To the Wonder
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To the Wonder

Película claramente autobiográfica dentro de la filmografía de Terrence Malick, que en muchos aspectos estilísticos es una continuación de “The Tree of Life”, pero que, si bien aquélla trataba temas universales, como el origen del hombre y su desarrollo, o más específicos, como la influencia de la infancia y la educación recibida durante la misma en la vida de un adulto, en esta ocasión el cineasta norteamericano explora el amor entre seres humanos o la carencia del mismo, inspirándose en vivencias de su personal período de veinte años entre los estrenos de “Days of Heaven” y “The Thin Red Line”. Protagonizada por Ben Affleck, en un papel absolutamente pasivo y con apenas una decena de frases a lo largo de toda la proyección, Rachel McAdams y Javier Bardem, el film se beneficia mucho de la magnética presencia de Olga Kurylenko en el rol principal, del estupendo trabajo musical de Hanan Townshend y, por supuesto, del extraordinario y poético trabajo de Terrence Malick detrás de las cámaras, aunque a buen seguro, la falta de diálogos, los monólogos interiores, la ausencia de exposición y, prácticamente, narrativa (o al menos narrativa en el sentido tradicional del término), los saltos temporales o los vaivenes de los personajes -mostrando únicamente sus reacciones y no las acciones que las provocan- hacen de “To the Wonder” una película de una extraordinaria densidad, quizá menos ambiciosa y provocativa que su precedente, pero de una abstracción aún mayor que aquélla o la anterior “The New World” e incluso más auto-complaciente, por lo que los detractores del director de “Badlands” ni siquiera deberían plantearse su visionado.

El director de fotografía es el mexicano Emmanuel Lubezki [ASC, AMC], quien ejecuta su tercera obra para el cineasta norteamericano, después de haber obtenido sendas candidaturas al Oscar por las dos primeras (“The New World” y “The Tree of Life”) y el premio de sus compañeros de la American Society of Cinematographers a la mejor fotografía del año por la segunda de ellas. También hay que mencionar que, en esta etapa de inusitada actividad creativa por parte de Malick, Lubezki también ha sido el encargado de rodar sus dos próximos films, que se montan simultáneamente a la espera de estreno en el momento en que “To the Wonder” ha llegado a los cines. El mexicano, tras unos pocos trabajos en su país natal, entre los que destaca “Como Agua Para Chocolate”, llegó a EEUU con apenas 30 años y muy pronto se estableció como uno de los operadores más importantes y reconocidos de todo el mundo, con dos primeras nominaciones al Oscar (“A Little Princess” y “Sleepy Hollow”) en las que sorprendió por su increíble hacer con la luz artificial en interiores de estudio, para posteriormente destacar aún más con su soberbio manejo de la luz natural, en pos de efectos naturalistas extremos, a partir de “Y Tu Mamá También” (2001), estilo en el que además de sus dos trabajos para Terrence Malick, se movía también la extraordinaria “Children of Men” (2006), su tercera candidatura al Oscar, que posiblemente sea el mejor trabajo de fotografía de la década anterior. Alfonso Arau, Alfonso Cuarón, Mike Nichols, Ben Stiller, los hermanos Coen y Michael Mann son algunos de los realizadores que se han puesto en manos del que con casi toda seguridad sea el mejor director de fotografía de la actualidad y que, por su juventud (no llega a los 50 años), posiblemente aún pueda ofrecernos trabajos aún superiores.

En el caso de “To the Wonder” -como siempre diseñada por el habitual de Malick, David Lynch y P.T. Anderson, Jack Fisk– aunque las raíces están puestas de forma muy evidente tanto en “The New World” como en “The Tree of Life”, parece que Lubezki, poco a poco, va consiguiendo que Malick confíe cada vez más en él y en sus métodos. Si por ejemplo “The New World” se rodó en formato panorámico anamórfico por insistencia del realizador, que venía de trabajar con el mismo en “The Thin Red Line”, en “The Tree of Life” ya se emplearon las lentes predilectas del mexicano, las Zeiss Master Prime, aunque ello supusiera una renuncia al formato panorámico para evitar el grano inherente al formato Super 35 cuando se emplea de tal modo. Sin embargo, en esta ocasión los cineastas han optado por este último, combinado con un Digital Intermediate a 4K de resolución y, seguramente, emulsiones como la 5213 (200T) y 5219 (500T) de Kodak debidamente sobreexpuestas para minimizar la estructura de grano y potenciar el contraste y la densidad de negros, de manera que han obtenido una calidad de proyección que en nada tiene que envidiar a la de su anterior obra –excepto en los pasajes de aquélla que utilizaron negativo de 65mm, cuya resolución era superior- pero en esta ocasión maximizando la propuesta estética con un formato panorámico que potencia mucho los efectos de la omnipresente movilidad de la puesta en escena de Malick, bien sea a través de la Steadicam o de la cámara al hombro. En este sentido, además de la variación del formato, la evolución más clara que se aprecia es en el empleo de grandes angulares extremos, seguramente el 12mm de la serie Master Prime (o el 10mm o incluso el 8mm de la serie Ultra, aunque ello sería más extraño), que producen una notable y notoria distorsión de barril en cada lateral del fotograma, un efecto que ni a Malick ni a Lubezki parece que les moleste ni siquiera cuando sus actores se sitúan en dicha parte de la pantalla.

