Vacano
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Adaptación cinematográfica de la novela de Lothar G. Bucheim, originalmente ideada para convertirse en una carísima miniserie de cinco horas de duración para la televisión alemana, con la que el cineasta Wolfgang Petersen, también autor de la adaptación, consiguió un gigantesco éxito que se saldó con seis nominaciones al Oscar (director, guión adaptador, fotografía, montaje, sonido, efectos de sonido) y el aplauso unánime de la crítica. Estrenada originalmente en un montaje de 145 minutos de duración, Petersen llevó a cabo un montaje del director en 1997 que amplió el film hasta los 210 minutos, que es la versión que tradicionalmente se ha visto desde entonces y a la que hace referencia esta reseña. La historia está ambientada en plena Segunda Mundial, dentro de un submarino alemán que es destinado surcar las costas de Inglaterra para intentar -junto con otros submarinos- atacar los suministros de los británicos. Pero la misión, según se desarrolla dentro del submarino, no tiene absolutamente nada ni de gloriosa ni de heroica, de modo que el film, además de narrar la claustrofobia o el aburrimiento de los marineros, cuenta más bien sus duras condiciones de vida y las dificiles condiciones de supervivencia dentro del submarino una vez comienzan los enfrentamientos bélicos. El retrato pesimista y antibélico es muy poderoso y, además, está aderezado por una notabilísima técnica, que hace que sin ningún género de dudas "Das Boot" sea el mejor film de su director, el que le valió además su pasaporte al cine norteamericano junto a "The NeverEnding Story" (1984). Jürgen Prochnow, Herbert Grönemayer y Klaus Wennemann lideran el reparto de una película en la que también destaca la banda sonora de Klaus Doldinger.

Adaptación cinematográfica de un libro de Robert A. Heinlein, escrita para la pantalla por Edward Neumeier (“Robocop”), que cuenta la historia de un grupo de jóvenes que, en el futuro, deciden alistarse en la lucha de los humanos contra una especie de alienígena con aspecto de insectos gigantes. El argumento, además, hace que dichos jóvenes sean o resulten ser una especie de nueva generación de aquéllos que aparecían en “Beverly Hills 90210”, de manera que, de no haber sido filmado e interpretado todo en el tono satírico que le imprime Paul Verhoeven, el film probablemente se hubiera convertido en un desastre de primera categoría. En su lugar, aparece una visión sarcástica del futuro, no exenta de sexo (Verhoeven venía de rodar consecutivamente “Basic Instinct” y “Showgirls”) y, por supuesto, con mucha violencia en su descripción de la guerra contra los insectos. Aunque en la parte final el espectáculo de efectos visuales cobre un exceso de protagonismo y, por lo tanto, el film sea netamente inferior por ejemplo a “Robocop”, los resultados continúan siendo interesantes, sobre todo por ver cómo el director ofrece algo muy diferente a lo que su premisa y planteamiento a priori sugerían. Casper Van Dien, Dina Meyer, Denise Richards, Jake Busey, Neil Patrick Harris, Michael Ironside y Clancy Brown, entre otros, forman el reparto de la película.

Primer trabajo en Norteamérica del director holandés Paul Verhoeven, el cual, tomando algunos elementos del cine de justicieros que tan popular fue en los años 70 y primera mitad de los 80, así como influencias de la ciencia-ficción (notablemente, “Blade Runner” de Ridley Scott, o incluso el primer “Terminator” de James Cameron), filmó un efectivo film ambientado en la ciudad de Detroit, la cual, en el futuro, se encuentra sumida en el caos y la delincuencia. Una corporación utiliza entonces el cuerpo sin vida de un policía (Peter Weller) para crear un cyborg que patrulle las calles y se enfrente a los criminales, hasta que éste cobra conciencia de su antigua personalidad y horrible muerte y, como consecuencia, comience a provocar problemas de funcionamiento. Un argumento que en manos de casi cualquier otro director hubiera asegurado el típico film de venganza, en su versión cibernética, se torna una inspirada crítica social y un serio aviso sobre los peligros de la tecnología en manos del realizador holandés, que además tiene la valentía de proponer una serie de “spots” absolutamente delirantes a lo largo de la proyección. Nancy Allen, Ronny Cox, Felton Perry, Miguel Ferrer y Kurtwood Smith forman el reparto de secundarios de una película en la que además del director, brilla especialmente el maquillaje de Rob Bottin (“The Thing”, John Carpenter, 1982), que incluye el diseño y ejecución del robot que da título a la obra.

Adaptación de una novela corta de Philip K. Dick, que tiene como protagonista a Quaid (Arnold Schwarzenegger) un hombre que en el futuro posee un trabajo y una bella y sumisa esposa (Sharon Stone), pero que arde en deseos de viajar a Marte, a lo que ella se niega. Un buen día, como sustitutivo, decide ir a un lugar en el que se implantan recuerdos de vacaciones a los clientes y decide tener una aventura como espía en el planeta rojo y conocer a otra mujer (Rachel Ticotin) en el proceso. “Total Recall” es una película cuyo planteamiento sueño-realidad por parte de Paul Verhoeven y sus encadenadas escenas de acción hacen que sea uno de los títulos más entretenidos del cine de la época, sin renunciar ni un ápice a las grandes dosis de violencia que caracterizan el cine del realizador holandés. Michael Ironside, como el villano que persigue sin tregua a Schwarzenegger, así como Ronny Cox, el malvado caudillo que rige los destinos de Marte, completan el reparto de un film que también posee un memorable tema principal a cargo de Jerry Goldsmith, efectos de maquillaje de Rob Bottin y unos oscarizados efectos visuales previos a la era digital.

