y por la naturaleza y que está muy bien realizada para cumplir su cometido y ensimismar a su principal público objetivo. Para el público adulto la historia funciona prácticamente igual de bien, a excepción, quizá, del retrato del necesario villano a fin de dotar al argumento de cierta tensión dramática que sin él sería inexistente. Quizá el mayor logro cinematográfico sea la consecución de crear en un entorno cien por cien digital a Buck, el perro protagonista, y que en la gran mayoría de momentos de la película su origen pase absolutamente desapercibido, un auténtico reto en el que los cineastas también resultan más que airosos.

Undécimo largomatraje de Christopher Nolan, que funciona como una mezcla de varios conceptos anteriormente empleados por el cineasta británico en sus largometrajes anteriores: un agente de la CIA (John David Washington) supera una prueba durante una de sus misiones y es entonces asignado a un siguiente nivel, en el que debe dar caza a un peligroso traficante (Kenneth Branagh) que amenaza con destruir el mundo. La única puerta de entrada hacia el traficante es a través de su mujer (Elizabeth Debicki), contando para ello con la ayuda de otro misterioso agente (Robert Pattinson), en una historia que trata la sobre la entropía invertida de objetos (armas, en concreto, que viajan atrás en el tiempo) y crea líneas temporales diferentes en los que se mueve la narrativa del director, circunstancia que no le es ajena desde “Memento” (2000), o que también se ha podido ver en cintas como “Inception” (2010) o “Interstellar” (2014). En realidad, “Tenet” es gigantesca y ruidosa como un film de James Bond, aunque con ese sello personal de un realizador al que le gusta partir de ideas complicadas y dejar que las mismas se desarrollen en pantalla sin que el espectador esté demasiado seguro de estar comprendiendo (o no) lo que está viendo. Aún así, el espectáculo audiovisual es de primera categoría, siendo una película entretenida y disfrutable en toda su magnitud a pesar de su compleja trama.

Adaptación de una novela de James R. Hansen, escrita para la pantalla por Josh Singer (“The West Wing”, “The Post”), que supuso el primer proyecto de Damien Chazelle después de haber obtenido el premio Oscar al mejor director por “La La Land” (2016). En ella, el director narra la historia personal de Neil Armstrong (Ryan Gosling), el astronauta que fue el primer hombre en poner un pie en la luna tras su viaje en el Apolo 11 junto a sus compañeros Buzz Aldrin (Corey Stoll) y Michael Collins (Lukas Haas), centrándose en su período anterior durante la década de los 60 y sus vuelos y pruebas anteriores a la llegada a la luna, hasta el referido e histórico viaje con llegada a la luna el 20 de julio de 1969. Sin embargo -y ello es extraño viniendo de un director que antes de “La La Land” había firmado “Whiplash”- los resultados de “First Man” no podrían ser más anodinos, pues el film está absolutamente falto de emoción, empatía y sus cerca de dos horas y media de duración se hacen sentir minuto a minuto, existiendo por lo tanto películas de similar temática (“The Right Stuff”, “Apollo 11” incluso "Apollo 13" por ejemplo) que son infinitamente más satisfactorias. Jason Clarke, Kyle Chandler, Claire Foy o Ciarán Hinds completan el reparto de la película.

Adaptación de la novela con la que Stephen King continuaba “The Shining” (llevada al cine por Stanley Kubrick en 1980), siguiendo los pasos de Danny (Ewan McGregor) muchos años después de los acontecimientos ocurridos en el hotel Overlook. En esta ocasión, se presenta al personaje como un alcohólico que nunca ha podido olvidar aquéllos hechos, mientras continúa teniendo sus poderes mentales y comunicándose a través de los mismos. En paralelo, un extraño grupo liderado por una mujer (Rebecca Ferguson), asesina a niños para alimentarse de sus almas y, en mitad de uno de estos crímenes, descubren la existencia de una niña (Kyliegh Curran) que posee poderes similares a los de Danny, de modo que, conectados todos ellos telepáticamente, Danny tiene que ayudar a la niña para evitar que sea atrapada. Sin conocer de primera mano la secuela de King, “Doctor Sleep” como película, se encuentra obviamente a años luz del film de Kubrick y se parece, más bien, a uno de los muchos terrores modernos surgidos a raíz del éxito de “The Conjuring” (James Wan, 2013). A pesar de que aparentemente King odiaba los resultados de Kubrick, lo único que ofrece el film de Mike Flanagan como atractivo es la recreación de los decorados y algunas situaciones de la película anterior especialmente en su media hora final, sin que su planteamiento y desarrollo despeguen jamás.

“Gisaengchung” AKA “Parasite” es la película ganadora del Festival de Cine de Cannes de 2019 y es la séptima película del cineasta surcoreano Bong Joon Ho, autor de películas de corte fantástico como “The Host” (2006), “Snowpiercer” (2013) y, más recientemente y con producción de Netflix, “Okja” (2017). En esta ocasión Joon Ho se decanta por una historia mucho más mundana, aunque con sucesivos giros que van modificando la misma: un joven, que vive junto con sus padres y su hermana en un semisótano y en situación de pobreza, comienza a trabajar como profesor para la hija de una familia rica que vive en una espectacular mansión unifamiliar. A través de una serie de tretas, consigue que primero su hermana obtenga el mismo trabajo junto al hijo menor del matrimonio, lo cual únicamente es el comienzo de una serie situaciones que alternan la comedia y un humor muy negro, hasta que se produce un giro que modifica la trama a un thriller puro como algunas reminiscencias de Hitchcock. Los resultados son muy buenos, con una situación de lucha de clases muy interesante y personajes -todos ellos- que no son ni buenos ni malos, sino que más bien actúan por su condición. Lástima que el epílogo parezca tan forzado e innecesario, cuando Bong Joon Ho podría haber terminado el film en un extraordinario pico con el que es el verdadero final de la obra, pero ello no impide que las dos anteriores horas de proyección sean absolutamente distrutables.

