Adaptación cinematográfica del famoso poema de Homero, que narra los sucesos acaecidos en la famosa ciudad, después de que uno de los príncipes de la misma (Orlando Bloom), tras una visita a Esparta, vuelva a su ciudad en la compañía de su hermano Héctor (Eric Bana)… y la esposa de Menelao (Brendan Gleeson), hermano del Rey Agamenón (Brian Cox), de la que está enamorado: Helena (Diane Kruger). Ello hará que los griegos decidan atacar Troya con todas sus ejércitos y mejores hombres, entre los que se encuentran Ulises (Sean Bean) y Aquiles (Brad Pitt). Con una adaptación a cargo de David Benioff (“Game of Thrones”) y dirección del alemán Wolfgang Petersen (“Das Boot”, “The NeverEnding Story«), “Troy” sin embargo es una película que casi nunca despega, ni en su versión cinematográfica ni tampoco en el montaje del director con aproximadamente media hora más de metraje. Sí que ofrece, en términos generales, el nivel de espectáculo que cabría esperar, pero el nivel interpretativo es bajo, con la excepción de Eric Bana y Peter O’Toole, en el papel de Príamo, el Rey de Troya, que ofrece los momentos de mayor dignidad de la película. Julie Christie tiene un pequeño cameo como la madre de Aquiles.
El director de fotografía fue el británico Roger Pratt [BSC], quien ahora parece ya retirado, pero que fue famoso sobre todo por su asociación con el antiguo miembro de los Monthy Python, Terry Gilliam. Estuvo ya presente como director de fotografía de uno de los segmentos de “The Meaning of Life” (1983), pero su gran oportunidad le llegó de la mano de “Brazil” (1985), a la que seguirían, también para Gilliam, “The Fisher King” (1991) y “Twelve Monkeys” (1995). También tuvo Pratt una fructífera asociación con Richard Attenborough, con películas como “Shadowlands” (1993), “In Love and War” (1996), “Grey Owl” (1999) o incluso “Closing the Ring” (2007). Además, fue el autor de la fotografía de la segunda y la cuarta de las películas de “Harry Potter”, a las órdenes de Chris Columbus y Mike Newell, respectivamente. Su nominación al Oscar le llegó en 1999, de la mano de Neil Jordan en “The End of the Affair”, aunque con películas como “Mary Shelley’s Frakenstein” (Kenneth Branagh, 1994) o “Chocolat” (Lasse Hallstrom, 2000), Pratt también tuvo presencia en premios como los BAFTA y British Society of Cinematographers.
El encargo de “Troy” le llegó a Pratt entre sus dos proyectos en la serie “Harry Potter”, con sus extensos efectos visuales generados por ordenador, por lo que unido a que se había especializado en películas de grandes exteriores y recreación de época de la mano de Attenborough, parecía a priori que Pratt podría ser un buen director de fotografía para este tipo de película. Y si bien esto es cierto, hay algo en toda la concepción del film que es fallido y Pratt no colabora en ocultarlo. El film fue rodado en Baja California y Malta, que ofrecen una buena representación de la cegadora luz de las regiones de las actuales Grecia y Turquía en donde se desarrolla la historia. En este aspecto, hay que indicar que en ningún momento rehuye Pratt las horas centrales del día, en las que la luz del sol es más dura y cenital, para rodas sus escenas. Aunque utiliza abundante luz de relleno sobre los actores (siempre en ángulo de 45 grados para crear algo de contraste en los rostros), lo que no puede evitar es que el aspecto sea algo plano, debido a que el color claro de la tierra, los cielos algo sobreexpuestos y esa luz solar tan intensa apenas crean saturación de color y separación. Así pues, a pesar que el film trata de recrear la luz real de los lugares en que se desarrolla, lo cierto es que deja ciertas dudas respecto a si la misma era la que mejor le iba a la historia.
Los interiores, por el contrario, son bastante más oscuros, porque Pratt inspira su iluminación en las antorchas que aparecen en pantalla y que en buena lógica, debieron ser las fuentes que se empleaban en aquéllos palacios de la antigüedad. Pero lejos de tomar el camino que, por ejemplo emplea actualmente “Game of Thrones”, es decir, en lugar de emplear esas fuentes reales de fuego y complementarlas un poco con iluminación cinematográfica, pero dejando que sean los fuegos los que expongan realmente la escena, Pratt adopta la versión clásica Hollywoodense. O dicho de otra forma, lo que hace el director de fotografía es mostrar fuegos en pantalla, sí, pero no son la fuente principal de luz, sino que realmente expone para la luz que él crea fuera de pantalla y que simula ser el fuego (grandes unidades de luz de tungsteno, seguramente mini o maxi brutos, muy difuminados, en dimmer, flickeando). Este aproximamiento no es en absoluto criticable, especialmente en una producción de mucha envergadura y con muchas estrellas en el reparto, pero sí que obliga a Pratt a crear también una luz azulada nocturna de acompañamiento que es de mucha intensidad y, al final, este tipo de escenas nocturnas, que por lo general lucen correctas, tienen tales niveles de iluminación que Pratt y Petersen pueden utilizar tranquilamente el zoom en los interiores nocturnos.
Los resultados globales, por lo tanto, son decepcionantes, puesto que las posibilidades visuales de la historia eran muy grandes y, de un lado, los exteriores son muy planos, mientras que los interiores tienen un aspecto acartonado, con un estilo que no es más que una versión moderna de la luz de los interiores nocturnos de Leon Shamroy en “Cleopatra” (1963) o “Planet of the Apes” (1968), incluso con similares mezclas de temperaturas de color. Ello hace que incluso los decorados y el vestuario luzcan demasiado limpios y brillantes y también parezcan un poco fuera de lugar, demasiado Hollywoodenses, mientras que por ejemplo un Ridley Scott hubiera ensuciado todos esos interiores con humo, además de haber conseguido unos exteriores más interesantes a través del filtraje o evitar las horas centrales del día. Curiosamente, además, “Troy” está rodada generalmente a través de los antiguos Cooke Varotal 18-100mm (T/3) y Cine Varotal 25-250mm MKIII (T/3.7), dejando que el juego de ópticas fijas Cooke S4 entre en acción secundariamente, sino que en su exhibición cinematográfica en 35mm, las escenas de efectos visuales, seguramente rodadas en VistaVision, lucían muchísimo más nítidas que el metraje sin efectos. Por lo tanto, no es una película que luzca mal, ni mucho menos, e incluso está rodada con cierta solvencia y oficio, pero desgraciadamente, tampoco es una película que aproveche, ni mucho menos, ni sus posibilidades visuales ni sus medios de producción. De hecho, quizá, donde más destaque, es en el cuidado que pone Pratt en que sus dos actrices principales (Kruger y Saffron Burrows) luzcan tan bien como lo hacen en pantalla.
Título en España: Troya
Año de Producción: 2004
Director: Wolfgang Petersen
Director de Fotografía: Roger Pratt, BSC
Ópticas: Cooke Varotal, Cooke S4
Emulsión: Kodak 5246 (250D) & 5218 (500T)
Formato y Relación de Aspecto: Super 35, 2.4:1
Otros: 2K Digital Intermediate
Vista en 35mm & Blu-ray
© Ignacio Aguilar, 2016.