Adaptación de una novela de Elmore Leonard a cargo de un John Frankenheimer cuyos días de gloria ya habían quedado atrás, en la que además la producción corrió a cargo de dos iconos del cine de acción de los 80: Menahem Golan y Yoram Globus (The Cannon Group). El protagonista de la película es un empresario industrial (Roy Scheider, cuyos mejores años también habían quedado atrás) que es extorsionado como consecuencia de su romance con una bailarina de striptease (Kelly Preston) por un grupo de tres malhechores de los bajos fondos, relacionado con locales de alterne y cine porno (John Glover es su líder). Sin embargo, Scheider no cede a sus pretensiones, lo que genera una espiral de violencia y que los personajes jueguen al juego del gato y el ratón. Ann-Margret interpreta a la sufrida mujer de Scheider en una película que, pese a todo, comienza bastante bien y es a raíz de sus giros de guión cuando empieza a perder fuelle.

Adaptación de la primera mitad de la novela de Michael Ende, que tiene como protagonista a un niño, huérfano de madre y con problemas en el colegio, que comienza a leer un extraño libro –acerca de cómo un joven guerrero trata de evitar la destrucción de un mundo llamado Fantasía- y poco a poco parece que comienza a formar parte del mismo. “The Neverending Story” fue producida en Alemania con un coste récord en aquélla época, por Wolfgang Petersen y el mismo equipo que había triunfado a nivel internacional con la cinta bélica “Das Boot” (1981). Algunos de los miembros principales del equipo repitieron y se añadieron otros como los de Industrial Light & Magic (ILM), la empresa fundada por George Lucas, que proporcionó las ilusiones visuales y trucajes requeridos por la historia. Gracias también en parte a una muy popular banda sonora a cargo de Klaus Doldinger y Giorgio Moroder, “The Neverending Story” fue un gran triunfo en taquilla y sus resultados, aunque están orientados al público más joven, son bastante aceptables, a pesar del evidente bache narrativo que sufre la parte central de la película.

Una de las escasas incursiones del afamado guionista Robert Towne en la dirección cinematográfica, con libreto también escrito por el mismo, que tiene como protagonista a un antiguo traficante de drogas (Mel Gibson), a un policía, amigo suyo desde la infancia (Kurt Russell) y una mujer, dueña de un restaurante de Los Ángeles, que se involucra con ambos (Michelle Pfeiffer) en el momento en que un traficante mexicano (Raúl Julia) solicita ayuda a su antiguo socio para introducir un cargamento de droga en los EEUU. Los resultados de este film eminentemente comercial son más bien pobres, pues ni la parte policíaca de la historia y mucho menos la relativa al conflicto amoroso generan el suficiente interés, de modo que sólo la parte visual de la historia resulta exitosa dentro de un conjunto olvidable.

El último proyecto del cineasta holandés Paul Verhoeven en los EEUU fue este film en el que un grupo de científicos, apoyados por el pentágono, investigan la fórmula de la invisibilidad y la manera de recuperar el estado visible normal a través de unos sueros. El líder del equipo (Kevin Bacon) decide ser el primer humano en probarlo después del éxito en animales pero, tras un fallido intento de recuperar la visibilidad, poco a poco se va volviendo loco y supone una amenaza para todos los que le rodean. Elizabeth Shue, Josh Brolin y William Devane secundan a Bacon en este fallido film, vigorosamente dirigido por Verhoeven, pero cuya resolución es demasiado convencional y explora sólo superficialmente las posibilidades que ofrecía la historia.

Nueva versión cinematográfica del relato de Philip K. Dick, llevado anteriormente a la gran pantalla en 1990 por Paul Verhoeven con Arnold Schwarzenegger en el papel principal que en esta ocasión asume Colin Farrell. La premisa sigue siendo la misma; en el futuro es posible acudir a un centro en el que implantan a las personas una serie de recuerdos, para vivir vacaciones o situaciones de ensueño. Pero cuando Farrell acude allí con la intención de vivir una aventura como espía, algo sale mal y de pronto comienza a ser perseguido por los hombres del Canciller que rige los destinos de la humanidad. Kate Beckinsale y Jessica Biel sustituyen a su vez a Sharon Stone y Rachel Ticotin en sus respectivos papeles, en una película que carece de la frescura, inteligencia, ritmo y casi todas las virtudes de la película del realizador holandés y, que en manos de Les Wiseman (“Underworld”, “Live Free or Die Hard”), se convierte en una mera excusa para encadenar peleas y persecuciones en decorados futuristas.

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