Extraña producción de Warner Bros., que recrea los inicios de Joker, el famoso antagonista de Batman, en un drama que poco o nada tiene que ver con el mundo de los superhéroes o los supervillanos, más allá de los personajes y lugares comunes que son mostrados en el film. Arthur Fleck -Joaquin Phoenix, en una de esas interpretaciones en las que es dificil descifrar la línea que separa a la actuación del personaje- es un hombre con graves problemas mentales, podría ser que ocasionados por una dificil infancia junto a su madre (Frances Conroy), antigua trabajadora de Industrias Wayne. Se gana la vida como payaso en una agencia que le envía a diferentes lugares, aunque su sueño es ser comediante y fantasea con aparecer en el late-show de Murray Franklin (Robert De Niro, no casualmente). Cuando deja de ser atendido por los recortes en los servicios sociales, Arthur inicia una espiral de degradación psíquica paralela un incremento de su agresividad, la cual se hace crítica cuando comienza a portar un arma en sus actuaciones. "Joker" es un drama que se toma muy en serio así mismo, tanto que parece que la principal fuente de inspiración procede de "Taxi Driver" y "The King of the Comedy", obras de Martin Scorsese con las que el film guarda grandes paralelismos a nivel temático y de desarrollo, mostrando el paulatino deterioro del personaje principal (casi único de la proyección) y las consecuencias de los actos que protagoniza, tratando de enlazarlas en una extraña crítica de la sociedad actual y de la lucha de las clases desfavorecidas, lo que termina por formar un raro y perturbador cóctel que está lejos de ser perfecto, pero que sí es muy sugerente.

Espectacular cierre de la trilogía formada por “Rise of the Planet of the Apes” y “Dawn of the Planet of the Apes”, en la que el director de la segunda de ellas, Matt Reeves, vuelve a colocarse detrás de las cámaras para narrar la conclusión de la historia de César y su grupo de simios inteligentes: éstos desean dejar su asentamiento para llegar hasta un valle lejano y vivir fuera del alcance de la raza humana. Sin embargo, antes de partir, la esposa y el hijo de César son asesinados por “El Coronel” (Woody Harrelson) y su grupo, que tienen un fortín hacia el norte, en la frontera, en el que esperan el ataque inminente de otro grupo de hombres armados. Ello hará que César decida partir hacia allí en busca de venganza. Con muy pocos diálogos y con una narrativa basada principalmente en imágenes y el uso de unos CGI de lo más avanzados, Reeves consigue que esta conclusión esté no solo a la altura de sus dos antecedentes, sino puede que incluso por encima, con un gran trabajo de ambientación, música, puesta en escena y fotografía, así como una perfecta simbiosis entre el trabajo de los actores que encarnan a los protagonistas (capitaneados una vez más por Andy Serkis) y de los efectos visuales que reemplazan las facciones de estos por las de los simios, que hacen que desde el primer minuto de proyección el espectador se sumerja completamente en la película como si la totalidad de la misma fuera de acción real.

Adaptación para la gran pantalla de los sucesos reales ocurridos sobre la ciudad de Nueva York el 15 de enero de 2009, ya plasmados en forma literaria por su protagonista, el piloto de US Airways Chesley “Sully” Sullenberger en colaboración con Jeffrey Zaslow. Como consecuencia de un fuerte impacto con aves que volaban a baja altitud en las cercanías el aeropuerto de LaGuardia, la aeronave pilotada por Sullenberger (un gran Tom Hanks) y su co-piloto (Aaron Eckhart), sufrió la pérdida de operatividad de sus dos motores, lo que obligó al comandante a tratar de aterrizar en el único lugar despejado de la zona: sobre el río Hudson, a la altura de la calle 48 de Manhattan, frente a New Jersey. Milagrosamente los 155 ocupantes del avión salieron con vida del accidente, pero los pilotos debieron enfrentarse a las acusaciones de las autoridades, que consideraban que hubiera sido factible regresar a uno de los aeropuertos de la zona. “Sully” es una película típica y a la vez atípica en la filmografía de Clint Eastwood; atípica en cuanto que requiere de un buen número de complicadas (pero bien resueltas) secuencias de acción que conllevan muchos efectos digitales y previsualización, pero típica en su retrato de un héroe americano de un comportamiento tan serio como intachable que se enfrenta al establishment para demostrar que tiene razón. Sin embargo, “Sully” está lejos de sus mejores trabajos por sus problemas de estructura (se echa en falta al montador Joel Cox y los acontecimientos apenas dan para 90 minutos de proyección, y eso que el accidente es visto varias veces y con diferentes enfoques) y porque, a pesar de la solvencia de la producción, parte del enfoque melodramático cae en los típicos clichés del telefilm de sobremesa.

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