Estéticamente, el trabajo de Lubezki es una clara continuación del realizado en “The Tree of Life”, incluyendo la textura final de la imagen, muy contrastada, con negros muy densos, fina textura del grano y una saturación de imagen no demasiado elevada, a pesar que, en esta ocasión, nos encontramos ante un film contemporáneo y no de época, lo cual supone una novedad en la filmografía del realizador de “Days of Heaven”. Y como en “The New World” y “The Tree of Life”, toda la película parece que esté iluminada, de manera exclusiva, con las luces que vemos en pantalla, bien se trate de la luz del sol en las escenas diurnas –exteriores e incluso interiores- o de alguna fuente de luz integrada en las escenas nocturnas. Los exteriores -con el sol frecuentemente dentro del encuadre- utilizan una vez más un omnipresente contraluz, que aumenta el contraste y elimina sombras o luces duras sobre los rostros de los personajes, así como la hora mágica en multitud de secuencias y transiciones, de forma que la película no sólo tiene un aspecto extraordinariamente natural, sino de una enorme riqueza tonal gracias a la excepcional calidad de la luz en cada secuencia. Los interiores nocturnos, como se indicaba, hacen uso de fuentes integradas, muy fuertemente sobreexpuestas, casi al límite de la capacidad de registro de la emulsión, para lograr que realmente iluminen tanto a las estancias como a los actores que se mueven por las mismas. Pero por supuesto, lo más interesante es la forma y la valentía con la que Emmanuel Lubezki lleva a cabo su fotografía de interiores, algo que parece únicamente posible bajo la dirección de Terrence Malick y su particular modo de filmación evitando el plano-contraplano: captando exclusivamente la luz que entra por las ventanas de las estancias, para lo cual el momento en que se rueda ese interior tiene que ser, forzosamente, el óptimo del día, al tiempo que debe ser captado en un intervalo de tiempo muy rápido, ya que la luz natural o disponible, aunque muchas veces sirve a la perfección para el rodaje cinematográfico, casi siempre es demasiado cambiante y, por ello, debe ser descartada o debidamente aumentada para estabilizarla. El resultado es que Lubezki sobreexpone los exteriores también al límite de la capacidad de registro de la emulsión, dejándolos ligeramente quemados pero con detalle, lo que le permite moverse entre las sombras y siluetas de los interiores y la leve y ténue luz que incide sobre los actores, todo lo cual contribuye a crear un aspecto tan contrastado como bello y natural.

El trabajo de cámara, nuevamente operada por Jörg Widmer, una vez más es tremendamente libre y móvil y, como decíamos, el estilo de filmación de tomas de observación, seguimiento y semi-subjetivo del realizador se ve muy beneficiado por la vuelta al formato panorámico, que produce una mayor inmersión del espectador en sus imágenes. Prácticamente no hay tomas estáticas en un film en el que los movimientos de cámara, bien sea al hombro o en Steadicam, y los cortes de montaje (muchas veces sobre el plano) producen una enorme sensación de fluidez, como si toda la película estuviera filmada a través de una cámara que flota o gravita alrededor de los actores y las localizaciones, que en esta ocasión, además de los jardines y campos de trigo habituales, incluyen lugares mucho más mundanos como calles contemporáneas, coches y hasta supermercados. También hay que destacar que “To The Wonder” marca la primera utilización de los formatos de grabación digital por parte de Terrence Malick –algo que parece que se ha hecho de forma más extensiva en sus dos películas posteriores-. No solo por la toma de apertura rodada en vídeo de definición estándar y deformado para la proyección, sino por el uso de la cámara Red MX al menos en tres secuencias: el paseo nocturno de Olga Kurylenko por las calles de París, así como las visitas del padre interpretado por Javier Bardem al hospital y a la prisión. El cambio de textura es muy dificil de distinguir y puede que algún interior más haga uso de la captura HD, aunque en todo caso la misma representa un porcentaje mínimo dentro del film.

En consecuencia, el trabajo de Emmanuel Lubezki en “To The Wonder”, desde los primeros compases, está claro que apunta tan alto como todos los suyos, pero especialmente como sus dos trabajos anteriores para Terrence Malick, de manera que fácilmente se situará entre los mejores del año. La apariencia orgánica del material, el trabajo de cámara con angulares o su extraordinaria concepción naturalista, que lleva al director de fotografía a prescindir total o casi totalmente de su principal herramienta de trabajo (las luces), conforman un trabajo que, por inspiración, oficio, talento y riesgo, de no ser por la existencia de “The New World” y “The Tree of Life” -de los que es una clara derivación y una ligera evolución– se situaría sin lugar a dudas con nombre propio en la historia del cine. Teniendo en cuenta la anterioridad de aquéllos, “To The Wonder” es un excelente e hipnótico complemento, quizá no tan grandioso y decididamente no tan innovador, pero de una calidad técnica y artística que, como su propio título indica, es maravillosa.

Título en España: To The Wonder
Año de Producción: 2012
Director: Terrence Malick
Director de Fotografía: Emmanuel Lubezki, ASC, AMC
Ópticas: Zeiss Master Prime
Formato y Relación de Aspecto: Super 35 & Red MX, 2.4:1
Otros: 4K Digital Intermediate. Fotografía de 2ª unidad de Paul Atkins. Fotografía adicional de Peter Simonite.

Vista en DCP

© Ignacio Aguilar, 2013.



Language / Idioma